15 de agosto de 2020

17A: Festival de Contagios, campaña sucia y la perversidad táctica de Larreta

Con la vista en el liderazgo opositor, el jefe de gobierno porteño rompió la estrategia de cuidado oficial y convalida un festival de contagios. Campaña fake políglota, blindaje y la avanzada contra la autoridad presidencial.

17A: Festival de Contagios, campaña sucia y la perversidad táctica de Larreta
Circulan entre grupos de personas autopercibidas como "no politizadas" videos en distintos idiomas con "informes" que asemejan la política oficial de la Argentina frente al coronavirus con una dictadura.
El contenido y formato coincide con las piezas que suele elaborar el staff de trolls M, cuyo comando se adjudicó a Marcos Peña. Lejos de una impostada situación de retiro, unos y otro -trolls y Peña- se mantienen en actividad.
En el gobierno minimizan este tipo de campañas virales, dirigidas especialmente al tercio de “votantes blandos” que inclina la balanza electoral. "En campaña hicieron miles de esos vídeos y ganamos igual", dicen en el oficialismo. Olvidan un detalle: el macrismo, que perpetró una devastación, quedó a solo tres puntos de un balotaje. 
Campañas sucias como las que circulan ahora contribuyeron para que el macrismo obtuviera el 40% de los votos, a pesar del desastre que provocó. Insuficiente para vencer, la cosecha alcanzó para sostener su alianza con el dispositivo de poder que integran los tribunales, la elite económica y los medios de comunicación. Dispositivo que permanece intacto.
Aún más: los comunicadores afines a las políticas que llevó a cabo el macrismo hoy tienen más bocas de expendio -y más recursos económicos, por el empobrecimiento general- que durante la gestión de Juntos por el Cambio. Un ejemplo: el Grupo Clarín-Telecom lidera la facturación en el sector de telecomunicaciones, una de las pocas actividades rentables durante la pandemia. A fin de mes, de hecho, ajustará precios en un 10%, un privilegio que pocos tienen en un contexto de recesión.  
El gobierno persiste en un error si, como murmuran sus funcionarios en ronda informales, "lo que haga el macrismo no nos interesa". Es el mismo tipo de petulancia política que en su momento acuñó la creencia de que el territorio alcanzaba para vencer a una inconsistente María Eugenia Vidal. O que los derechos adquiridos no podían ser destruidos. Esa historia ya fue escrita: a Macri le llevó un par de meses derribar varios de esos derechos y condicionar otros tantos más.
Razonamientos similares a los que precedieron a la noche macrista se reproducen frente al proyecto Horacio Rodríguez Larreta. Salvo algún accidente político, el jefe de Gobierno porteño va a ser candidato a presidente. La certeza surge del calendario: Larreta transita el último mandato como intendente, y su mejor chance es apalancar la candidatura con gestión. Por el contrario, si decidiera esperar, en 2027 debería competir sin la exhibición -ni los recursos financieros- que provee el gobierno municipal.
La pandemia le otorgó a Larreta una formidable plataforma de lanzamiento nacional. En el inicio, Alberto Fernández, Axel Kicillof y Larreta se aliaron bajo el principio del yunke: si la cuarentena fracasaba, se hundían juntos. Pero a poco de andar el intendente comenzó a emanciparse de la estrategia oficial con gestos y actos. Por caso, no dispuso alivio fiscal ni aporte económico significativo para estimular el aislamiento obligatorio. Así calentó las conciencias políticas de sectores medios y populares que hoy acusan por la penuria económica exclusivamente al gobierno nacional. 
Tras cinco meses de lisonjas públicas y zancadillas subterráneas, el intendente terminará de salirse del clinch esta semana con dos movimientos: la apertura casi total de actividades en la ciudad y el patrocinio tácito de un nuevo Festival de Contagios “por la libertad”.
Con el peligro del colapso sanitario a la vuelta de la esquina, lo de Larreta parece un acto temerario. Pero su estilo no es el salto al vacío: tiene garantías de que el blindaje mediático lo protegerá de una explosión de muertes. La responsabilidad, si eso sucede, será volcada sobre el Frente de Todos, a quien ya le imputan en exclusiva los efectos económicos, sociales y hasta psicológicos de la pandemia.
La prematura postulación de Larreta va más allá de sus propios deseos. Hubiese preferido esperar, pero sus patrocinantes no le dieron opción: el establishment necesita un líder opositor que impulse y/o custodie su agenda e intereses. 
La precoz entronización de Larreta, la violenta campaña troll y las repetidas convocatorias callejeras para combatir cualquier iniciativa de fondo que el gobierno propone, son indicios de una apuesta al desgaste de la autoridad presidencial que la coalición gobernante no debiera soslayar.
El Destape

No hay comentarios: