26 de septiembre de 2018

¿Con Macri hasta la muerte?
Por Jorge Halperín

¿Cómo es la racionalidad de los grandes jugadores de la economía ante un  en caída libre? Los grandes jugadores de la economía sostienen la aventura macrista, pero han mostrado que no les tiembla la mano para retener los dólares de la soja, provocar corridas cambiarias y realizar operaciones que ponen en aprietos al propio Gobierno. Cabe preguntarse qué lectura hacen esos actores centrales a estas alturas de la soirèe, cuán sustentables vislumbran a los próximos 15 meses y un eventual segundo ciclo de Mauricio Macri. 
Tienen a la vista el mismo paisaje que el resto de los argentinos: mientras se concretó el cuarto paro general con absoluto acatamiento, y dio un portazo el titular del Banco Central, el presidente Macri está en Washington, a diez mil kilómetros de distancia, buscando el nuevo acuerdo con el FMI y lanzando su candidatura para 2019.
Los datos de la realidad son contundentes: las caídas de la industria y el consumo, la disparada del dólar y la inflación y, en general, los indicadores del colapso económico son indisimulables, y la estabilidad inmediata del país sólo parece depender de que el FMI siga protegiendo al Gobierno. Los principales medios del mundo, entre ellos The New York Times, BBC Mundo, CNN, El País y The Financial Times, les hablan del derrumbe económico argentino, y el Wall Street Journal, Biblia de los Mercados, directamente sostiene que el máximo logro de Macri habrá sido llegar hasta el final de su mandato en 2019.
Es obvio que, además de sus elencos de asesores, los propietarios y los CEOs de esos grupos económicos son lectores atentos e, incluso, sus opiniones alimentan las que exponen los columnistas de aquellos medios. 
Por eso no es ocioso preguntarse qué escenarios construyen los mayores grupos económicos que operan en nuestro país, y hasta qué punto están dispuestos a seguir sosteniendo la continuidad del gobierno amarillo.
¿Juzgan viable la economía que pergeña Cambiemos? ¿Qué clase de racionalidad tendrán los que antes llamábamos capitanes de la industria, los Rocca y Pagani y otros sectores, para seguir sosteniendo el gobierno que provoca el autocolapso? ¿Cómo se reacomodan ellos en un país que avanza hacia una profunda crisis?
Trasladamos esas preguntas a sociólogos y economistas que investigan la elite económica, y las cúpulas del empresariado. 
Para la socióloga Ana Castellani, “la ‘racionalidad’ de la elite económica argentina es compleja porque tiene muy disociada la acción política de la acción microeconómica”. 
Ana Castellani es doctora en Ciencias Sociales y Coordinadora del Programa de Estudios sobre las Elites Argentinas en la Universidad Nacional San Martín. Considera que los grandes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que nuclea a los Magnetto, Rocca y Pagani, “siguen apoyando públicamente más que nada porque hasta ahora el Gobierno les ha concedido la mayoría de las cosas que les pidieron y, además, porque comparten el diagnóstico y el espanto ante un posible retorno de la ex presidenta o del kirchnerismo en cualquiera de sus formas en 2019. Pero está cada vez más claro que a nivel macroeconómico el Gobierno no logra hacer pie”.
Martín Schorr, doctor en Ciencias Sociales e investigador de Economía y Tecnología de Flacso, encuentra “dos respuestas posibles (no excluyentes) a ese apoyo”:
A) “La base empresaria del macrismo no son los viejos ‘capitanes’ de la industria, sino centralmente el capital extranjero y, fundamentalmente, el financiero.
B) En ese escenario, estos impresentables aprueban el rumbo, creo, por una doble razón: 1) la reprimarización de la economía que habilita esta política económica y de la que ellos son beneficiarios, y 2) las enormes oportunidades que la política económica les confiere en materia de negocios financieros (de hecho, la ‘pax cambiaria’ de los últimos días implica un reinicio de la bicicleta financiera, veremos con qué resultados).”
Sin embargo, es notorio que quienes apoyan a Cambiemos no son sólo los capitales extranjeros y sectores como el financiero, las petroleras y las empresas de servicios, la mayoría trasnacionalizados.
Parece evidente que el conjunto de los popes de la industria y de los negocios, más allá de críticas puntuales, siguen apoyando al gobierno. 
Las razones pueden ser muchas: porque hicieron  buenos negocios y están entregados al cortoplacismo; porque el empresario típico de hoy ya no se define por una especialidad sino por tener activos en industrias, en el agro, en las finanzas y en la especulación; por ceguera e irracionalidad que, en definitiva, tampoco se paga muy caro en tanto no haya una vocación empresaria profunda y simplemente se mute de hombre de negocios a rentista de fondos de inversión. 
No parece alocado pensar en la cortedad de miras, recordando el entusiasta apoyo que en los ‘90 dieron a un plan como el de hoy estrellas de los negocios como Amalita Lacroze, Gilberto Montaña Terrabusi; Mastellone; Pérez Companc y muchos otros que, finalmente, terminaron vendiendo sus empresas a capitales extranjeros.
Pero cabe pensar si, salvo los más grandes, que terminarán devorándose a otros grupos, como lo hicieron en medio del derrumbe de 2001, muchos se cavan la fosa con estas políticas que los llevarán a una nueva ronda de extranjerización de empresas.
Schorr lo relativiza sosteniendo que el apoyo a la continuidad de Macri en otros sectores de negocios “es más para que no vuelva el populismo” y no tanto por afinidad con el rumbo económico. Los más grandes están participando muy activamente de la timba financiera. Con eso tienen para tirar un buen rato. Y, además, nunca tuvieron vocación de ir por más en términos del modelo de desarrollo. “Es –dice– la burguemerda nacional que nos tocó en suerte. Los Techint, Pagani, etc. dudo que vendan. Los grupos más chicos, los que crecieron fuerte en tiempos K, hoy están casi todos en procesos de desmembramiento. En ese segmento puede haber cambio de manos, pero en los más consolidados no lo creo.”
Su colega Mariano Kestelboin, consultor de empresas y cámaras empresarias, cree que la primera razón de los hombres de negocios para continuar apoyando al Gobierno es “para que no vuelva el populismo. Luego, vinculado a lo primero, son empresas trasnacionales con sede acá, y este gobierno les baja los salarios y les promete bajar impuestos”.
Por otro lado, en el tipo de crisis que provocan estas políticas estos grupos consolidan su liderazgo; no tendrán amenazas relevantes en la industria. 
Así planteado el escenario, Castellani concluye: 
“De momento, supongo que seguirá primando la lógica predatoria de sacar todo lo que se pueda, fugar las utilidades e ir armando líneas de acercamiento con el peronismo ‘blanco’ por si las moscas.”
De terror.
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