27 de enero de 2015


Un anuncio histórico

La decisión de disolver la ex SIDE es un anuncio histórico. Nadie había llegado tan lejos en 31 años y medio de democracia. Habrá que decir que Raúl Alfonsín lo había intentado en los albores de la transición y que Fernando de la Rúa quiso hacer algo similar antes del estallido de 2001.

La decisión de disolver la ex SIDE es un anuncio histórico. Nadie había llegado tan lejos en 31 años y medio de democracia. Habrá que decir que Raúl Alfonsín lo había intentado en los albores de la transición y que Fernando de la Rúa quiso hacer algo similar antes del estallido de 2001.
Pero sólo Cristina Fernández de Kirchner se animó a hacer cesar en sus funciones y atribuciones autonomizadas a ese sótano pestilente de operaciones diversas que avergonzaron el país para impulsar, a través de una nueva ley, la creación de otro organismo de inteligencia sobre bases transparentes, federales y democráticas.
Al kirchnerismo siempre se le podrán criticar muchas cosas, algunas atendibles, otras más o menos justas o decididamente injustas, según como quiera verse. Jamás que haya reculado en su intención de recuperar para la política el control de los resortes fundamentales del gobierno de la Nación.
Hoy, seguramente, habrá políticos opositores que le reprocharán que no lo hiciera durante todos estos años. Es una constante: no se saluda lo bueno que hace el gobierno cuando lo hace, o las batallas trascendentes que decide dar contra los problemas estructurales, sino la demora o la tardanza en librarlas, como si fuera fácil hacerlo. O, mejor dicho, como si nunca hubieran gobernado el país real, el de los asuntos que queman.
¿Qué otro gobierno resignó la posibilidad de manejar las pinchaduras telefónicas? ¿Qué espacio político decidió traspasar esa capacidad a que un órgano extrapoder, como el Ministerio Público Fiscal? Ninguno, hasta hoy: el día cero de una nueva relación entre la Inteligencia y el poder democrático. Nada menos.
Tiempo argentino

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