13 de septiembre de 2016

“No hubo shock de confianza”

El economista italiano sostiene que el Gobierno no tuvo en cuenta el contexto internacional adverso cuando decidió apostar por la inversión extranjera en lugar de promover el mercado interno. “La volatilidad financiera seguirá siendo alta”, advierte en el reportaje a Página/12.
› Por Tomás Lukin
“Un exceso de voluntarismo”. Así define el economista italiano Roberto Lampa la apuesta del Gobierno a las inversiones extranjeras para motorizar la economía. El profesor de la Universidad de San Martín e investigador del Conicet advierte que, aunque coherentes y consistentes con las exigencias del recetario neoliberal, las políticas implementadas para atraer inversiones “prestaron escasa atención a la coyuntura externa que representa una amenaza formidable para las economías regionales, su crecimiento y el nivel de fragilidad financiera”. Las medidas que buscaban reemplazar con una lluvia de dólares el dinamismo del mercado interno y el rol contracíclico del gasto público no dieron resultados: “Ni siquiera se produjo algún shock de confianza”, consideró Lampa. Desde su perspectiva, la falta de resultados pudo ser cubierta en el corto plazo con endeudamiento externo y especulación financiera. Sin embargo, la estrategia no es sustentable. “La volatilidad financiera seguirá siendo alta, lo cual podría implicar un costo creciente para la emisión de bonos por parte de los países emergentes y una creciente dificultad de financiamiento externo”, explicó el economista a Página/12.

–¿Puede registrarse el aluvión de inversiones extranjeras que pretende el Gobierno?

–Las medidas implementadas por el Gobierno configuran un cambio de paradigma en términos de modelo de crecimiento. Desde diciembre la nueva administración buscó generar un shock de confianza en los mercados internacionales que permitiese, en el corto plazo, atraer flujos de inversiones extranjeras hacia el país. Las políticas fueron coherentes y consistentes: la devaluación que implicó una fuerte reducción de los salarios en dólares, la liberalización del mercado cambiario y la quita de retenciones. Sin embargo, las inversiones no llegaron porque se trató de una decisión equivocada, en el momento equivocado.

–¿Qué quiere decir?

–Para 2016 no solo no se preveían flujos de inversiones desde afuera de la región, sino que ni siquiera estaban garantizados los niveles previos de inversiones internas. Más allá de un plano puramente discursivo y mediático, lo que sucedió fue que Argentina decidió “volver al mundo” de una manera completamente voluntarista, ignorando los cambios de expectativas y los movimientos de capitales que caracterizaban ese mismo mundo. No solo no se materializó ninguna lluvia de dólares o inversiones extranjeras por efecto de un supuesto shock de confianza, sino que ni siquiera se produjo algún shock de confianza. A pesar de los esfuerzos del gobierno y las continuas e intensas misiones comerciales hacia los cuatro rincones del planeta, los inversores internacionales se han mantenido alineados a los preceptos de las principales instituciones internacionales y regionales que desaconsejan invertir en países emergentes como Argentina. Por eso digo que las medidas implementadas no prestaron atención a la actual coyuntura externa que representa una amenaza para las economías regionales, su crecimiento y el nivel de fragilidad financiera.

–Sin embargo, el gobierno no tuvo inconvenientes para lograr financiamiento a través del endeudamiento externo.

–Apuntar al crecimiento por medio de la inversión extranjera directa (IED) y fracasar en un contexto de fuga de capitales y aceleración inflacionaria enfrentó al Gobierno con la necesidad de evitar corridas contra el dólar que pudieran amenazar el modesto nivel de las reservas internacionales del Banco Central. Desde este punto de vista, el rápido y oneroso acuerdo con los fondos buitre ofreció un pasaje preliminar para las dos maniobras que buscaron garantizar un abastecimiento de dólares adecuado. En primer lugar, uno de los planes de emisión de deuda más grandes de la historia argentina reciente. En segundo lugar, un fuerte incentivo para que los inversores extranjeros compren activos financieros argentinos de corto plazo. Si por un lado era predecible que el plan para atraer inversiones fracasara, por otro el inesperado cambio de coyuntura en las economías centrales ofreció una salida de emergencia para el gobierno vía endeudamiento y especulación financiera, que le permitió lograr una estabilización en el corto plazo. La sostenibilidad de mediano plazo de semejante estrategia es dudosa.

–¿Los factores externos condicionan la llegada de inversiones?

–La etapa neoliberal del capitalismo se caracteriza por el desplazamiento a escala global de los capitales en la búsqueda de rentabilidad. En ese sentido, un mercado interno dinámico, ausente hoy en la economía argentina, facilitaría la llegada de capitales extranjeros. Pero, desde el punto de vista externo, no se puede ignorar que el deterioro de los términos de intercambio y la recuperación parcial de la Unión Europea y Estados Unidos determinaron un límite para la convergencia entre los emergentes y las economías del G-7. En ese contexto, las previsiones de inversiones para América latina son todavía peores. Por un lado se observa una fuerte desaceleración de la economía china y además todavía se sienten las repercusiones de la grave recesión brasilera. A su vez, el Brexit actuó como un disparador. El enésimo capítulo de la interminable crisis económica europea transformó situaciones de riesgo potencial en una crisis que podría arrastrar todo el sistema bancario europeo. La volatilidad financiera seguirá siendo alta en los mercados, lo cual podría implicar un costo creciente para la emisión de bonos por parte de los países emergentes y una creciente dificultad de financiamiento externo.
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