24 de junio de 2025

El ascenso de los BRICS y el declive de Estados Unidos

Emir Sader

Desde Río de Janeiro

El ataque de Estados Unidos a Irán retoma una forma de actuar tradicional del imperialismo norteamericano. Basta con que un país represente, a sus ojos, un riesgo potencial, para que él actúe de forma directa y brutal para terminar con ese supuesto riesgo.

Al finalizar la Guerra Fría, con la desaparición de la URSS, Estados Unidos creyó que comenzaba un nuevo período histórico, similar al que lideró Inglaterra durante 70 años en el siglo XIX. Que sería un mundo unipolar, con una única potencia hegemónica: Estados Unidos.

La ilusión no duró mucho. Pronto, Estados Unidos tuvo que comprender que el mundo era diferente, que no reinarían solos. China, la propia Rusia y otras potencias emergentes poblaron el mundo, impidiendo esta hegemonía única con la que el país del Norte soñaba.

El fenómeno más importante, hasta la fecha, del siglo XXI es el de los BRICS. Agrupa, por primera vez, una alianza estratégica entre Rusia y China, entre el poder político y militar de Rusia y el poder económico de China.

A la que se sumaron potencias emergentes como Brasil, Sudáfrica e India. La participación de Brasil ya era particularmente significativa, ya que era el único continente con gobiernos antineoliberales.

Pronto se sumaron al grupo otros países, como Arabia Saudita y otras naciones productoras de petróleo. Además de ellos, existe una larga lista de países que desean unirse a los BRICS.

Los BRICS crearon el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shanghái y presidido por Dilma Rousseff, y el Acuerdo de Reserva Contingente. El Banco apoya proyectos mediante préstamos y otras formas de apoyo.

Entre 2003 y 2007, el crecimiento de los países BRICS representó el 65% del crecimiento del Producto Interno Bruto Mundial. En 2010, el PIB combinado de los cinco países BRICS alcanzó el 18% del PIB mundial. En paridad de poder adquisitivo, alcanzó el 25%.

En 2013, el PIB de los BRICS ya superaba al de Estados Unidos o la Unión Europea. En 2017, su PIB representaba el 50% del crecimiento económico mundial. Con la llegada de los nuevos países, los BRICS representan ahora el 27% de la economía mundial y el 42% de la población mundial.

Este es el panorama global en la primera mitad del siglo, con una tendencia que probablemente se extenderá hasta el siglo XXI. A esto se suma la tendencia al debilitamiento del imperialismo norteamericano. Hoy en día, sigue siendo la mayor potencia económica del mundo, pero tecnológicamente ya ha sido superada por China.

Desde hace varios años, la sensación característica estadounidense de que las nuevas generaciones vivirían mejor que las anteriores se ha dejado de lado. Una sensación de decadencia se apodera de la imagen actual de Estados Unidos. Las bombas de relojería de la desastrosa administración Trump tienden a consolidar esta tendencia.

Además, los aliados históricos de Estados Unidos también sufren los efectos de la nueva correlación de fuerzas a escala global. Europa está atravesada por fuerzas de derecha y ultraderecha, rompiendo con el consenso socialdemócrata de décadas anteriores. Japón, por su parte, ya no está a la vanguardia de las innovaciones tecnológicas, superado por China.

Lo cierto es que los BRICS llegaron para quedarse. Reúnen a cada vez más países, se han convertido en un polo de atracción para todo el Sur global y son, sin duda, el polo de oposición al declive del poder imperialista estadounidense en el siglo XXI.

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