A la cuenta regresiva le quedan 52 días, momento en el que vencerá el plazo para inscribir las alianzas electorales en todo el país. Sin embargo, la última semana dejó en una situación más que crítica a la sociedad entre la UCR, el PRO y la Coalición Cívica. El acuerdo entre Mauricio Macri y Elisa Carrió para que la chaqueña encabece la lista de diputados nacionales en la ciudad de Buenos Aires abrió un conflicto de consecuencias todavía impredecibles, que amenaza con una fractura en el principal bastión político del Presidente. Tras el pacto Macri-Carrió, la conducción del comité Capital de la UCR, encabezada por Emiliano Yacobitti, ratificó su apoyo a la postulación de Martín Lousteau y volvió a reclamar que se utilicen las elecciones primarias (como sucedió en 2015) para definir los candidatos de Cambiemos. “Quieren proscribir a Martín y apropiarse de Cambiemos”, denuncian los radicales que acompañan al economista. “Los que necesitan a Lousteau son los dirigentes que apuestan a la clandestinidad del radicalismo en la Ciudad”, disparan desde el sector de la UCR alineado con Ernesto Sanz, el tercer socio fundador de Cambiemos.
La crisis política del oficialismo en la ciudad de Buenos Aires venía germinándose hace meses y tiene origen en la génesis misma de la alianza, allá por 2015. En marzo de aquel año, después de un fuerte debate interno, la UCR a nivel nacional decidió en la Convención de Gualeguaychú construir Cambiemos. Para la elección de jefe del gobierno porteño de aquel año, Lousteau armó su propio frente (ECO), integrado por la UCR Capital, la Coalición Cívica, el socialismo y Graciela Ocaña, sin el PRO. Entre la primera vuelta y el ballottage se constituyó Cambiemos para la elección de diputados nacionales. En ese momento, la UCR presentó su propia lista, la Coalición Cívica hizo lo suyo y el PRO también. El macrismo sacó el 84 por ciento de los votos de la coalición y se quedó con todos los cargos.
Ahora y ante una nueva elección de diputados nacionales, los radicales recuerdan esa experiencia y defienden el derecho de presentar un candidato propio en las PASO. Lo hacen con el acta constitutiva de Cambiemos en la Ciudad bajo el brazo: “Los precandidatos a diputados nacionales deberán estar afiliados a algunos de los partidos políticos integrantes de esta alianza distrital o ser extrapartidarios”, dice el texto firmado por los tres partidos para la elección de 2015.
Si bien esas condiciones tenían validez sólo para la votación pasada ya que las alianzas electorales caducan una vez terminada la elección, en la última convención nacional de la UCR (realizada el 3 de abril de este año) ratificó esos términos. El documento aprobado por unanimidad por la máxima autoridad partidaria dejó dos puntos que prácticamente parecen escritos para la situación de “Capital Federal”. Dice el artículo 2º, inciso 3º: “únicamente podrán denominarse ‘Cambiemos’ aquellas alianzas transitorias distritales que integre la Unión Cívica Radical”. Esto les deja un camino abierto para la impugnación judicial en caso de que el PRO y la CC quieran inscribir la alianza en el distrito con ese nombre. “Si lo hacen, lo vamos a impugnar. Hasta ahora se trata de un conflicto político pero, si no se resuelve, a partir del 14 de junio va a ser un conflicto político y jurídico”, le ratificó a PáginaI12 una fuente radical que se sabe de memoria el cronograma electoral.
El otro punto de la convención nacional de la UCR que le marca la cancha a la situación porteña es el inciso 5º del mismo artículo 2º. Dice: “En aquellos distritos donde se constituyó ‘Cambiemos’ para las elecciones del año 2015, las actas constitutivas y reglamentos electorales para las elecciones del año 2017 deberán establecer las mismas condiciones que las acordadas en el año 2015 respecto a los requisitos de los precandidatos. En caso de que no se cumplan las condiciones establecidas en este inciso por expresa reticencia de las demás fuerzas que componen Cambiemos, la Unión Cívica Radical del respectivo distrito estará autorizada a constituir otras alianzas políticas siempre que adhieran a los acuerdos político-programáticos nacionales”. Este punto encaja exacto en la situación porteña y remite al derecho del comité Capital de impulsar a Lousteau (un extrapartidario).
En ese marco, los radicales que lo apoyan tienen ahora dos opciones: ante la decisión unilateral del PRO y la Coalición Cívica de impedir la participación de Lousteau pueden aceptar el veto a su candidato y formar parte de Cambiemos (negociando lugares en las listas para otros dirigentes) o presentarse por afuera y arriesgarse a perder por un amplio margen. Por ahora, la estrategia apunta a levantar el veto, tratar de retener a los otros socios que integraron ECO en 2015 y, en todo caso, hacerles pagar a la CC y el PRO el costo político de romper Cambiemos. “Respetamos a Elisa Carrió, por eso le pedimos que respete a la UCR y no se apropie de Cambiemos. Los radicales, como socios fundadores de Cambiemos, nos merecemos elegir a nuestro representante en las PASO. No PROscriban a Lousteau”, lanzó el viernes por la noche el legislador Juan Nosiglia, hijo del histórico Enrique “Coti” Nosiglia y uno de los dirigentes más cercanos a Yacobitti. Este sector se reunió el martes pasado en un típico restó palermitano, La Bandurria, en donde ratificaron su posición pese al pacto Macri-Carrió. Estuvieron desde Coti Nosiglia y Rafael Pascual (ex presidente de la Cámara de Diputados) hasta Mariano Genovesi (apoderado del partido) y los legisladores Hernán Rossi, Marcelo Guouman, María Patricia Vischi, entre otros.
“Nosotros nos juntamos en el salón La República y ellos en La Bandurria”, advertía con acidez un dirigente que participó del lanzamiento de la agrupación Radicales en Cambiemos: la línea interna está formada por Jesús Rodríguez, Facundo Suárez Lastra y Ricardo Gil Lavedra, entre otros. Ellos comparten la oposición a la figura de Lousteau y, sobre todo, el alineamiento con el macrismo a nivel nacional. Aseguran que Graciela Ocaña, quien compitió con Lousteau en la primaria de ECO, está más cerca ahora de acordar con el PRO que de seguir junto al ex ministro. “Hay una oposición muy sistemática que no puede tener un oficialismo enclenque y dividido por ambiciones personales”, advierte Suárez Lastra.
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