25 de septiembre de 2017

Julio Saquero, vecino de la zona y miembro de la APDH
“Línea de fuego y disparen”
Saquero asistió a los integrantes de la Pu Lof en Resistencia Cushamen. Señala que los gendarmes tenían a los prisioneros durante horas en el piso, con los brazos precintados.
El civil, de lentes y gorro de lana, es Julio Saquero, interpelando a uno de los gendarmes desplegados en la zona.
“Pensé acá lo único que falta es que los estaqueen porque estaba viendo un episodio de una violencia que retrotraía al tiempo de la Campaña del Desierto. Otra vez volvemos a repetir esto, en forma impune ante nuestros ojos, estaba ahí al lado Gonzalo Cané (secretario de Relaciones con los Poderes del ministerio de Seguridad), charlando con el oficial mayor de la Policía Federal, con el juez Guido Otranto y a cinco metros estaban estos muchachos, una escena indigna e infame como en la dictadura, soy de la generación que secuestró la Triple A y me tuve que ir exiliado”. Julio Saquero había esperado todo el día y cuando pudo ingresar a la Pu Lof en Resistencia de Cushamen vio a los mapuches en el piso, el testigo de la desaparición de Santiago Maldonado Matías Santana, junto al “peñi” (hermano) que declarará en los próximos días y otros más, que habían permanecido doce horas con las manos precintadas en la espalda, a quienes habían fichado y habían acusado de ser terroristas. Ante estas escenas, tuvo un episodio cardíaco, pero aún así, cuando se recuperó y ya se habían retirado todos los funcionarios judiciales, impidió el posible asesinato de varios mapuches, entre ellos la testigo Ailinco Pilquiman.
“El 18 se fue el juez y nos quedamos hasta que liberaran a todos, en ese momento llegó el grupo de la montaña, del medio del bosque aparece uno a caballo con el poncho, en ese momento el jefe del GEOP dice ‘prepárense, línea de fuego y disparen’. El joven venía desarmado, con los brazos levantados, a ver a sus compañeros, corrimos y nos pusimos en el medio y le dijimos andate porque te van a balear. Había otros policías del otro lado del río, con miras telescópicas de más de mil metros, y estaban dispuestos a disparar. Al rato por la vera del río llega una chica y le dicen ‘no te acerques porque te bajamos’. Era Ailinco con los demás testigos que habíamos dejado en Leleque antes que suspendiera Otranto la audiencia. Volvían a la Pu Lof y casi son baleados”.
Saquero es profesor de filosofía, nació en Uruguay y desde los 18 vivió, alternativamente, en Argentina, Francia, Venezuela, Suiza, y Ecuador. Desde hace varias décadas reside en Chubut, en una chacra junto al río Epuyén, en El Hoyo. En 1973 participó junto a los abogados Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde de la búsqueda de un desaparecido en La Rioja, y trabajó en la Comisión Argentina de Refugiados. Junto a su compañera Mabel Sánchez, integran la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y desde el minuto cero estuvieron en la búsqueda de Maldonado. 
Recién recuperado del ataque al corazón que tuvo hace una semana, en diálogo con Página12 recordó: “Pasé un muy mal momento, cuando vi a los muchachos en la casilla de vigilancia, pude hablar con ellos, me dijeron que necesitaban sacarse los precintos, que tenían desde hacía 12 horas. Estaban acalambrados y muy doloridos, en el suelo con las manos atadas en la espalda rodeados de soldados del GEOP con armas largas. Se lo dije al juez y a la fiscal, y al jefe del GEOP, que al menos les aflojaran los precintos y se los pusieran por delante. Lo único que me respondían era ‘no a lugar’, no atendían ninguna razón humanitaria. Lo grave fue la impunidad con que se movían, y el juez le pedía permiso al jefe policial que decía ‘si los libero me pegan un hachazo’.
