15 de julio de 2018

¿Usted le compraría un auto usado?
Revelaciones sobre el acuerdo con el FMI: lo peor está pasando. Reducir el gasto, la única herramienta. Las ventas de autos o inmuebles: o un engaño o una ganga. Parangones con los 90, el remate del patrimonio, la política tercerizada. Despidos y desindustrialización crecientes, recuerdos del pasado.
Por Mario Wainfeld
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, precisó la magnitud del ajuste para 2018, “superior” a lo preanunciado. Se conocieron detalles de las tratativas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con exigencias más impiadosas que las divulgadas de entrada. Los datos solo “sorprenden” a quienes se hicieron los distraídos al principio: socios o aliados del Gobierno. No son incautos, se hacían los zonzos
El ajuste es enorme, constituye al mismo tiempo un instrumento y un objetivo. La herramienta casi única es la disminución del gasto. Poco se ensaya por el lado de los ingresos, como no sean un par de placebos o engaña-pichangas. Venta de activos estatales, automotores e inmuebles.
Un decreto presidencial anunció el remate del parque automotor y medidas más serias como el congelamiento de plazas en el Estado. Las peores son otras: despidos, jibarización de salarios, intervención federal de facto y de prepo en las provincias,  liquidación a precio vil del Fondo de Garantías Sustentabilidad de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).

- - -

Vamos de paseo en un auto feo: El politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre Argentina ríe a mandíbula batiente. Le debe la alegría a su padrino de tesis y mecenas, el decano de Sociales de Estocolmo. El catedrático mayor se come todos los amagues del gobierno argentino. Le parece formidable que se proponga vender autos oficiales, edificios de embajada, las últimas joyas de la abuela. “Cuénteme la magnitud del ahorro público, profesor. Descuento que será formidable. Ese mozo Dujovne es un as para los cálculos. ¿Se colocarán los autos y se disipará el déficit?” 
El politólogo no puede con su genio y recurre a un dicho clásico: “¿usted le compraría un auto usado a Macri?”. Tras cartón, entra en explicaciones más sofisticadas porque ansía conservar su trabajo cuya remuneración mejoró en estos meses: la devaluación del peso ha fortificado el valor adquisitivo de las coronas suecas. 
Cero novedades lo del parque automotor, el nuevo neoconservadorismo inventa poco y nada. Hace 60 años, al comenzar la presidencia de Arturo Frondizi, se resolvió pintar en puertas y accesorios de autos oficiales la leyenda “Uso oficial exclusivo”. No para rematarlos sino para impedir que los funcionarios los usaran, fuera del horario de labor, como propios. Tal era, decían sus adversarios, parte de la nefasta herencia del peronismo. El dibujante Landrú, un gorila que sabía reírse de los gorilas y no solo de los gronchos peronistas, tomaba en solfa el arrebato de ficticia austeridad.
Más recientemente, el fugaz presidente Adolfo Rodríguez Saá anunció ante la Asamblea Legislativa que vendería el parque automotor del Poder Ejecutivo, más la flotilla oficial de aviones. La contención alcanzó al sueldo del presidente, que se fijó en 3000 pesos-dólares. Ningún otro funcionario podría cobrar más. En esa sesión “robó cámara” el anuncio de la suspensión de pagos de la deuda externa que se prolongó y produjo secuelas perdurables. La venta masiva de los coches oficiales se llegó a analizar en una reunión de Gabinete pero la temprana salida de Rodríguez Saá transformó a la iniciativa en ucronía.
Nobleza obliga: el ajuste de “Adolfo” recaía sobre los objetos y no sobre las personas: prometió que no habría un solo despido en el Estado.

