28 de junio de 2021

El río que quería vivir

Mempo Giardinelli

Se veía venir, y parece que viene nomás. Diversos medios aseguran que está a la firma o ya se firmó el decreto que le otorga a la Administración General de Puertos (AGP S.E.) la concesión del mantenimiento del sistema de dragado y señalización del río Paraná por 12 meses. Consummatum est, podría decirse no sin cierto alivio, ya que --de confirmarse-- no sería lo peor que pudo suceder, si bien la cuestión fundamental –-la reafirmación de la soberanía sobre nuestro río-- sigue sin resolverse y los ganadores de la pulseada son, una vez más y todavía, las grandes multinacionales y sus valedores locales.

Según se sabe, la AGP licitará los servicios entre dragadoras privadas y sobre la base de lo que durante un cuarto de siglo realizó la empresa Jean de Null. Y si bien parece que a partir del nuevo decreto la AGP (o sea el Estado) cobrará peaje a las navieras por la navegación en nuestro río, con esto no termina la película de la entrega de soberanía. Al contrario, acaba de comenzar porque el gran tema pendiente es, por un lado, la fiscalización del comercio exterior hoy descontrolado (y el cual --con prolijidad y rigor–- podría llegar a pagar en pocos años el total de la deuda externa) y por el otro el inicio de un sistema de puertos nacionales, con florecimiento de la vieja e importante industria naviera, y de la marina mercante nacional.

Otro aspecto positivo es que, en los últimos años y paradójicamente "gracias" al macrismo, se desgastó completamente el mito de la eficiencia de la empresa privada frente a la ineficiencia estatal. En su lugar apareció, y hoy reluce, la mera verdad: que el modelo privatista se basa en apariencias y no en verdades; es prebendario del Estado al que corrompe, y además fomenta la explotación humana. Es más bien un tipo de empresa caníbal que para países como la Argentina, y en general del Tercer Mundo, resulta cruel y genera violencia. Por eso es necesaria la reivindicación de modelos públicos que, sobre todo si se establecen fuertes controles y penalidades, son mucho más eficientes que los modelos privatistas, como se viene probando en muchos países.

Como fuere, es imperativo tener conciencia de que son varios los asuntos pendientes a partir de la comprobación de que se ha perdido una gran oportunidad de dejar que la empresa Hidrovía S.A. se retirase sin costos para el Estado, lo que hubiese permitido recuperar no sólo los plenos derechos nacionales sobre el río, sino también el afianzamiento de las gigantescas posibilidades económicas que la Argentina hoy tiene vedadas.

La soberanía completa sobre el Paraná seguirá pendiente, a la vez que un montón de daños colaterales seguirán pesando sobre el país. Por caso la grosera y prepotente instalación de puertos extranjeros que funcionan como enclaves coloniales en nuestro territorio. O el ya enorme daño ambiental que se agravará aún más con los dragados abusivos que se hacen en estos mismos días dada la extraordinaria bajante de las aguas. Y bajante debida a la sequía provocada por los feroces incendios en la Amazonia y los desmontes descontrolados por parte de las agroempresas, tanto en Paraguay como en todo el norte argentino. Eso está impidiendo ahora el tránsito de muchos grandes buques y la solución no es, como se practica en estas horas, profundizar el lecho dragando más y más porque eso daña a un río ya herido.

Cabe decir que esta es una tara desdichadamente muy común en el mundo, debida a que faltan arenas para cada vez más gigantestas obras de ingeniería y para la extracción de petróleo mediante el llamado "fracking", que es un modo de destrucción de la naturaleza. Muchos países se roban arenas entre sí, y se sabe que algunos destruyen lagos y acuíferos con tal de extraer arena para satisfacer la impresionante y creciente demanda de hormigón. Esto, que desde hace tiempo es práctica usual en Asia, ahora nos toca a nosotros.

Y ni se diga de la magra y deficiente acción estatal en materia carretera. Porque si no se restablece con urgencia un sistema ferroviario como el que tienen todos los países con grandes puertos y hace décadas tuvimos también nosotros, el ya deteriorado sistema carretero, que en la Argentina es precario, insuficiente, ineficiente y caro, va a colapsar. Basta ver el impresionante tránsito de miles de camiones cargados de granos, o de arenas, que atosiga las rutas de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y otras provincias, y que es encima muy peligroso. Son millones de camiones que circulan muchas veces sobrepasados en la tara permitida, provocando altísimos índices de accidentes y crecientes daños a las rutas que –-por si no lo saben–- pagamos todos.

Según el decreto de marras, no sólo los servicios de dragado y balizamiento se licitarían entre privados, sino que, mientras transcurran los 12 meses de esta concesión "corta", el Ministerio de Transporte encarará otra licitación, ésta de fondo y para el largo plazo, y parece obvio presumir sus posibles contenidos.

Seguramente por todo esto el ministro Guerrera fue, esta semana y dizque "en forma reservada", a anticiparle a los directivos de la Bolsa de Comercio de Rosario todos los cambios "a la firma" del Presidente. Y reunión en la que según diarios rosarinos estuvo acompañado por el jefe de Gabinete de ese ministerio, el abogado radical Abel De Manuele, quien cumplió similar función durante el macrismo a las órdenes del entonces ministro Dante Sica, y que habría sido el redactor del decreto. En tal encuentro, la BCR habría planteado que todo el proceso de licitación no debería afectar el para ellos "muy buen servicio" de dragado que se viene prestando y que en tiempos de una bajante del Paraná como la actual, es "imprescindible para que no se corte el transporte fluvial de cargas".

También hay que decir, aunque pudiera fastidiar a algunos, que la cuestión de la soberanía del Paraná desnuda de paso la ominosa pérdida de sentido de Justicia Social y de moralidad que desde hace muchos años viene ganando a algunos sectores políticos, tanto del peronismo como de otras afiliaciones políticas. Menem fue letal en este sentido, por disolvente y cipayo, y dejó pésimos ejemplos que todavía esta nación está pagando.

Ha sido un proceso sigiloso el del decreto 949/2020, y el silencio generalizado ha sido sólido y constante. Y es curioso que se habla de soberanía en las Malvinas, pero se silencia el Paraná. Por eso desde algunos colectivos se alertó al pueblo argentino, lo cual quizás no sea jamás entendido por algunos escuderos del poder que sólo pretenden sumisión y silencio. Claro que el papelón mayor le corresponde al macrismo, cuya mudez en materia de soberanía y del Paraná en particular, ha sido total, maciza y desvergonzada. No hubo ni una sola declaración de JxC. Pero también se echaron de menos –­todo hay que decirlo– pronunciamientos de las jerarquías del Congreso: ni CFK ni Sergio Massa ­–ni la Cancillería– se pronunciaron respecto de la posible, inminente y ahora reencaminada privatización del Paraná.

Siempre útiles algunos hitos de la Historia, es imposible olvidar que fue Juan Perón quien en 1953, al inaugurar el Astillero Río Santiago, anunció: "Construiremos buques argentinos, en astilleros argentinos y por trabajadores argentinos". Las grandes mayorías populares no lo olvidan. Ésa es la esperanza. 

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