Delirante: La propuesta de Petri para comprar fusiles israelíes en un país sumido en la pobreza
En un contexto donde millones de argentinos luchan por sobrevivir cada día, el gobierno de Javier Milei está explorando la posibilidad de comprar fusiles ARAD-7, fabricados por Israel Weapon Industries (IWI). La noticia ha generado controversia no solo por el tipo de armamento involucrado, sino porque surge en un momento en el que el país atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia. Mientras la inflación devora los salarios, y el desempleo y la pobreza alcanzan cifras alarmantes, las Fuerzas Armadas se encuentran evaluando este costoso proyecto armamentístico. ¿Es sensato destinar recursos a la compra de armas en un país que no puede alimentar adecuadamente a su población?
La misión organizada por el Ministerio de Defensa, encabezada por Luis Petri, incluye la evaluación de los fusiles ARAD-7 en Israel. Con un diseño moderno y probado en combate, este armamento ha sido utilizado por fuerzas de élite en varios países, como Perú, Brasil y Tanzania. Sin embargo, ¿realmente Argentina está en condiciones de priorizar este gasto cuando sus ciudadanos enfrentan la escasez de productos básicos y un sistema de salud desbordado?
Una economía en ruinas frente a una inversión militar cuestionable
La situación económica del país es insostenible. Con una inflación anual que supera el 120% y una pobreza que afecta a más del 40% de la población, parece insólito que el gobierno de Milei se enfoque en adquirir armamento extranjero. Argentina no solo necesita atender las necesidades inmediatas de su población, sino también reconstruir su sistema productivo, colapsado por políticas neoliberales que han precarizado el empleo y destruido la industria nacional. A pesar de este desolador panorama, el gobierno considera invertir en armamento, siguiendo una política de defensa alineada con sus nuevos aliados internacionales, entre ellos Israel.
La propuesta de la compra de fusiles ARAD-7 incluye la posibilidad de ensamblarlos en el país, un movimiento que, en teoría, buscaría fortalecer la industria local. Sin embargo, la magnitud de la inversión necesaria y los tiempos de implementación hacen que este plan se perciba como un proyecto a largo plazo, desconectado de las urgencias actuales. ¿Es realista pensar que en plena crisis económica, una industria de armamento pueda levantar la economía? La transferencia de tecnología y el ensamblaje local de armamento podrían generar empleos, pero estos serían insuficientes para atender el problema estructural del desempleo masivo.
Prioridades equivocadas: el costo social de las decisiones militares
El costo de equipar a las Fuerzas Armadas con fusiles ARAD-7 no es menor. A diferencia de Perú, que logró ensamblar más de 10.000 unidades de este fusil, Argentina enfrenta serias restricciones presupuestarias. Los acuerdos internacionales con Israel podrían incluir la transferencia de tecnología, pero el presupuesto actual del país no permite sostener un gasto de esta magnitud sin afectar otras áreas cruciales como la salud, la educación y la seguridad social.
Los críticos argumentan que esta adquisición no solo es un gasto innecesario en tiempos de crisis, sino también una muestra de las prioridades desorientadas del gobierno de Javier Milei. En lugar de atender las necesidades urgentes de la población —con una inflación que ha empobrecido a millones—, la administración actual parece más interesada en estrechar lazos con potencias extranjeras mediante la compra de armamento.
Un pueblo que pide respuestas, no balas
Mientras tanto, los barrios más humildes del país se ven abandonados por un Estado que prioriza armas sobre el bienestar de su población. Las familias argentinas, que hacen fila en comedores populares para recibir un plato de comida, se preguntan cómo es posible que en medio de este caos se esté evaluando una compra multimillonaria de fusiles.
En la Argentina de hoy, la inseguridad no está solo en las calles, sino en las mesas vacías, en los hospitales colapsados y en las escuelas sin recursos. El fusil ARAD-7, por más moderno y eficiente que sea, no soluciona los problemas que aquejan al país. Las políticas económicas de ajuste, implementadas por el gobierno de Milei, han profundizado la desigualdad y generado una dependencia cada vez mayor de préstamos internacionales, que endeudan a futuras generaciones sin ofrecer soluciones a los problemas inmediatos.
La defensa nacional es un aspecto importante, pero en un contexto de emergencia social como el que vive Argentina, destinar recursos a la compra de armamento parece una decisión fuera de lugar. El gobierno de Milei debería enfocarse en revertir la crisis económica y generar políticas públicas que alivien la pobreza, en lugar de fortalecer su arsenal militar.
¿Qué podemos esperar?
En un país donde el hambre y la desocupación afectan a millones, destinar recursos a la compra de armas es una afrenta a las verdaderas necesidades de la población. Mientras el gobierno sigue adelante con sus planes para adquirir los fusiles ARAD-7, los argentinos se preguntan hasta cuándo tendrán que esperar para que las políticas públicas se enfoquen en mejorar su calidad de vida.
Esta propuesta de compra de armamento no solo es económicamente insostenible, sino moralmente cuestionable. Si bien la defensa nacional es un componente esencial para cualquier país soberano, no puede estar por encima de las necesidades básicas de la población. En un contexto donde miles de argentinos viven bajo la línea de pobreza y la clase media se ha visto devastada, priorizar la adquisición de fusiles de fabricación israelí es un grave error de cálculo que el gobierno de Javier Milei deberá explicar. No se puede construir una nación sobre las ruinas de su propio pueblo.
EN ORSAI
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