24 de mayo de 2015


El plan de los sectores concentrados para eternizar su cosmovisión

Cuál es el modelo de país que quiere imponer Convergencia Empresaria

Los grupos de poder presentaron las bases de su programa. Ya no disimulan su intención de controlar los resortes del Estado. Macri, un empresario de su riñón, será candidato a presidente y Ricardo Lorenzetti, un aliado, controla la justicia.

Cuál es el modelo de país que quiere imponer Convergencia Empresaria
Pliego de condiciones- El Foro de Convergencia Empresarial reúne a los principales referentes del establishment local y quieren marcarle el pulso a los candidatos - Foto: diego martínez
Los grandes grupos económicos que actúan en la Argentina, cobijados ahora bajo el paraguas del Foro de Convergencia Empresarial, elevaron esta semana un verdadero pliego de condiciones que deberán cumplir aquellos que aspiren a ocupar el poder político. 
A semejanza de otros documentos, como "La Hora de la Convergencia" (enero de 2014), Convergencia Empresarial traza las bases de un modelo de país que favorece a los sectores concentrados, con un Estado débil y circunscripto a las decisiones del sector privado y de otros reductos estatales que son funcionales a esos poderes, como la Corte Suprema y el Banco Central.
A diferencia de lo que ocurrió en los primeros años del retorno de la democracia, período en el que los grandes grupos empresarios ejercían presiones o sugerían políticas económicas entre bambalinas, a partir de noviembre de 2013, el establishment creó el Foro de Convergencia Empresarial como un "ámbito de diálogo" por el cual "el empresariado… se perfile con propuestas ante toda la dirigencia política". 
Los hombres de negocios transformaron al Foro en una herramienta de lobby para eternizar el proyecto de país de las corporaciones. Esta entidad se encuentra integrada por 67 instituciones privadas pero tienen particular predicamento aquellas controladas por grandes grupos locales y extranjeros como la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que controla el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, y la Asociación de Bancos de la Argentina, que agrupa a la banca extranjera. 
En este último tren también existen entidades que hacen lobby para compañías foráneas en el país como la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (Amcham) o la Cámara de Comercio Argentino-Brasileña (CAMBRAS) y algunas con un largo prontuario golpista como la Sociedad Rural Argentina, que el 24 de marzo de 1977 publicó una solicitada en el diario La Nación vitoreando el aniversario del golpe cívico-militar más sangriento de la Argentina.
Bajo el ropaje de la "defensa de la institucionalidad", Convergencia viene organizando una verdadera orquesta de presiones que incluye reuniones con los potenciales candidatos a presidente. En 2014 desfilaron por los pasillos del Foro, el socialista Hermes Binner, el justicialista ortodoxo cordobés José Manuel de la Sota, el radical Ernesto Sanz, el dirigente del Frente Renovador Sergio Massa. Sin embargo, el más aplaudido por los empresarios fue su figura predilecta, Mauricio Macri, candidato a ocupar la Primera Magistratura por el PRO y estrella fulgurante del poder económico vernáculo.
Esta semana, los empresarios presentaron un documento de 10 páginas en los que fijan las pautas que deberán seguir el próximo y los futuros gobiernos al determinar el rol del Estado. 
En uno de sus párrafos más republicanos, Convergencia Empresarial pone particular énfasis en el papel de la Corte Suprema de Justicia "cómo último intérprete de la Constitución" a la hora de "garantizar que no se alteren los principios constitucionales a través de decretos reglamentarios, decretos de necesidad y urgencia, resoluciones, ordenanzas, comunicaciones" emitidas por el Poder Ejecutivo. 
De esta manera buscan acotar aun más el margen de maniobra del futuro presidente a las decisiones de la Corte que continuará varios años más en manos de Ricardo Lorenzetti, uno de los principales socios del establishment. 
También buscan acotar el marco de regulación del Estado en la economía a un mero espectador de lo que hace un sector privado caracterizado por el alto nivel de concentración o de extranjerización. 
"Le cabe al Estado establecer reglas de juego claras y hacer cumplir las leyes, pero más allá de este marco, su injerencia en el ámbito propio de la actividad privada, interviniendo arbitrariamente en la toma de decisiones empresarias lesiona gravemente la economía y obstaculiza el desarrollo económico y social", reza el documento. 
Y, en este sentido, reclama sin tapujos "la modificación de las normas que permiten al Estado la intervención discrecional" como la ley de Abastecimiento o la norma que faculta a la Comisión Nacional de Valores a  designar veedores con capacidad de veto en las empresas cuando "resulten vulnerados los intereses de los accionistas minoritarios". 
También exhorta a la clase política a fortalecer la independencia del Banco Central del Ejecutivo, lo cual impediría crear políticas de Estado en materia monetaria, cambiaria o de impulso crediticio a la producción y el consumo, como ocurrió durante muchos años en los que el Central se transformó en una guarida del neoliberalismo. 
En nombre del "Estado de Derecho", Convergencia Empresarial señala la necesidad de que la actuación de las instituciones "debe estar circunscripta al respeto irrestricto del orden jurídico en detrimento de la arbitrariedad, la discrecionalidad, la parcialidad, la consagración de excepciones particulares a las normas y, en definitiva, de toda aquella conducta que exteriorice abuso de poder". 
Nada dice, sin embargo, Convergencia de que los grandes grupos empresarios han logrado subvertir el orden público establecido en leyes aprobadas por el Congreso recurriendo a amparos judiciales que permiten a las firmas burlar la normativa legal. 
Tampoco recuerda el capítulo de Convergencia referido al respeto a las instituciones que el diario La Nación, a través de un artículo del directivo Claudio Escribano, en víspera de la asunción de Néstor Kirchner en 2003, escribió a modo de ultimátum que "la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año" (Ver aparte). 
El Foro critica la potestad del Ejecutivo para establecer políticas dirigidas a controlar los precios por considerar que "no son eficaces". Asimismo, aboga por el fortalecimiento y profesionalización de los organismos encargados de la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero, la evasión fiscal, la trata de personas y el crimen organizado". 
Lo curioso es que muchos de los empresarios o bancos extranjeros vinculados al foro integran el listado de personas y sociedades que tienen cuentas en Suiza no declaradas. 
Es decir que enviaron dinero al exterior sin pagar impuestos en la Argentina y ahora están fuertemente sospechados de fugar dinero del país para evadir impuestos y blanquear capitales. Este es el caso de las firmas Cablevisión y Multicanal, o de Pablo Cesar Casey, sobrino de Magnetto. 
En otro de los tramos, Convergencia Empresarial alude a que el Estado "debe establecer y asegurar un marco de plena competencia en la actividad económica, evitando la existencia de de prácticas monopólicas u oligopólicas" cuando la entidad está dominada por firmas que forman oligopolios o tienen un control cuasimonopólico de su sector.
Existe una enorme distancia entre el discurso institucionalista de Convergencia Empresarial y la realidad: la praxis demostró que este sector del empresariado utilizó los resquicios de la ley para violarla y ahora pretende usar a los políticos con el propósito de obtener más beneficios. 
Así se montan en el vetusto ideario republicano de 1853 para crear un modelo de país desigual que profundice la brecha socioeconómica que separa a los ricos de los pobres y que transforme a la democracia en un decorado de la dictadura económica.  «

