2 de noviembre de 2016

Trump sigue recortando la ventaja de Clinton

El mapa todavía le da a Clinton margen para perder dos o tres estados clave sin quedar en minoría en el colegio electoral y tiene chances de sumar algunos distritos que tienden a votar republicanos como Arizona o Georgia, los más accesibles.
› Por Nicolás Lantos
Desde San Francisco, California
Simpatizantes de Clinton participan de un acto de campaña con Barack Obama en Orlando, Florida.
Imagen: EFE.
A una semana de la elección, Donald Trump sigue recortando la ventaja que aún mantiene su rival, Hillary Clinton, y ya se encuentra, según los promedios ponderados de encuestas, a dos puntos y dentro del margen de error, lo que obliga a poner nuevamente la lupa en los estados clave para seguir el desenlace de uno de los procesos electorales más cinematográficos en la historia moderna. El mapa todavía le otorga a la candidata demócrata un margen en la mayoría de los distritos en disputa pero éste sigue achicándose día a día. Con Florida y Carolina del Norte nuevamente en situación de empate técnico y otros estados favorables a Clinton, como New Hampshire y Nevada, dentro del margen de error, las chances de que la elección termine en un final con suspenso la noche del 8 de noviembre crecen.
Trump sigue segundo, como a lo largo de toda la carrera electoral, pero cuenta con dos factores a su favor: por un lado, la inercia que le da el “momentum” por su mejora en las encuestas de los últimos días, en los que creció casi a un ritmo de un punto por jornada; por otro, los escándalos que penden sobre la campaña de su rival, que en estos días estuvo en el foco de las noticias por la reapertura de las investigaciones del FBI en su contra, nuevas filtraciones de correos internos que comprometen a su equipo y resquebrajan la cohesión y la paz interna en el comando de campaña, y la novedad de una nueva pesquisa federal que afecta esta vez a la fundación Clinton.
La dinámica cambiante de esta campaña entre los dos candidatos menos populares de la historia reciente indica que los peores momentos para cada uno en cuanto a la intención de voto coincidió con los pasajes de mayor exposición: en julio y septiembre, cuando la ex secretaria de Estado estuvo bajo el escrutinio por el escándalo de sus emails, el financiamiento de su fundación y por los aspectos concernientes a su salud, Trump se puso a tiro de una victoria; en agosto y en buena parte de octubre, mientras el magnate enfrentaba escándalos por sus peleas con la familia de un ex combatiente o las acusaciones de acoso sexual en su contra, los demócratas llegaron a sacar una ventaja de dos cifras.
Hoy las miradas están puestas nuevamente en Clinton, que pasó de avisorar una victoria histórica hace apenas dos semanas a pensar en control de daños sobre la recta final, con un margen que se redujo de casi diez a dos puntos, incluso antes de que la decisión del FBI de reabrir la investigación en su contra llegue a medirse plenamente en las encuestas. El lento goteo de leaks de los emails de la campaña demócrata, si bien no tuvo un efecto explosivo en la opinión pública, sí causó daño hacia adentro del equipo, donde junto con las revelaciones salieron a flote viejas rivalidades y volvieron a abrirse algunas heridas, aumentando las tensiones propias de la víspera de una elección presidencial.
Incluso en este escenario, la ex secretaria de Estado tiene, todavía, una ventaja considerable y varios factores para mantener el optimismo. El mapa todavía le da margen para perder dos o tres estados clave sin quedar en minoría en el colegio electoral (los más complicados para ella hoy son Ohio, Florida y Carolina del Norte) ; tiene chances de sumar aún algunos distritos que tienden a votar republicano pero que en este ciclo aparecen más parejos (Arizona o Georgia, los más accesibles); según los principales analistas, se vio beneficiada por un gran afluente de votantes anticipados; cuenta además con una enorme ventaja financiera y en recursos de campaña y por último tiene el apoyo pleno de su partido, cuyas figuras populares redoblaron los esfuerzos proselitistas en este tramo, en contraste con el divorcio entre el candidato republicano y el establish- ment de ese espacio político.
Ese panorama va a evidenciarse esta semana, cuando los principales dirigentes demócratas se repartan los distritos más importantes en actividades de campaña mientras el equipo Clinton emita avisos de TV en distritos que hasta esta semana Clinton contaba como seguros. En Ohio, Clinton hizo dos actos el lunes, y el presidente Barack Obama uno más ayer por la tarde. En Florida, la candidata realizó tres actos ayer, el vicepresidente Joe Biden aparecerá dos veces hoy y el mismo Obama tiene agendadas tres actividades mañana. En Carolina del Norte estuvo el candidato a vice, Tim Kaine, el lunes; Biden ayer; Clinton estará mañana y Obama tendrá actos hoy y el viernes. Simultáneamente, el equipo demócrata hará inversión publicitaria en Virginia y Colorado por primera vez desde septiembre y emitirá por primera vez en esta campaña anuncios televisivos en New Mexico y Michigan. Por las dudas.
Mientras tanto, el desafío de Trump es consolidar su avance en Florida, Ohio y Carolina del Norte, ya que una derrota en cualquiera de esos tres estados significaría prácticamente el final de sus aspiraciones, mientras busca un camino para sumar los votos electorales que le faltarían en caso de llegar a un final cabeza a cabeza. En ese sentido, redoblará esta semana sus presencias proselitistas en New Mexico, Michigan y Colorado. Por el contrario, Pennsylvania, que parecía un distrito clave para las aspiraciones republicanas, hoy parece lejos del alcance del magnate, que decidió concentrarse en otros caminos para sumar 270 delegados. New Hampshire, Nevada e incluso Wisconsin aparecen ahora en la mira de la campaña del GOP.
Las últimas encuestas muestran a Trump cerca de los 45 puntos de intención de votos, número que significó su techo histórico durante todo este año. Hasta ahora, cada vez que llegó a ese punto, encontró allí un límite y rebotó, alejándose de Clinton, que se mantuvo durante toda la carrera en un segmento estable entre 46 y 48 puntos. Para ganar en el esfuerzo final, el candidato republicano deberá superar su propio límite, convenciendo a republicanos desencantados de que acepten su propuesta y seduciendo a los indecisos y votantes de terceros partidos que quedan (y que siguen siendo numerosos comparados con elecciones pasadas). Si lo consigue, el resultado estará abierto y el 8 de noviembre ganará el candidato que logre movilizar la mayor cantidad de ciudadanos hasta las urnas en los distritos en disputa.
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