22 de mayo de 2015

Según publica el diario Tiempo Argentino, la investigación por la muerte del fiscal se cerraría el año que viene. El misterioso empresario que mencionó Patricia Bullrich.  


En el diario Tiempo Argentino, el periodista Néstor Espósito explicó en una columna porqué la causa se cerrará el año que viene. Aún cuando la fiscal Viviana Fein termine de convencerse sobre el suicidio como causal de la muerte del ex titular de la UFI AAIA –tal como parece perfilarse después de los discordantes resultados de la junta médica y los que se insinúan del peritaje criminalístico–, le será imposible cerrar la causa antes de fin de año.
Aún cuando la fiscal Viviana Fein termine de convencerse sobre el suicidio como causal de la muerte del ex titular de la UFI AAIA –tal como parece perfilarse después de los discordantes resultados de la junta médica y los que se insinúan del peritaje criminalístico–, le será imposible cerrar la causa antes de fin de año.
Si el fallecido se hubiese llamado Juan Pérez en lugar de Alberto Nisman, probablemente la causa ya estaría archivada. Pero Juan Pérez nunca manejó una fiscalía encargada de esclarecer el peor atentado de la Argentina, ni millones de pesos de presupuesto anual, ni sufrió una condena a muerte (testimonial, pero condena al fin) de un régimen fundamentalista iraní. Y tampoco denunció a un gobierno (acaso con la expectativa de hacerlo tambalear), ni terminó muerto apenas cuatro días después de aquella denuncia.
Si los estudios científicos arrojaran como conclusión indubitable que Nisman se suicidó, lo único que quedaría descartado sería el homicidio. Todo el abanico de posibilidades e hipótesis que rodean a esa muerte permanecería abierto. Muchas preguntas y muy pocas respuestas. Siempre en el plano conjetural, si se comprobara que Nisman se suicidó, ¿por qué lo hizo? Si las razones fueran de estricta índole personal –una enfermedad terminal, una deuda, una angustia existencial, un proceso biológico que precipitara una depresión profunda, un desengaño amoroso, una frustración insuperable–, la privacidad debería ser la norma. Habría, por decirlo en términos fácilmente asequibles, que "dejar en paz al muerto".
Pero ese escenario no existe. Por lo menos no hasta ahora.
Nisman era un hombre público, con una actividad pública relevante, y murió en el contexto del desarrollo de su trabajo. Hasta tanto no esté contestado hasta el último interrogante, y despejadas todas las dudas, la investigación debe seguir adelante.
En la causa falta determinar si un empresario de 53 años dueño de un comercio de ropa de fajina y pertrechos militares no muy lejos de la Casa Rosada tuvo alguna relación con la muerte. Esa pista fue aportada en silencio por la diputada del PRO Patricia Bullrich, sobre la base de un manuscrito anónimo que alguien acercó a su despacho en la Cámara Baja. Apuntaba en dirección del secretario de Seguridad, Sergio Berni, y de una casa en una de las ciudades balnearias más de moda en los últimos años.
Todavía no hay un reporte claro de la empresa homónima acerca de con quién habló Nisman desde que regresó a Buenos Aires, el 12 de enero, hasta que murió. Tampoco se pudieron abrir sus cuentas de email, especialmente una de Yahoo! que utilizaba como personal, para saber qué contenían esos intercambios en los últimos momentos de su vida. Apenas se ha comenzado a desandar el farragoso camino de las direcciones IP (una suerte de DNI de las computadoras) que está por ahora muy, muy lejos de saber quiénes se comunicaron por esa vía con Nisman.
En rigor, deberían declarar, uno por uno, todos los que tomaron contacto directo o indirecto con Nisman desde que regresó a la Argentina hasta que murió.
Ni siquiera está claro, a través de un demorado análisis completo de las cámaras de seguridad, quiénes entraron y salieron del Edificio Le Parc en los días de la muerte del fiscal. Nada permite aseverarlo, pero tampoco descartar que en todas esas medidas de prueba aún inconclusas haya elementos que indiquen que algo o alguien empujó a Nisman a terminar con su propia vida. Es decir, que en el caso de comprobarse el suicidio, este haya sido inducido. El artículo 83 del Código Penal establece que "será reprimido con prisión de uno a cuatro años, el que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiese tentado o consumado". Si el hipotético suicidio fue inducido, la causa no puede cerrarse sin hallar al "inductor"
Toda esa tarea no podrá resolverse con los informes técnicos que la fiscal Fein espera para las próximas horas. Podría, eventualmente, archivar la causa con "autor desconocido" de la inducción al suicidio, igual que se archivan, por ejemplo, los robos de automóviles cuyos responsables no son identificados. ¿Se animará Fein a cerrar un supuesto "suicidio inducido" de Nisman sin determinar quién lo empujó a esa decisión? Parece difícil.
Todo indica que aunque la muerte de Nisman haya desaparecido de la agenda política (cuando se cumplieron cuatro meses de su deceso nadie se movilizó para recordarlo), la investigación seguirá acompañando la escena todavía por un tiempo más.
Infonews

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