29 de mayo de 2015


La trampa que esconde la falacia derechista de la "herencia K"

Los partidos políticos de la oposición, los grupos económicos tradicionales y algunos medios han tratado de instalar en los últimos meses la idea de que el kirchnerismo, incluyendo bajo este término los 12 años que comprenden el mandato de Néstor Kirchner y los dos de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dejarán a la Argentina en una situación socioeconómica comprometida, casi al borde del abismo.

La trampa que esconde la falacia derechista de la
Los partidos políticos de la oposición, los grupos económicos tradicionales y algunos medios han tratado de instalar en los últimos meses la idea de que el kirchnerismo, incluyendo bajo este término los 12 años que comprenden el mandato de Néstor Kirchner y los dos de la actual presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dejarán a la Argentina en una situación socioeconómica comprometida, casi al borde del abismo.
El concepto peyorativo de la herencia K se repite hasta el hartazgo en distintas tribunas político-mediáticas y, de alguna manera, resulta fácil incorporarlo como un dato irrebatible de la realidad aunque los número de la historia reciente, los hechos cotidianos y la vida diaria indiquen exactamente lo contrario. El país sin lugar a duda ha logrado neutralizar la pesada herencia neoliberal.
La dosis antimodelo K permanente y sistemática, escondida detrás de una noticia que se repite a través de diarios, canales de TV, emisoras radiales y portales de internet, termina por hacer mella en las conciencias sin discriminar por edad, sexo, orientación religiosa, situación socioeconómica ni formación cultural.
El problema que plantea este falso dilema es que no apunta solo a desmerecer los avances que se han alcanzado en los últimos años en el terreno económico y social columna sino que busca desacreditar la alquimia (entiéndase modelo) que permitió un mayor crecimiento económico a partir de políticas sistemáticas de integración social. En el fondo al establishment no le preocupa tanto alguna decisión puntual que mejore la situación socioeconómica de un grupo social desfavorecido sino que la población interiorice la idea de que la única posibilidad cierta de estructurar un país es crecer integrando al resto de los argentinos que aún están afuera del mercado.
Durante la última dictadura cívico-militar de 1976-1983, la instauración de las políticas económicas neoliberales estuvieron garantizadas por un proceso represivo sin parangón en la historia reciente de la Argentina que aniquiló a toda una generación.
Con el regreso de la democracia la continuidad del modelo reaganiano-tacheriano en el país, incluso de carácter más pretoriano, se pudo instrumentar aplicando mecanismos de terror social, caracterizado por un cóctel fatídico de hiperinflación,-hiperdesempleo, hiperecesión e hiperendeudamiento y privatización que terminó destruyendo en 30 años la riqueza acumulada, la capacidad de producir riqueza e hipotecando el futuro. Es un fenómeno que se ha ido gestando en el último medio siglo de forma casi ininterrumpida.
A partir del 2003 este ciclo se interrumpe e incluso empieza a revertirse en algunos asuntos claves como el endeudamiento que pasó de representar en el 2002 el 153% del PBI al 43% en el 2014. La creación de riqueza también se recupera después de un proceso de destrucción continuo que se verifica en la fuerte caída que sufrió el PBI en los últimos años del plan de Convertibilidad. A excepción de la primera etapa del menemismo, impulsado fuertemente por el endeudamiento externo, el crecimiento económico resultó decepcionante. Durante el mandato de Raúl Alfonsín la economía registró un crecimiento promedio negativo del 1,4%, en la década perdida menemista la mejora del PBI fue del 4,1% y en el período corto de Fernando de la Rúa y otros presidentes interinos fue de -5 por ciento.
En los últimos 12 años, en cambio, el Producto Bruto Interno promedio mostró un alza interesante del 6,27 por ciento.
Sin embargo, este proceso de repunte que se observa en la economía no se produce anclado en un sistema de derrame de la riqueza como se disfrazó al neoliberalismo en los 90 sino mediante un proceso de desarrollo y la integración de un amplio sector social que estaba absolutamente marginado de la rueda del consumo y la producción.
En la última década larga kirchnerista, la pobreza cayó del 40,1% en la época de Alfonsín al 16,1% según los últimos datos del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz mientras que la indigencia se redujo a la tercera parte si se compara a 1989 con el 2014. Entre 2003 y 2014 se percibió una sorprendente recuperación del consumo entre los sectores medios y medios bajos pero lo más destacado fue la reconstrucción del entramado productivo y social, uno de los pilares del kirchnerismo.
La denostación de este proceso que se conoce como la herencia K pretende esencialmente crear las condiciones políticas necesarias parea que sea la misma población beneficiaria quien reclame un retorno a un sistema de gobierno que sumergió al país en la pobreza, la indigencia y el crecimiento de la desigualdad social
Tiempo argentino

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