19 de abril de 2014

"La derecha quiere apropiarse de la década ganada latinoamericana"

El especialista, que conoce las entretelas de la región mejor que muchos nativos, analiza en esta entrevista el discurso y la estrategia del nuevo conservadurismo. Massa, Capriles, Rodas como los modelos de este sector.

A un año de la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia venezolana, el economista andaluz Alfredo Serrano Mancilla conversó con Tiempo Argentino sobre la realidad política y económica del país bolivariano, acechado en estos días por una crisis que ya dejó 41 muertos y que intenta ser resuelta con la ayuda de la Unasur. El también director del Centro Estratégico Latinoamericano Geopolítico (CELAG), que durante el año vive en ciudades tan distantes como Buenos Aires, La Paz, Quito y Caracas, advirtió sobre la aparición de una "nueva derecha" a nivel continental, representada por Henrique Capriles en Venezuela, Mauricio Rodas en Ecuador y Sergio Massa en la Argentina. 

–¿Cuál es su mirada sobre el momento actual que vive América Latina?
–Estados Unidos ha tomado una decisión firme para 2014: recuperar su hegemonía unipolar y económica. Esto explica parte de lo que puede suceder en el mundo y también tiene un daño colateral en América Latina. EE UU está procurando una "guerra" contra los emergentes porque le preocupa mucho que China cambie su política económica y se "desamericanice", y que la alianza de los BRICS sea cada vez más sólida (del 60 al 80% de las transacciones de este bloque son en otras monedas y no en dólares). Este momento de EE UU provoca una arremetida en América Latina, que es un polo propio, económico, político, que vive una suerte de cambio de época en un sentido posneoliberal. Estos cambios, llevados adelante por muchos países progresistas de la región –aun con sus diferencias–, implica mecanismos nuevos, con un relato de la derecha diferenciado al que tenía hace veinte años, con líderes como (Sergio) Massa, (Henrique) Capriles, (Mauricio) Rodas, el propio Juan Manuel Santos –con un discurso completamente diferente al de Álvaro Uribe en términos de narrativa política–, Eduardo Campos en Brasil, hasta Enrique Peña Nieto con un discurso diferente al que venía del PAN.
–¿Qué tienen en común Massa, Capriles y Rodas?
–Procuran presentar un nuevo momento, un estadío nuevo: el de la pos política, el creer que todas las discusiones son técnicas o tecnocráticas y no políticas. En la economía, posiblemente es el espacio donde más ha trabajado esto de que llegan tecnócratas del FMI, del Banco Mundial, de la Unión Europea. Justamente en América Latina la "vieja política" se ha dado cuenta de que su discurso estaba caducado, incluso era víctima de los efectos de las décadas perdidas del neoliberalismo. Un ejemplo es Ecuador, antes de la aparición de Rodas: al banquero Lasso, con un discurso a la vieja usanza de la partidocracia de los '80, le fue muy mal en las presidenciales de 2013. Entonces se intenta renovar el discurso y la narrativa, con rasgos particulares: no confrontan contra los líderes que tienen un fuerte respaldo mayoritario. En Argentina primero lo han intentado con Binner, y ahora con Massa, no confrontando directamente con Cristina. Capriles es el ejemplo más fuerte por las últimas campañas presidenciales: no confrontaba con Chávez. Y Rodas gana en Quito no confrontando con Correa. Me atrevería a decir que tienen un discurso donde tienen que jugar en el nuevo eje político de la América Latina. Esa es una victoria del progresismo latinoamericano, que ha desplazado el eje político, y ahora ya no vas a escuchar ni a Massa ni a Capriles ni a ninguno de ellos plantear directamente cuestiones de ajuste neoliberal. Seguro, van a discutir cuestiones como la reducción de los impuestos, la lucha contra la inseguridad –pidiendo endurecer penas, como hace Massa con respecto al Código Penal acá en Argentina–. Pero, en las discusiones de gasto social, no va a discutir nadie las políticas de las Misiones en Venezuela, ni la política de Asignación Universal por Hijo acá. La nueva derecha se da cuenta de que tiene que intentar captar una mayoría que ha salido victoriosa en esta década ganada latinoamericana, no sólo en Argentina sino en países como Ecuador, Bolivia y demás, y quiere apropiarse de ella. Conforman además gente alejada de las viejas partidocracias. Intentan renovar el discurso, las alianzas, con gente aparentemente nueva, sin estar anclados en la vieja partidocracia.
