28 de julio de 2018

Botas sí, libros no
Por Luis Bruschtein

En el presupuesto vigente el Estado iba a recaudar con una inflación del 10 por ciento pero, como fue el triple, la recaudación tendría que ser más del 20 por ciento de esa previsión. Sin embargo se niega a darle a los docentes más del 15 por ciento dividido en cuatro partes que les ofreció, o sea menos de la mitad de la inflación y de lo que ellos van a recaudar. Los rectores de todas las universidades nacionales enviaron una carta de auxilio al jefe de Gabinete Marcos Peña: las casas de estudio no abrirán sus puertas el próximo cuatrimestre si no se regularizan los presupuestos universitarios que tienen tres meses de atraso, con paritarias congeladas y obras sin terminar. La baja de las retenciones a la soja al 0,50 por ciento menos por mes implicará que el gobierno dejará de percibir diez mil millones de pesos, solamente en este año. Las casas de estudio necesitan tres mil millones para terminar las obras y poco más para acordar paritarias. El gobierno se hizo el sordo con las universidades y los maestros, pero prometió a los sojeros que continuará la baja de las retenciones. O sea que la baja de las retenciones implicará el cierre de las universidades.
No es así exactamente, pero ese paralelismo muestra por enésima vez las prioridades del modelo neoliberal. Macri defendió a capa y espada el retiro progresivo de las retenciones al tiempo que varios funcionarios de su gobierno y de la gobernadora María Eugenia Vidal se han dedicado a denigrar a los docentes. “Es el único país en el mundo que cobra un impuesto al que exporta, cuando habría que premiarlo” ha dicho Macri por las retenciones. Es una gran mentira porque las retenciones son un mecanismo que se usa en todo el mundo para impedir la dolarización de los precios internos de productos de primera necesidad como el pan y otros alimentos, sobre todo cuando la moneda local se devalúa y garantiza una mayor ganancia al exportador. Gracias a Macri, el precio del pan está más caro que nunca y aún así las panaderías quiebran porque no pueden pagar los servicios.
Lo mismo con los subsidios. Según el Banco Mundial, Estados Unidos insume 80 mil millones de dólares en subsidios a la alimentación y cerca de 30 mil millones de dólares a sus productos agrícolas. Pero la hegemonía del discurso neoliberal es tan fuerte y desigual entre economías centrales y periféricas, que a pesar de subsidiar a sus productores rurales, el gobierno norteamericano le aplicó aranceles del 57 por ciento al biodiesel argentino porque alegó que estaba subsidiado. Washington considera que la retención a la soja es un subsidio porque baja el precio interno del poroto que es su insumo básico.
“¿Por qué un argentino tiene que pagar menos el gas, que el ciudadano de cualquier otro país?” se preguntó con cara de piedra el flamante ministro de Energía, Javier Iguacel. Las tarifas de gas que van a llegar en este invierno serán impagables porque el ministro anterior Juan José Aranguren dolarizó el precio del gas y decidió pagarlo tres veces más caro que el precio internacional promedio. Para tener una idea: el precio anterior era de 2,7 dólares el millón de BTU. Actualmente lo duplicaron a 5,5 dólares. Y se planea llevarlo a 6,39.
La estafa en la pregunta de Iguacel está en que el gas que importa Estados Unidos lo paga a 2,4 dólares el millón de BTU y en Argentina se pagará casi el triple por el lobby de las empresas. Peor aún. Cuando hablan del festival de subsidios durante el gobierno anterior,  un informe del mismo FMI señala que Argentina está en el puesto 68 en cuanto al pago de subsidios al gas. Estados Unidos destina 277 dólares per cápita al año a subsidios al gas, mientras que en Argentina son 211 dólares per capita. Y en general, cuando se habla de energía –petróleo, nafta, carbón, electricidad, y gas– Estados Unidos gastó  2176 dólares por persona en subsidios en 2015 y Argentina 413. 
El viernes, el gobierno anunció que el pasaje mínimo del transporte público, colectivos y trenes, aumentará el 30 por ciento y que habrá nuevos aumentos antes de fin de año. También se anunció que al anular regímenes especiales se recortará hasta el 53 por ciento los montos de las asignaciones familiares. Y así, hasta fin de año y mientras dure el gobierno de Macri, habrá más y más anuncios que seguirán profundizando el saqueo. No hay ninguna medida que busque aliviar el sacrificio que hace la población por las medidas que tomó el gobierno.
Todo el discurso económico de este gobierno se asienta en una gran mentira cuando dicen que en el mundo no se aplican retenciones ni subsidios. Lo real es que entregó un tremendo negociado a las empresas relacionadas con el petróleo, el gas y la electricidad a costa de un tremendo esfuerzo por parte de la mayoría de los argentinos. Una encuesta de la Universidad de Avellaneda señala que antes el argentino promedio gastaba el 5 por ciento de sus ingresos en servicios y transporte. Ahora paga el 20 por ciento, sin contar el efecto inflacionario sobre el precio de otros productos de primera necesidad. Los salarios han crecido muy por detrás de las tarifas de servicios y transporte.
No existen reglas de la economía que obliguen a estos precios. La explicación es simple: el gobierno favorece a las grandes empresas frente a los usuarios de a pie. De la misma manera que favorece a los grandes exportadores de soja y arruina a los maestros o que beneficia a los laboratorios farmacéuticos con el precio de los medicamentos y hunde a los jubilados que los tienen que pagar, así como destruye a las pequeñas y medianas empresas y comercios con tarifas impagables y la destrucción del consumo. Hay una línea coherente de beneficiados y perjudicados. Y en eso se basa toda la lógica de la política económica del gobierno.
Los argumentos presentados como “lo único posible y razonable” son mentiras como cuando Macri anunció en la reunión de Davos “se lo peleamos y al final lo conseguimos”, refiriéndose a la venta por parte del Invap de un reactor a Holanda. La venta ya había sido concertada por el ex ministro de Energía, Julio De Vido.
Lo real es que Macri frenó los proyectos del INVAP con el Estado,  lo que puede llevar a la quiebra del prestigioso organismo de alta complejidad científica. Y lo real es que De Vido está  detenido en forma ilegal y acusado por haber otorgado un estudio de factibilidad a una universidad nacional, en vez de tercerizarlo con una empresa particular.
Fue una semana en la que el deterioro de la calidad de vida por la inflación y las medidas del gobierno se mezclaron con el escándalo por los aportes truchos que salpica a la gobernadora María Eugenia Vidal y el decreto que habilita a las fuerzas armadas a la represión interna. Los medios oficialistas se afanan por esconder el alcance de la crisis, buscan proteger a Vidal y ocultan la masiva movilización que se realizó el jueves contra el decreto.
En una entrevista que concedió a La Nación, Vidal deslizó que el origen de la campaña podría haber sido el mismo PRO. El mundo PRO-Cambiemos de los medios oficialistas trata de aliviar la responsabilidad evidente de Vidal para ponerla en su papel de víctima pobrecita y diluir en los otros partidos esa práctica tramposa de Cambiemos. En ese mundo donde Vidal es el hada buena y la sociedad es indiferente al retroceso democrático, las reglas indiscutibles de la economía exigen que se enriquezcan las corporaciones y los pobres lo sean aún más. En ese mundo de los medios oficialistas la Naturaleza exige que la gente pague el gas más que el resto del planeta y que los militares intervengan en la Seguridad Interior. En esa realidad virtual de la prensa oficial, Vidal y Macri están muy preocupados por la miseria y la corrupción que ellos mismos han generado. O sea que, además de sufrirlos, hay que consolarlos.
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