Cuesta abajo en mi rodada
Febrero fue el mes más cruel, con una abrupta caída de imagen. Por primera vez, el apoyo a Macri cayó a menos de 40 puntos y por primera vez el rechazo llegó a los 57 puntos.
El gobierno de Mauricio Macri pasa indudablemente por su peor momento. La beligerancia de su discurso en la apertura de sesiones del Congreso se produjo cuando los que opinan bien o muy bien del Presidente se ubican, por primera vez, debajo del cuarenta por ciento. Y en paralelo, quienes opinan mal o muy mal también se ubican en un tope histórico, por encima del 57 por ciento. El saldo negativo es, por supuesto, el mayor de toda la gestión, 18 puntos, que sobre todo contrasta con el saldo positivo de 21 puntos que tenía al principio. Esta caída se nota también respecto de quienes se consideran oficialistas y los que se auto-ubican como opositores: hoy por hoy, los opositores superan a los oficialistas por 26 puntos porcentuales, una diferencia negativa sideral.
Las conclusiones surgen de un estudio nacional realizado por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP) que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1200 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. Las encuestas se realizaron en forma telefónica.
“Se sucedieron varias cuestiones que se fueron potenciando en pocos días e impactaron de modo negativo en la opinión pública. La economía sigue sin arrancar, no se ven logros y la esperanza se pone en tela de juicio: nuevo aumento de tarifas, aumento de la conflictividad gremial, paritarias al límite, las clases que no arrancan, el fútbol tampoco arranca. Y, como si esto fuera poco, la sombra de la corrupción, aquella que relaciona a la familia Macri con el mundo empresario, empezó a sobrevolar por estas latitudes”.
Desde diciembre hasta el estudio de esta semana, los que se consideran opositores pasaron del 45 al 49 por ciento, mientras que los oficialistas bajaron impresionantes nueve puntos: de casi 33 a 24 por ciento. Esto significa que muchos que se consideraban oficialistas pasaron a ubicarse entre los independientes, ni oficialistas ni opositores. “Esto es complejo para enfrentar un año electoral”, evalúa el consultor.
Bacman afirma que “cuando Macri asumió, casi seis de cada diez argentinos, muchos más de los que lo votaron en la segunda vuelta, confiaron en los aires de cambios. No sabían con claridad de que cambios se trataba; pero en definitiva confiaron. Hoy la ecuación se dio vuelta y alrededor del sesenta por ciento está abiertamente insatisfecho. Por tal motivo el Índice de Satisfacción Ciudadana se convierte en el indicador clave de esta última encuesta, ya que sintetiza el mal humor social de estos tiempos: una satisfacción, que medida en una escala de 1 a 10 puntos, arroja un promedio de 3,94. Otra vez hay que hablar de pérdidas: con respecto a agosto del año pasado un 7 por ciento. El factor más crítico, el que justifica en mayor medida este bajo índice sigue siendo la economía donde ni siquiera logra un cuatro”. La novedad es que las malas calificaciones empezaron a afectar no sólo a la economía, sino a la política y la corrupción.
“Yo diría –concluye Bacman– que uno de los fenómenos más persistentes y que está en el espíritu de las opiniones mayoritarias es que en el imaginario popular está instalado que Macri gobierna para los ricos. Así lo afirman siete de cada diez entrevistados. Es otra mala noticia para la coalición gobernante, en un año de elecciones”.
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