Saquero describió que el 1 de agosto, con todas las rutas de la zona cortadas y enorme despliegue de vehículos policiales y de Gendarmería, así como algunos sin identificación, sospecharon con Mabel que algo grave estaba pasando. “Era un operativo enorme, nunca visto, que cubría todo el predio, (Pablo) Noceti no vino del cielo, fue un plan concertado, la prensa decía que había funcionarios del Estado”.
–¿A qué hora ingresaron por la tranquera amarilla?
-A las cinco y media, no sabíamos aún que faltaba alguien, había mujeres y niños. Ailinco Pilquiman vino a buscar alimentos pero no podía hablar, estaba custodiada, se ve claramente en los videos. También nos preocupó ver a un sanitarista, con su mochila de la Cruz Roja, vimos una enorme humareda, cargaban cosas en camiones, habían devastado la comunidad, ropa tirada por todos lados, colchones tajeados, todo el predio regado con las pertenencias de los mapuches, llegó Fernando Machado y su ayudante Sabino a tomar declaraciones a las mujeres, que estaban ‘a resguardo’, muy alteradas. Así empiezan a llegar los que se habían escapado junto a un fogón, que estaban del otro lado del río.Ya estaba oscureciendo, y uno de ellos repetía muy enojado que llevaron al Brujo. Me quedé con eso, hay un desaparecido, vamos a salir a buscarlo decían unos, otros decían que se lo llevó Gendarmería. En el episodio de enero, Otranto había dicho que llevaran a los tres detenidos a la Unidad 14, pero al final se los llevó Gendarmería. Luego tomó el caso el juez Oscar Colabelli, ya sancionado por uso abusivo del cargo contra los mapuches, la policía les sacó los animales, balearon a dos mapuches al grito de ‘maten a uno’, le partieron la mandíbula a uno y a otro hirieron en la base del cerebro porque tiraban a la cabeza desde muy cerca. Fue el operativo que preparó la intervención del 1 de agosto.
–¿Por eso los voceros mapuches dicen que querían matar a uno?
–Sí, es una secuencia desde 2015 cuando ellos recuperaron esa parte pequeñita del territorio enorme de Benetton: mano dura y desalojarlos a como de lugar. A pedido del capataz, los acusan de abigeato pero no lo pueden probar. Ahí aparecen el espía de la AFI y en una audiencia se le escapa un archivo de espionaje que decía “antimineros”, donde estaban abogados, ambientalistas y mapuches que protagonizaban la lucha antiminera. Episodio grotesco como se repitió en el juicio de extradición contra Facundo Jones Huala, donde el testigo principal en su contra había sido torturado. 
–¿Es cierto que el 1 los policías buscaban elementos para inculpar a los mapuches por el incendio de la estación Bruno Thomae, cerca de El Maitén?
–Es una novela todos estos episodios en torno al RAM, lo único que se ha determinado en la justicia es una fotocopia que señala que habría procedido a ese acto de sabotaje en nombre del pueblo mapuche. Pero son papelitos impecables, no les afectó la lluvia, no hay heridos, no hay testigos, encima se lo atribuyen a Facundo que ha estado todo este tiempo en la carcel, y a la Pu Lof que está a cien kilómetros de donde sucedió eso. Acá mi chacra se incendio en 2012 y no se me va a ocurrir echarle la culpa al RAM, la sequía produce incendios. Todo apunta a lo mismo, los mapuches son malos y violentos. El 10 y 11 no lograron matar a nadie, ni desalojarlos. El 1 arman un operativo de dos días, con el argumento de la flagrancia, ahora queda todo a la luz con los videos y lo que están mostrando los propios gendarmes–. 
Saquero fue testigo del lavado de las camionetas de la Gendarmería, e incluso del ocultamiento de uno de los vehículos. “Le pedimos al comandante Méndez que abra un galpón, se puso muy molesto, y vimos una camioneta escondida, estaba sucia, las otras que habían peritado estaban brillantes, nos dijo que estaba rota, que no la usaban.Firmamos con reserva, pero ese informe no lo encontramos en el expediente”, dijo.
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