El final anunciado se produjo ayer: el jefe de la Bonaerense, Pablo Bressi, hijo dilecto de las agencias de seguridad norteamericanas, pidió su pase a retiro. La gobernadora María Eugenia Vidal estaba buscando el momento adecuado para sacar a Bressi de la cancha, en especial para que la  movida no parezca una concesión a Elisa Carrió, que desde el día uno venía pidiendo su cabeza. La razón de fondo del desplazamiento es que los índices de inseguridad se vienen deteriorando en la Provincia de Buenos Aires e incluso reaparecieron delitos como los secuestros que hace un año eran muy aislados. Pero, según parece, la gota que rebalsó el vaso es que Bressi habría propuesto en la lista de ascensos al comisario de Automotores, Alberto “El Máquina” Miranda, que fue detenido ayer en un espectacular caso de corrupción. Cuando Asuntos Internos lo detuvo, “El Máquina” enloqueció y tiró unos 200.000 pesos por el aire (ver nota aparte). En reemplazo de Bressi asumirá como Superintendente (ese es el cargo mayor en la Bonaerense) el número dos de la fuerza, Fabián Perroni, acusado en su momento por torturas. El gobierno de Vidal y el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, desechan nuevamente la idea de poner un jefe civil a dirigir los 90.000 hombres que constituyen la fuerza armada más poderosa del país. El autogobierno de la Bonaerense continúa.

The end

La noticia del desplazamiento de Bressi empezó a circular ayer al mediodía y cerca del anochecer ya se dio a conocer la carta dirigida a la gobernadora en la que Bressi pidió el pase a retiro. Como suele ocurrir en estos casos, el policía le agradeció a la gobernadora la confianza y sólo adujo que cumplió con los años de servicio que le permiten la jubilación. La realidad es más áspera que el intercambio de flores epistolar.
Lo que admiten en la gobernación es que quieren una conducción más inflexible, de mayor control de los narcos y mayor vigilancia en las villas. En otras palabras, que estaban disconformes con la gestión y que les gustaría un perfil todavía más represivo. Bressi fue el histórico negociador de la Bonaerense en casos de secuestro, para lo que fue formado en Estados Unidos. Y después llegó al cargo de superintendente de Drogas Peligrosas, un puesto al que no se accede sin el visto bueno de la Drug Enforcement Administration (DEA). En alguna charla, la propia gobernadora admitió que Estados Unidos le pidió la designación de Bressi.
Lo curioso es que desde el primer día, el nuevo jefe fue hostigado por Carrió, quien lo acusó de estar vinculado con el narcotráfico. La DEA tiene fama de intervenir en las operaciones de tráfico de cocaína y drogas sintéticas, pero Carrió nunca pudo aportar ninguna prueba contundente contra Bressi y Vidal argumentó que nada inculpaba al nuevo jefe. La tirantez entre las dos líderes de Cambiemos continúa hasta hoy. 

Fondo

De todas maneras, el problema de fondo que llevó al desplazamiento de Bressi es que la inseguridad no sólo no baja sino que los casos graves y menos graves se incrementan. Con el discurso norteamericano del combate a las drogas como prioridad, el Ministerio de Seguridad de la Nación, a cargo de Patricia Bullrich, dispuso sacar a las fuerzas federales –policías, gendarmes y prefectos– que fueron desplegados en el Gran Buenos Aires durante el gobierno kirchnerista. Bullrich resolvió enviar a los efectivos a las fronteras, los ríos y las rutas. Cuando los secuestradores empezaron a pasar de Capital al conurbano y viceversa, hubo una marcha atrás y se volvió a la política de la época de Cristina.
Pero el tema de fondo es que la crisis social, la pérdida de puestos de trabajo y changas, también empeoró la situación. Eso lleva a que Cambiemos, que se presentó como la fuerza que iba a resolver los problemas de inseguridad, no puede exhibir ningún logro tampoco en ese terreno. Las entraderas son una constante, creció el robo a los comercios y los delitos aun menores como el hurto de carteras y celulares se multiplicaron.

