28 de julio de 2014

Decisiones soberanas pese a los buitres de afuera y de adentro

 Por Felipe Yapur.  Paul Singer, el titular del fondo buitre NML, es un hombre experimentado. Ha logrado hacer sucumbir a gobiernos con sus probadas estrategias asfixiantes y con la Argentina no ha escatimado recursos y consiguió aliados estadounidenses y argentinos. Pero a veces, como se dice, puede fallar.

 Por: 

 
Felipe Yapur
Paul Singer, el titular del fondo buitre NML, es un hombre experimentado. Ha logrado hacer sucumbir a gobiernos con sus probadas estrategias asfixiantes y con la Argentina no ha escatimado recursos y consiguió aliados estadounidenses y argentinos. Pero a veces, como se dice, puede fallar. A pesar de que consiguió logros jurídicos y políticos con la inestimable ayuda, y una pizca importante de ignorancia, del juez Thomas Griesa, pero también de actores vernáculos de la farándula política y mediática. Sin embargo, la Argentina de hoy y la del próximo miércoles no es aquella débil y tambaleante de 2001. Ese país ha dejado de serlo y por ende puede que el fin del mundo que presagiaron en estas últimas semanas no sea tal.
Es cierto que el kirchnerismo ha desarrollado durante la última década una estrategia política que puede definirse como a "ganar o perder". Pero ello no implica que sea un gobierno que acostumbra a zambullirse sin saber siquiera cuánta agua hay en la pileta, todo lo contrario. Pero a la oposición, política y mediática le gusta pensar que así se mueven y movieron los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. 
Tanto lo piensan que no pueden evitar creer sus propios presagios apocalípticos y actuar en consecuencia. Hay excepciones, claro está, y una de ellas es Ricardo Alfonsín, que fue el único que durante la última semana aportó declaraciones coherentes. "No hay razón de hecho o de derecho que justifique la negativa del juez Griesa a dar una respuesta jurídica que no se haga cargo de las graves implicancias económicas y sociales que tendría la activación de la clausula RUFO", dijo el diputado de la Unión Cívica Radical en referencia a esa cláusula que obliga al país, antes de 2015, a hacer extensiva a los bonistas que aceptaron el canje de deuda (2005 y 2010) cualquier oferta mejor que se les pueda realizar a los holdouts.
Es más, el legislador radical señaló que es preciso reponer la medida cautelar, a lo que por ahora Griesa se niega, ya que "no pondría en riesgo el fallo judicial, y permitirá resolver el conflicto con los holdouts evitando serios deterioros sociales y económicos a nuestro país que supone la activación de la cláusula RUFO". 
El resto del mundo político local hizo silencio como si fueran espectadores de una masacre que consideran que los beneficia. La estrategia de estos dirigentes de la oposición es ciertamente lineal. Todos los errores se los endilgan al gobierno, tanto que hasta pareciera que los que cometió Griesa son por culpa de los abogados y funcionarios gubernamentales de Cristina.
Esas voces hablan y proclaman la necesidad de acceder sin chistar a los designios del juez estadounidense sin importar las consecuencias o, lo que es peor, sin medir las secuelas que pueden acarrear si se actúa como Mauricio Macri dice que había que actuar. Si sólo se tratara de ignorancia... pero lejos está de serlo. 
El jefe de gobierno porteño y tantos otros, por acción u omisión, son voceros de los intereses que gobernaron la Argentina en los años '90. Si al menos leyeran, por caso, la edición del domingo de Tiempo Argentino donde se explicó, con claridad meridiana, las diez razones por las que el fallo del juez neoyorquino son de imposible cumplimiento y no por capricho, precisamente. Sin embargo, desde la oposición no hay argumentos razonables que los haga cavilar de manera tal que reconsideren esa tendencia destructiva.
Estos opositores, algunos como el diputado Federico Sturzenegger, que tiene su cuota parte de responsabilidad en el desastre que provocó el Megacanje, hablan y proclaman la imposibilidad de la Argentina de acceder a los mercados internacionales pero ocultan, con conveniencia, que en estos once años el país creció económicamente a pesar de que no había crédito. Hablan y proclaman que el fin del mundo está a sólo 48 horas y aplauden a un procesado por trabajo esclavo que define a los años pasados como la "década depredada". En una de esas, el silencio que mantienen los dirigentes de la oposición con respecto a las denuncias que pesan sobre el titular de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, es porque consideran, con razón, que es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Salvo, claro está, si las conveniencias políticas recomiendan olvidar ese derecho constitucional. 
Todos estos opositores (y sus colegas mediáticos) afirman que el default es casi una realidad.
Ahora bien, pensando de manera binaria, como hacen ellos, por qué habría default si la Argentina ya pagó lo que debe abonar pero no se efectiviza porque un juez, que parece no saber muy bien lo que hace, lo impide. Entonces, ¿la maniobra de la Argentina, la de adelantar el pago de la cuota que venció el 30 de junio, no es una jugada típica del a ganar o perder?
Las reacciones de los abogados de los bancos New York Mellon y Citibank, a las que hay que sumarles los reclamos de los Tokio, Londres, Luxemburgo y Bruselas, parecen indicar que el que se encuentra en aprietos es Griesa y no la Argentina que, para desgracia de Singer, es un país que está fuerte en cuanto a la macroeconomía y que, además, cuenta con el respaldo explícito de buena parte del orbe político e incluso del económico. 
Como en el ajedrez, la jugada que define el ganar o perder se prepara con antelación y para ello se mueven las piezas con ese objetivo que, en el caso de la disputa con los buitres, el ganar no se expresa con no pagarles sino de acuerdo con las posibilidades del país, sin que ello implique violar los acuerdos con el 93% de los bonistas que accedieron al canje de 2005 y 2010.
Es más, el triunfo de esa batalla implica tal vez la apertura de un nuevo canje pero con otras condiciones, que respete la soberanía del Estado argentino, y que evite la exposición a posibles vaivenes de jueces ignorantes y permeables a las presiones de los intereses del mundo financiero. 
El gobierno y la Argentina ya han conseguido triunfos que parecían, según la lectura interesada de opositores políticos, mediáticos y económicos, predestinados al desastre, como las negociaciones con Respol y el Club de París. Singer ya lo sabe.
Tiempo argentino

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