24 de mayo de 2015


OPINIÓN

La mentira, el cinismo, la mafia

Por Víctor Hugo Morales

La radiografía de la época no puede prescindir de lo que ha sucedido con los medios llamados dominantes y  su descenso a los infiernos de la mentira. La caída de Clarín se parece al ocaso de los Dioses griegos y los personajes sobre cuyas vidas influye, cumplen un papel despreciable. Un Dios enojado en conflicto perpetuo con la verdad como demuestra Mentime que me gusta. Pero el libro no se detiene ante el emisor de las falsedades más descabelladas, eso sí, siempre dañinas, con las que cada día acometen. Habla especialmente de quienes, traspasados por el odio, fingen dar crédito a ese titán de la información, furioso como un minotauro moderno, cuyo único ojo sólo apunta a su voraz apetito de poder.
"Clarín miente" es una frase constatada en cada título o zócalo del Monopolio. Registrar esa conducta y documentarla, es hacerse cargo de un aspecto saliente de estos años. Este cronista presenta en Mentime..., 50 capítulos de los 200 que pudo haber tomado solamente de las tapas de 2014, y los zócalos que tiñen de azul y rojo, el aire con el que intoxican a la sociedad.

Y cabe reconocer que el libro tiene el valor relativo de lo que ha quedado trunco. Es un tomo inicial, un fascículo que, al entregarse en la última semana de febrero, al igual que un agricultor que no termina la cosecha porque se pone el sol, no da toda la satisfacción esperada. Porque  mientras el lector de Mentime... recorre indignado las páginas ya definitivas, conoce las nuevas falacias, las operaciones del día a día, y puede sentirse defraudado.
¿Para qué un libro sobre las mentiras, si basta abrir el diario de hoy y esperar el de mañana para encontrar las nuevas? Hubo días, cuando ocurrió lo de Máximo Kirchner en torno a la falsedad de las cuentas millonarias o lo de Axel Kicillof al ser difamado por el sueldo de los 400 mil pesos en YPF, que Clarín parecía complotar contra el libro del firmante, quitándole importancia.
El ritmo acelerado de las últimas semanas, quitó el aliento a la población sin dar tiempo a los programas refutadores de las mentiras a ocuparse de todas ellas. La saga del suicidio de Nisman, mezclándose con las denuncias de corrupción que estallaban en el aire a las pocas horas, ofrecía un escenario de risa aun si la comedia es una tragedia para la sociedad y la democracia.
Que en la cultura periodística de la Argentina se ponga en evidencia constantemente la desvergüenza y la locura del periodismo extraviado que nos hacen padecer los Magneto, es una forma de narrar la época que nos toca transitar. Se trata del único fenómeno político que se podría mencionar de periodismo y política.
La mentira, como herramienta.El cinismo como escudo. La mafia como hábitat.

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