1 de septiembre de 2014

El gobierno nacional, lejos de la máxima del "pato rengo"

El gobierno nacional, lejos de la máxima del
Extraño debe resultar para la oposición que el gobierno nacional no cumpla con esa máxima internacional que dice que todo presidente que comienza a recorrer sus últimos meses al frente del poder camine como un "pato rengo". Y lo es porque la iniciativa política no deja de ser patrimonio del oficialismo que deja al mundo opositor siempre fuera de órbita y a la sombra de lo que proponga el kirchnerismo. Así, la única respuesta que encuentran estos sectores es el negacionismo, el rechazo y el presagio de un futuro peor. En definitiva, lo de siempre.
Ahora bien, que el kirchnerismo tenga un mazo de cartas interminables al que recurrir no es fruto de la magia o la prestidigitación de algunos de sus principales dirigentes. En todo caso, en ese al parecer inagotable mazo lo que hay es un proyecto de país que visualiza los objetivos pero también los inconvenientes y las alternativas para alcanzarlos y/o superarlos. La diferencia, en todo caso, con gobiernos anteriores es que el kirchnerismo no se quedó en el discurso y no tuvo temor de recurrir y utilizar las herramientas existentes para alcanzar los objetivos y/o resolver los escollos que aparecen en el camino. La oposición no puede mostrar lo mismo, ni siquiera en los distritos que controla y de acuerdo a la proporción que ello implica. Los problemas de un municipio o de una provincia, que son importantes y determinantes para sus habitantes, no tienen la misma envergadura que los de un país. El ejemplo es el del otrora socialismo que gobierna Santa Fe que a pesar de su discurso se mostró, en el mejor de los casos, incapaz de confrontar la colonización por parte de la delincuencia que sufrió la policía provincial.
Sergio Massa suele contar los días que faltan para que finalice el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Lo curioso es que esa cuenta se ha convertido en un dato inútil para sus intenciones, sobre todo frente a las últimas iniciativas que ha tomado CFK.
Y es que el gobierno recurre a una herramienta y la ofrece al debate que, a pesar del discurso, los bloques opositores le rehúyen. Esta semana los senadores tendrán que debatir un paquete de leyes que buscan resolver inconvenientes internos y externos. Las normas que modifican la ley de abastecimiento, a la que le incorporan la creación de un fuero especial, pretende habilitar una mayor protección para el consumidor argentino. Al mismo tiempo, deben discutir el proyecto destinado fundamentalmente a los bonistas que ingresaron al canje de 2005 y 2010 para que tengan una alternativa de cobro de los pagos que cumple la Argentina ante el obstáculo que implica la alianza del juez Thomas Griesa con los fondos buitre.
El pago soberano local de la deuda externa es rechazado por la oposición. La Unión Cívica Radical, que abandonó definitivamente sus banderas que le dieron origen, votará en contra por considerar que todo lo realizado por los gobiernos kirchnerista en materia de deuda externa ha sido un fracaso y no quieren ser cómplices de este supuesto nuevo tropiezo. Tanto este proyecto como el paquete que defiende a los consumidores ha servido para demostrar que el centenario partido ha radicalizado su posición ideológica hacia la derecha al defender los intereses de las empresas nativas y extranjeras y, además, demostrar que prefieren acatar sin chistar las decisiones del juez Griesa.
La posición del radicalismo es más asimilable al macrismo que, fiel a sus condiciones ideológicas, rechaza estas iniciativas oficialistas. Tiene lógica que así actúe. Ahora, frente a la política de alianzas que se plantea el radicalismo de cara a las presidenciales del año próximo, donde la unión con el PRO es un objetivo a alcanzar, demuestra que algo de lógica hay en la conducta de los legisladores del radicalismo.
Si la condición del gobierno de CFK fuera asimilable a las administraciones que están en retirada y además sumergida en una feroz crisis económica es, por lo menos inesperado, que promueva y concrete la incorporación de medio millón de nuevos jubilados. Al mismo tiempo, desarrolla todo un trabajo a nivel internacional para conseguir el respaldo, la solidaridad ante el ataque que vive el país por parte de los fondos buitre y, por si faltara algo, promover y estar a un tris de conseguir que la ONU apruebe la redacción de una convención internacional que establezca un marco regulatorio sobre el proceso de reestructuración de deuda soberana. La iniciativa cuenta con el respaldo del G77+China, el grupo más grande e importante de los países que integra Naciones Unidas. En julio pasado, cuando el ministro de Economía, Axel Kicillof, visitó tanto la ONU como la Organización de Estados Americanos (OEA) para conseguir el respaldo de estas instituciones frente al intento desestabilizador de los buitres, había reclamado la elaboración de una herramienta que le dé certeza a los procesos de reestructuración de deuda y así posibilidades a los países de crecer de manera soberana y sin el yugo que pretender imponer estos poderes supranacionales que son los fondos buitre. El poroteo de las sillas y voluntades de la asamblea de la ONU permite adelantar una aprobación sin grandes inconvenientes. De todas formas sería conveniente que los Estados Unidos se sume y aporte su voto si es que pretende continuar contando con un gobierno y Estado que no sea considerado prescindible por las poderosas corporaciones que representan los fondos buitre. Por otra parte, vale la pena recordar que Kicillof lo reclamó, pero el gobierno argentino no se sentó a esperar y actuó en consecuencia. En eso se diferencia de la oposición.
En la semana que pasó, mientras la Argentina se convertía en uno de los ocho países del mundo con la capacidad de construir y enviar al espacio satélites, los sindicalistas Hugo Moyano y Luis Barrionuevo fracasaban con su convocatoria a un paro nacional destinado a defender los intereses empresarios.
Sin duda, si el próximo año el kirchnerismo es derrotado en los comicios presidenciales será más por su propios errores que por las supuestas virtudes de los opositores.
Tiempo argentino

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