Aquel "pliego" vergonzoso del diario la nación
El 18 de mayo de 2003, una semana antes de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia de la República, el diario La Nación publicó en su portada un artículo firmado por su vicedirector, José Claudio Escribano, titulado “La Argentina ha resuelto darse gobierno por un año". El texto fungió como un verdadero pliego de condiciones hacia el presidente constitucional a quien le reclamaba un “alineamiento incondicional” con los Estados Unidos y que no se produjeran “más revisiones sobre la lucha contra la subversión”. “Creemos necesaria una reivindicación del desempeño de las Fuerzas Armadas en el contexto histórico en el que les tocó actuar”, planteaba Escribano sin ponerse colorado. Como contrapartida, advertía que al sector que mejor representa La Nación “nos preocupa la posición argentina con respecto a Cuba, donde están ocurriendo terribles violaciones a los derechos humanos”. En esos cinco puntos, Escribano le alertaba que “no puede ser que no haya recibido a los empresarios. Están muy preocupados porque no han podido entrevistarse con usted”, y por último reclamaba una solución para el “problema de la inseguridad”. “Debe generarse un mejor sistema de control del delito y llevarse tranquilidad a las fuerzas del orden con medidas excepcionales de seguridad”, concluía el pliego de condiciones.
De más está decir que Néstor Kirchner no sólo desoyó aquellos planteos, sino que en varios puntos, como la política internacional y la de Memoria, Verdad y Justicia recorrió el camino exactamente opuesto. Los planteos y los voceros son otros, el estilo también, pero el objetivo es el mismo.
Tiempo argentino
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Al menos lo dijeron claramente , ahora se sabe a donde apuntan.

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