Autos

Estaba extendida la versión de que por los problemas de inseguridad y la falta de liderazgo Bressi iba a ser desplazado. La cuestión era buscar un momento en el que no quedara la impresión de que el pase a retiro se producía por la presión de Carrió.
Ayer, la situación parece que no dio para más. En La Plata niegan que el escándalo de Automotores fuera el detonante, pero otros afirman que eso precipitó el retiro.
Durante la mañana de ayer, llegó a Asuntos Internos un anónimo en el que se indicaba que el comisario mayor Alberto “El Máquina” Miranda, jefe de las plantas verificadoras de toda la provincia, recibiría dinero de coimas sobre el mediodía. Se dispuso un operativo y, según parece, se lo encontró a Miranda con unos 200.000 pesos en situación sospechosa. De inmediato se ordenó la detención y, aparentemente, El Máquina produjo un enorme escándalo. Empezó a resistirse a los gritos y tiró los billetes al aire. El episodio terminó con Miranda entre rejas y el comisario mayor seguía detenido anoche.
Como es obvio, nadie se cree lo de la denuncia anónima, hecha con una llamada al 911. Todos apuestan a una interna policial. Se buscó el deterioro final de Bressi, quien habría propuesto el ascenso de Miranda, incluso sin el visto bueno del Ministerio.

Suplente

El gobierno reemplazará a Bressi con su número dos, Fabián Perroni. Las relaciones entre ambos no eran demasiado buenas.
Perroni parece más un hombre de acción, pero sus acciones no hablan muy bien de él:
  • Estuvo a cargo de la Departamental de Mar del Plata hasta 2012. Se trata de una de las ciudades con más altos índices de inseguridad.
  • De Mar del Plata pasó a la jefatura departamental de Lanús, otra zona más que conflictiva en los últimos años. El distrito del sur del conurbano trepó en forma espectacular en la tabla de posiciones de los homicidios y delitos. 
  • Este año fue el responsable del Operativo Sol, que según el Ministerio de Seguridad fue “el más exitoso de la historia”. 
En el diario Hoy de La Plata, en su edición del miércoles 19 de noviembre de 1997, se consigna que Perroni fue detenido por torturas. Las circunstancias llaman la atención. Cinco años antes, en 1992, Perroni y el oficial Walter Abrigo irrumpieron en el domicilio de un sospechoso de haber cometido robos, Ramón Silva. Como no lo encontraron, se llevaron detenido a un amigo, Julio César Medina, y en la seccional lo sometieron a gravísimos apremios ilegales. Para justificar su detención, los policías dijeron que Medina portaba armas, pero el juez Ernesto Domenech los procesó a ambos oficiales y al comisario por las torturas y por armar pruebas falsas. El punto más impactante es que el compañero de andanzas de Perroni, Walter Abrigo, fue el principal imputado por la desaparición del estudiante Miguel Bru, también en La Plata. 

Estrellas

La máxima graduación en la Bonaerense es la de comisario general, que lleva tres estrellas en el hombro. Salvo el jefe de la fuerza, que tiene cuatro estrellas. En tiempos de León Arslanian nadie llevaba cuatro estrellas porque se dispuso que la Bonaerense quedaba bajo las órdenes de un civil, el propio Arslanian. El objetivo era marcar la cancha y evitar el autogobierno policial.
Esta política fue revertida en tiempos de Scioli y ahora también Vidal volvió al jefe de las cuatro estrellas. El ministro de Seguridad supervisa, no toma todo el poder. El argumento siempre consiste en darle mayor confianza, autonomía y poder a los uniformados.
Con la designación de Perroni, el gobierno de Vidal sigue en esa línea pese a los escasos resultados en materia de seguridad y los impactantes casos de corrupción que se descubren. Y la apuesta parece ser a un jefe que le dé un tono todavía más represivo a la fuerza. Eso se produce en momentos en que el deterioro social se hace más agudo.