- - -

¿Liquidar sin regalar? La liquidación de la escudería automotriz, anuncian voceros oficiales o periodísticos del Gobierno, comprenderá asimismo inmuebles. Los hay en territorio local, muchos pertenecieron a las Fuerzas Armadas.
Hay otros sitos en el exterior. Cancillería explorará cuáles y cuántos son. 
En el ínterin, chimentan, reducirá la fastuosidad de los catering, infiriendo una herida narcisista al Canciller Jorge Faurie. El hombre se forjó en Ceremonial que es el núcleo y el techo de su experticia. Llegó más alto, tal vez por esa tendencia de las burocracias de ascender a sus cuadros por encima del nivel para el que califican. Cancillería hará (o haría, o hariola… ya se develará) el inventario de casas o edificios sitos en suelo extranjero. Luego correspondería tasarlos, fijar condiciones de venta serias y transparentes, obtener precios de mercado… El más desprevenido advierte que esos menesteres insumirían mucho tiempo… si se quieren hacer con decoro. Los plazos no parecen compatibles con el angustioso calendario pactado entre el FMI y el equipazo del presidente Mauricio Macri.
El relevamiento de los autos luce más accesible pero de todas maneras es imperioso hacer un listado, tasaciones que no impliquen donaciones del Estado a particulares avivados, un esquema de ventas publicitado y abierto. Con Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción y la mayoría de los organismos de control catatónicos parecen muy propicias las perspectivas de canonjías, curros o precios viles. 
La movida es irrelevante económicamente, pinta impracticable sobre todo en un gobierno que renunció a las regulaciones o controles. Las perspectivas abren un par de encrucijadas: o se demora demasiado o se malvende el patrimonio de los argentinos o un desquicio mestizo.
Contestando a la pregunta del politólogo sueco: si usted es pícaro, cuenta con información calificada y capta las oportunidades posiblemente le convenga comprarle autos usados u otros bienes a Macri. Un outlet PRO: posibles gangas en puerta. Como en los 90, la urgencia es socia de los potenciales compradores. Una añeja frase de la política clásica prometía no ceder “al bajo precio de la necesidad”. La lógica genuflexa de la derecha se inclina a lo contrario. Las empresas públicas regaladas o compradas como pichinchas son un precedente, con altas posibilidades de repetirse.

- - -

Ajuste sin maquillaje: Por más maquillaje que le pongan, el ajuste se concretará recortando gasto público (social, si se puede), salarios de estatales, subsidios. Despidos, reducción de áreas, imposiciones simétricas a las provincias. La “fiesta” la pagarán los laburantes, los humildes, las clases medias en descenso, las Pymes.
El resto es fulbito para la tribuna en la que el decano sueco mueve su banderita y sonríe a las cámaras como tantos en Moscú.
El oficialismo ni siquiera amaga o maquina mejorar un poco la recaudación impositiva. El poder fáctico aliado(banca internacional, exportadores agropecuarios, petroleras, concesionarias de energía o gas) lo hiere con fuego amigo.
El Gobierno no les pide una pequeña ayuda a los amigos: que aporten un diezmo al “sacrificio colectivo”, ajeno a las clases dominantes. 
Tal vez el torniquete del FMI fuerce al macrismo a revisar el fundamentalismo fiscal pro establishment, hasta hoy cedieron a las presiones de los aliados fácticos, casi gozosamente.

- - -

Dibujo contra dibujo, provincias versus Nación: En el mundo hay algo más de 200 estados soberanos. Son contados los que tienen un sistema federal:menos del 10 por ciento. En una de esas, el staff del FMI ignora la constitución federal argentina, por falta de versación o por limitaciones ideológicas. O se ne frega al respecto. Las imposiciones catonianas que compromete la Nación en nombre de las provincias no resisten el control de constitucionalidad ni el de seriedad. Es un ukase, una orden del zar que los cosacos como Dujovne acatan y ejecutan. O intentan hacerlo…
Las restricciones espeluznantes deberían ser soportadas “solidariamente” por las provincias, como aconteciera en los 90. Más funciones para los territorios, para aliviar a la Nación de deberes y de “costos”. Más desamparo para los ciudadanos.
El macrismo carece de credenciales para exigir tamaños esfuerzos. Acrecentó la planta estatal “por arriba” desde su llegada. Sembró funcionarios “sueltos” con rango de Secretarios de Estado, de Subsecretarios los más menesterosos. En una burocracia coherente “cuelgan” de una Secretaría reparticiones de menos rango, un conjunto. Puesto en metáfora castrense: los oficiales superiores comandan batallones o ejércitos, tienen tropa a su cargo. La macrocefalia (que, curiosamente, también afecta al Ejército) prodiga cargos altos sin equipos que dirigir. Una pléyade de ex Ceos, profesores de yoga o autoayuda, punteros “recuperados” del peronismo o radicales cobra estipendios altos sin tener mucho que hacer ni estructura que conducir.
Los gobernadores advirtieron, con tonadas y énfasis diversos, que no se someterán dócilmente a la poda resuelta en la Casa Rosada. Ni de peronismo hablamos: apenas de defensa propia.
El mandatario tucumano, Juan Manzur, explicó que su provincia tiene superávit, no tomó deuda externa; no le cabe ajustar los desequilibrios nacionales. El tono fue medido, su situación es mucho mejor que el promedio, sin ser un caso único. Formosa, La Pampa y San Luis son ejemplos similares, con tonalidades de color local.Conforman una minoría más desahogada que el conjunto, jamás plenamente autónoma,
La mayoría de los distritos tomó deuda y necesita que Nación anticipe las remesas de coparticipación para llegar a fin de mes.
Los rectores de Universidades nacionales desnudaron una trampa en el relato oficial. El gobierno anunció como gran medida (de alto impacto financiero y ético) suspender acuerdos de cooperación entre Universidades y el Estado nacional. Más allá de la valoración (seguramente variopinta) que puedan merecer esos pactos, irrelevantes en la suma del gasto total, la Nación está asfixiando a las Universidades por otro lado. Incumple el deber de transferirle en tiempo y forma las partidas aprobadas para pagos de gastos corrientes. Una ilegalidad que corrobora (por enésima vez) la baja empatía del macrismo con la educación pública.
El debate sobre el presupuesto 2019 se insinúa peliagudo. Por un lado, es deseable, en cualquier gestión, que los opositores lo aprueben para no trabar la acción del Ejecutivo. Al mismo tiempo, es intolerable que las provincias acepten que se las suma en la miseria como consecuencia de los desvaríos de la política económica nacional, inconsulta por añadidura.
In extremis, el oficialismo cuenta con el recurso de prorrogar el presupuesto actual. La “ley de leyes” sabe parecer un dibujo pero Macri bate récords al respecto. Según el presupuesto aprobado en tiempo y forma, la inflación de 2018 será del 15,7 por ciento, la cotización del dólar rozará los 20 pesos y el crecimiento del PBI estará en el orden del 3,2 por ciento. Quien lea esta nota puede reír o llorar o considerar estos guarismos como consumo irónico. Solo le aconsejamos que no se sulfure porque es malo para la salud. Y que no rompa el diario en papel o el monitor de la compu…

