15 de septiembre de 2014

Presupuesto 2015: el Gobierno prevé un dólar a $9,45 y una inflación de 15,6%

Los ministros se presentan a un plenario de la comisión de Presupuesto para explicar los puntos fuertes del proyecto que establece las previsiones de gastos y recursos para el próximo año.
El prestigioso economista heterodoxo, Aldo Ferrer, y uno de los mayores productores de granos del país, Gustavo Grobocopatel, protagonizaron un agudo intercambio de opiniones en el suplemento Diálogos de Tiempo Argentino en la que intercambiaron miradas sobre la construcción política del empresariado argentino, las acechanzas de la globalización financiera y la discusión alrededor de las retenciones al agro. 

AF: Un segmento importante del ruralismo piensa que las retenciones son un impuesto que grava a la producción primaria, y en realidad esto es consecuencia de lo que Marcelo Diamand llama la estructura productiva desequilibrada. Nuestros precios relativos internos son distintos a los internacionales. El tipo de cambio que hace falta para que la soja sea rentable no es el mismo que hace falta para que sea rentable la producción de manufacturas. Esa diferencia son las retenciones. La forma de acabar con ellas es lograr un desarrollo intenso en los sectores rezagados, para que se termine con esta doble estructura y se pueda tener un único tipo de cambio. Mientras eso no sucede, debemos tener en cuenta esta realidad. Cuando hay anuncios de que se va a terminar con las retenciones, hay que preguntar: ¿qué tipo de cambio se va a mantener? Hay que entender que campo e industria son parte del mismo sistema. No es cierto que por ADN el empresario agrario es eficiente y competitivo, y el industrial es prebendario. Si lográramos eliminar el déficit industrial, que es del orden de los 30 mil millones, el excedente que el campo seguiría produciendo sería una fuente de reservas extraordinaria.
GG: –Pero en 30 años de democracia, hubo retenciones durante 20 y no se resolvió el problema.
AF: –Pero porque es apenas un instrumento, entre otros.
GG: –No sé por qué este país es el único que necesita de retenciones para el desarrollo industrial. Tiene que haber una política activa de desarrollo industrial, pero las retenciones han sido manipuladas, han sido una transferencia del sector agroindustrial a otros, y esa transferencia no ha sido bien asignada, porque si no, tendríamos un sector industrial superavitario. Me parece que cabe una reflexión sobre cómo armar un sistema impositivo armónico entre el campo y la industria, y cómo generar una clase industrial del siglo XXI. Esa transferencia ha generado muchos problemas, entre ellos, que la Argentina no tenga un desarrollo agroindustrial más vigoroso. No digo que hay que eliminarlas. Podría haber retenciones mínimas para estimular la industrialización de las materias primas, pero un 35%, es absurdo. Creo que le dimos una herramienta a un loco, que es el Estado.
AF: –Yo creo que el tema de fondo es el de la estructura desequilibrada. Si no, se cae en el riesgo de la enfermedad holandesa.
GG: –Pero hay mecanismos nuevos. Si pensamos en resolver este problema como lo resolvían ustedes en 1960, estamos en el horno.
AF: –No, pero tampoco se puede desconocer que hay una tendencia a la apreciación cambiaria en los países basados en los recursos naturales, y cuando eso sucede, no hay posibilidad de desarrollo industrial.
GG: –Es que la producción agroindustrial tracciona la industria automotriz, la metalmecánica, el software. Pero hay que evitar mecanismos de transferencia. La pistola puede ser buena, pero el loco, que es el Estado o el gobierno de turno, no. El mal menor es pensar, como vos decís, que es un mecanismo macroeconómico, y el mal mayor es pensarlo como un impuesto. Este gobierno piensa que es un impuesto.
AF: –Gustavo, vos no podés tener el mismo tipo de cambio para la producción de soja que para la de tractores. Tenés que encontrar otro mecanismo: otros hablaban del impuesto a la tierra, pero esa cosa es de muy difícil manejo.
GG: – Estoy a favor del impuesto a la tierra, en eso soy setentista.
AF: –Vos lo decís desde el punto de vista teórico, yo te lo digo desde la historia. Yo fui ministro de Hacienda, y cuando modificamos el impuesto con una reforma tributaria, nos comieron crudos. No te cuento el lío que se armaría.
GG: –Creo que hoy hay condiciones para eso. Lo que no se puede tener es impuesto a la tierra y retenciones. Pero lo que falta es un fuerte debate sobre el sistema impositivo. El problema de la enfermedad holandesa puede venir con Vaca Muerta más que con la agroindustria. La propuesta de eliminación de las retenciones de Macri no la conozco en profundidad. Pero la idea de bajarlas es necesaria para reactivar el sector y lograr el equilibrio externo. Va a favor de la fortaleza del Estado. No se trata de que la agroindustria sea lo único, pero es algo que tenés y que el mercado internacional demanda. Porque la densidad nacional es la agroindustria. La estructura y la división del trabajo cambiaron, y hoy no sos nada en el mercado mundial si no tenés lo que el mercado quiere. Hoy quiere soja y sus derivados. Ojalá mañana quiera otra cosa.
AF: –Yo creo en la importancia de la agroindustria, es el activo fundamental de la economía argentina, pero tenemos que atender a nuestra estructura, y creo que es posible utilizar el instrumento de las retenciones y que sea compatible con la rentabilidad de la agroindustria.
GG: –Creo que no hay que eliminarlas. Las del trigo y el maíz pueden bajar al 4 o 5%; la de la soja tiene que bajar, pero puede hacerlo más lentamente. Tenemos que generar un shock productivo para fortalecer al Estado, y que este pueda seguir incluyendo, manteniendo los planes sociales. Pero generar industrias desde cero y no aprovechar ventajas, es difícil. Es cierto que podés tener doble estándar de competitividad; el problema es cómo hacer competitiva a la que no es, no bajar la que es.
AF: –No estoy de acuerdo con que no se puedan elaborar empresas desde cero; si no, China no existiría.
GG: –Porque tenían mano de obra barata.
AF: –Porque tuvieron objetivos tecnológicos. Nosotros tenemos que crear industrias, porque si no quedás atado a la estructura existente. Hasta ahora tuvimos una visión estática de la sustitución de importaciones. Lo que vamos a importar mañana es completamente distinto de lo que estamos importando ahora. Si no sustituimos el futuro, si no incorporamos en el tejido industrial lo que vamos a hacer mañana, vamos a tener un agujero muy grande, que es lo que pasa con el sector de autopartes. Cambian los componentes y el déficit es cada vez mayor. Tenemos que sustituir el futuro, y eso implica hacer algunas industrias de cero.
GG: –Pero hasta ahora lo que hicimos fue sustituir exportaciones.
AF: –Pero no...
GG: –Pero sí. Las retenciones son un impuesto a la exportación.
AF: –Depende cómo las apliques. Así como no se puede discutir el Impuesto a las Ganancias sin discutir todo el sistema tributario, no se pueden discutir las retenciones sin discutir las políticas de cambio y macroeconómicas. Es un instrumento que sólo adquiere sentido en el contexto de una política orgánica, que le dé competitividad, en el marco de una política fiscal donde la carga caiga sobre los que pueden pagar y haya un gasto público de calidad. La política económica es un paquete. Instrumentos como las retenciones dependen del contexto. Si es positivo, te puede resolver un problema.
GG: –Pero tuvimos retenciones 20 años y no nos fue muy bien.
AF: –Pero no por eso. También se puede decir que cuando no hubo, en los '90, fue cuando peor nos fue.
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