–¿Cuál podría ser el horizonte de Massa en cuanto a la integración regional?
–Si Massa llegara a la presidencia de Argentina, habría una nueva inserción geopolítica del país en la región. Es probable que se hagan guiños con la Alianza del Pacífico, y aunque no creo que saliera del Mercosur –por la dependencia económica–, no haría declaraciones tan contundentes respecto al intento de golpe que está sucediendo en Venezuela, por ejemplo, como si hizo el gobierno de Cristina. Massa en el gobierno sería, probablemente, una persona mucho más cercana a Santos que a Rafael Correa. 
–¿Qué papel cumple la Alianza del Pacífico en el momento que vive la región?
–Creo que la Alianza del Pacífico es una reedición del ALCA, pero con muchos matices nuevos. Han aprendido de la integración fallida del ALCA. Entre ello, no ponen a EE UU en "la foto" de las cumbres: son los presidentes, pero sin referencia pública a EE UU. Han entendido que no pueden integrarse sólo comercialmente, sino que también lo hacen en otras esferas del área económica: hablan de integración financiera, de integración bursátil. Han aprendido también que no tienen que romper con las integraciones preexistentes en América Latina. La Alianza del Pacífico no va a romper con Mercosur, no va a pelearse con la Comunidad Andina de Naciones, no va a discutir Unasur. Además, intentan pescar en el río revuelto de Centroamérica, con la traída de Panamá y Costa Rica, y puede que El Salvador en el corto tiempo. Esto es la Alianza del Pacífico que copia del ALCA la esencia de integración neoliberal, pero que lo actualiza. No sé si el objetivo final es poner en jaque al proceso de integración, pero sí tener un espacio de poder propio, que de alguna manera pueda competir con aquel bloque ya emergido que es el Mercosur, una quinta economía del mundo en la cual ningún país de corte neoliberal está adentro. Creo que la Alianza del Pacífico es darse cuenta de que no les ha funcionado ninguna de las estrategias que llevaron adelante en los últimos años, con Chávez como gran arquitecto de la integración regional. Esto ha forzado a la creación de la Alianza del Pacífico a una velocidad grande, pero a veces hay que dejar claro que "no es oro todo lo que reluce" dentro del bloque: los conflictos sociales que existen desde México, Chile, Perú y Colombia son demasiado grandes como para que una integración "por arriba", y económica exclusivamente, sea exitosa y virtuosa. Y hay que señalar que, si bien Chile no va a romper con la Alianza del Pacífico con la nueva presidencia de Bachelet, sí da señales de acercamiento a Mercosur, a Argentina, a los países del ALBA, incluso a reforzar a la Unasur, y provoca que la Alianza del Pacífico vaya a tener un poco de menor fuerza en el corto plazo. Lo que tampoco es cierto es que la Alianza del Pacífico vaya a tener un canal de comercio sólo con el Pacífico: dicho de otro modo, los países del resto de la región tienen una relación con China y con el resto del Pacífico absolutamente fluida.  «


El primer año de maduro
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, celebrará hoy su primer año al frente del gobierno bolivariano. Proclamado el 8 de diciembre de 2012 por Hugo Chávez como su sucesor, el nuevo mandatario ganó las elecciones del 14 de abril y cinco días después juró ante la Asamblea Nacional.
Maduro  cumple un año al frente de su país en medio de una ola de protestas contra su gobierno que estremeció el clima político de la nación y ya dejó un saldo de 41 muertos, cientos de heridos y miles de detenidos. Llegó al poder tras vencer a Henrique Capriles en una disputada elección presidencial, en la que se impuso por apenas un 1,5% de diferencia. La oposición denunció fraude y pidió el recuento de los votos. De hecho, los dirigentes de la derechista Mesa de Unidad Democrática (MUD) aún hoy desconocen el triunfo de Maduro.
Esta semana, el presidente venezolano dijo que, a lo largo de este año, la oposición no lo dejó gobernar tranquilo, ya que fue acosado en todos los ámbitos de la vida pública e incluso privada.
Tiempo argentino

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