- - -

La obsesión con la City: La narrativa oficial clava la mirada en la cotización del dólar o, como mucho, en las vicisitudes del sistema financiero. Incompleto el enfoque, a fuer de sesgado. Falta, caramba, la economía real.
La lectura saltea lo principal, tal como sucedió mientras duró el festival de la timba financiera. En aquella etapa soslayaban la segura fuga de capitales golondrina, tarde o temprano y siempre sorpresivamente.
Ahora, se subestiman las crecientes similitudes entre la nueva Macrieconomía y la Convertibilidad. Las restricciones al Banco Central, la primacía de la deuda externa en el gasto público… Y, más flamante, la profusión de letras en dólares que se pueden comprar en pesos. Profano en estas lides pero memorioso, el cronista encuentra paralelismos entre esa praxis y la (más brutal) equivalencia entre peso y dólar a partir de 1991. Cualquier inversor adquiere Letes hoy con un puñado de pesos y llevará dólares en un año. El Fisco emite deuda pública en divisas… Reescribe la máxima del ex presidente Eduardo Duhalde y alimenta una nueva bomba de tiempo.

- - -

Sustentable ma non troppo: El documento del FMI es menos mendaz que el Gobierno argentino. “El staff evalúa que la deuda es sustentable pero no con alta probabilidad”, advierte. Si uno está enfermo y el médico le hace un diagnóstico semejante, lo aconsejable es hacer testamento. Los riesgos se acrecientan: la crisis es de deuda, contraída irresponsablemente por el macrismo, que heredó una nación desendeudada. 
Las necesidades cotidianas de demasiados ciudadanos devienen más acuciantes (ver nota de página 16). Se agrava el desempleo en la industria, ya constante desde diciembre de 2015. Sin intentar un parangón más amplio (e improcedente) la política laboral M venía asemejándose a la de la dictadura. En aquella época, el empleo industrial bajaba pero el desempleo no aumentaba en proporción exacta. El régimen cívico militar procuraba evitar que muchos trabajadores quedaran en la calle, porque podían sumarse a “la subversión”. Pero no renunciaba (al contrario) a desmantelar la fábrica, como espacio de convivencia y acción común, escuela de formación de cuadros y delegados.
El macrismo arriba a un desenlace similar, de modo menos premeditado, entiende este escriba. Hasta abril, el nivel de empleo no cayó a pique aunque sí su calidad. Más informalidad, más monotributistas, más contratos y changas en la construcción (transitorios y de relativa baja retribución).
El equilibrio a la baja tiende a degradarse con las restricciones a la obra pública, el empobrecimiento de sectores medios, la consunción de las changas y la falta de nuevas contrataciones, dispuesta por empresas de todo porte, en sólido consenso invisible.
El titular del INDEC, Jorge Todesca, afila el lápiz para atenuar de modo virtual el índice de inflación de junio. La contabilidad creativa tocará un límite: no engañará a nadie porque la realidad cotidiana es palpable y cruel.
Termina el Mundial que no sirvió de cortina de humo ni de freno al conflicto distributivo. En esas ligas, como en tantas otras, las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas.

No hay comentarios: