5 de septiembre de 2014

Violencia metropolitana

La policía de Macri entró a la Villa 20, se tiroteó con los narcos pero no arrestó a nadie. Pocas horas después, ingresó al barrio y se llevó detenidos a tres albañiles inocentes.

Foto: Horacio Paone

El sábado 30 de agosto a la madrugada se vivieron horas de terror en el sudoeste porteño. La noche del día anterior, un grupo de narcotraficantes se había tiroteado con policías de la Metropolitana que custodian el predio desalojado del barrio Papa Francisco. Unas horas más tarde un pelotón de efectivos irrumpió en viviendas de la Villa 20, golpeando y llevándose presos a tres albañiles que no tenían nada que ver con los hechos que habían tenido lugar horas antes.
“Salí y les pedí por favor que dejen de disparar, que estaban mis hijos y mi señora. Me amenazaron y entré a mi casa. Tiraron la chapa y entraron. Me tiraron al piso, me pusieron un precinto en las manos y me patearon en las costillas. Un policía me dio un culatazo en la cabeza, me dijo que me calle. Yo escuchaba los gritos de los chicos y mi señora que les decía ‘bajen las armas’. Me llevaron y no pude ver más”, contó César Fabián García a revista Veintitrés.
 
García tiene 27 años, vive con su mujer, Rosario, y sus seis hijos. Trabaja hace cinco años en la Cooperativa Esperanza Sur. Su humilde vivienda, ubicada en la Manzana 30, en la Villa 20, está al lado de la toma desalojada. Consta de un patio, un baño y una habitación. Una de las paredes es de chapa. Por ahí entraron los metropolitanos. Después de que se llevaron a García, entraron entre cinco y seis policías apuntando con armas largas. A esa altura ya se habían hecho presentes la madre y hermanos de García. “En vez de perder el tiempo acá con nuestra familia que somos todos trabajadores tendrían que estar persiguiendo a los transas que andan caminando tranquilamente mientras ustedes están acá. Es ilegal que entren en nuestro domicilio, no tienen orden de allanamiento”, les dijo uno de sus hermanos. “Callate o te llevo a vos también”, le dijo el policía, mientras le apuntaba en el pecho. “Mi hija de 11 años entró en shock. Los chicos quedaron traumados, encima mi bebé tiene asma”, se lamentó Rosario.

Pedro Giménez Ríos, de 50 años, lo detuvieron de la misma manera. En su cabeza le quedó una marca profunda fruto de un culatazo policial. Les dijo a los metropolitanos que no tenía nada que ver con el tiroteo. “Callate, paraguayo de mierda”, le espetaron, según detalló a esta revista. Cuando se lo llevaban detenido a la rastra se tropezó, por lo que se le produjo una herida profunda en su pierna derecha. El otro detenido fueDaniel Eduardo Tali, de 37 años. Tiene dificultades para hablar y es de contextura pequeña. Los tres estuvieron presos en la comisaría que la Metropolitana tiene en la comuna 4, en los calabozos del Palacio de Tribunales y en el penal de Ezeiza, donde sufrieron nuevamente violencia, esta vez en manos del Servicio Penitenciario Federal que intervino en una pelea entre dos presos golpeando a todos los presentes, aseguró García. El juez de primera instancia Javier Feliciano Ríos les dictó falta de mérito al no contar con ninguna prueba que los vincule con ningún delito. Los liberó el martes a la tarde.
“Responden con represión ante problemáticas sociales. Ya pasó la semana anterior con el desalojo de la toma. Detuvieron a vecinos inocentes durante cuatro días sin pruebas y sin una acusación concreta”, señaló Nicolás Tauber, de Liberpueblo, que tomó la defensa de los tres albañiles. “Es una política deliberada del gobierno porteño y del nacional en contra de los habitantes de la Villa 20 que ya se había materializado en el Indoamericano cuando la Metropolitana, actuando en conjunto con la Policía Federal, asesinó a Bernardo Salgueiro”, agregó el abogado.
Infonews

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