1 de febrero de 2015


La izquierda debe decidir si avanza con su proyecto nacionalista o abdica ante las presiones

La troika y los buitres colocan a Grecia en una encrucijada política

El nuevo gobierno de coalición encabezado por Syriza y su socio nacionalista ANEL han decidido en primera instancia desafiar al establishment político-económico de la Unión Europea con una revisión de la deuda. Pero también sufren el acecho de Paul Singer.

La troika y los buitres colocan a Grecia en una encrucijada política
Entre la espada y el pueblo - El primer ministro Alexis Tsipras adelantó la idea revisar la reestructuración de deuda que la troika había hecho a medida de los bancos.
La Argentina y Grecia tienen varias cosas en común: una de ellas es el fondo buitre NML Elliott, o Elliott Management, o Elliott Associates, dirigido por Paul Singer, y el Dart Management, bajo la dirección de Kenneth Dart. Ellos arremeten ahora contra la Atenas gobernada por la Coalición de la Izquierda Radical (Syryza, su sigla en griego) del nuevo primer ministro Alexis Tsipras. Elliott y Dart compraron bonos surgidos de la reestructuración de la deuda griega en junio de 2012, y pueden ser un dolor de cabeza aunque entre ambos solo reúnen 3000 millones de los 206 mil millones de euros reestructurados entonces. Si Grecia no cumple las condiciones pactadas, reclamarán el pago del 100% de la deuda. De todos modos, la cuestión griega tiene otras profundidades, puesto que Syriza –y su socio de derecha nacionalista y "euroescéptica" de Griegos Independientes, ANEL–se propone discutir la reestructuración misma, no ya a los buitres; es decir, quiere reestructurar de nuevo. Tsipras ya comenzó una primera ronda de negociaciones con la troika (Banco Central Europeo, Comisión Económica Europea y Fondo Monetario Internacional) y todo el asunto promete marchar cuesta arriba y por senderos peor que difíciles. El pasivo griego, conviene recordar, equivale al 177,5% de su PIB y, reestructurada o no, es considerada impagable e incobrable. En cuanto a Dart y Elliot, su momento llegará precisamente cuando se anuncie una nueva reestructuración o, mejor aún para ellos, si las negociaciones entre Atenas y la troika fracasan. Ya en enero del año pasado, en Davos, Singer (fue conferencista en el Foro), amenazó con presentarse inmediatamente en los tribunales europeos, en Bruselas, para reclamar el pago del 100% de la deuda griega en caso de que no se cumplieran las condiciones de refinanciación pactadas en 2012. Los dos fondos buitre compraron papeles de deuda griega entre mediados de 2010 y junio de 2012, en plena crisis, por unos 3000 millones de euros. Según diversos analistas, hasta un 8% del total de la deuda puede estar en manos de buitres, que adquirieron esos títulos en bancos privados de Europa saturados de "bonos basura" que querían liquidar. Como se sabe, la crisis europea socavó los cimientos económicos de España, Irlanda, Italia y Portugal, entre otros, para luego concentrarse y estallar en Grecia. Toda esa crisis significó para los buitres un enorme negocio. Elliot, recuerdan algunos, ganó un 400% de sus inversiones en papeles de la deuda peruana, cuando acordó un cobro de 58,4 millones de dólares a cinco años.
Aunque, ahora, los buitres no están solos en su ofensiva griega.
RAZONES POLÍTICAS. Apenas se conoció el resultado de las elecciones del domingo 25 –ampliamente previsto, por otra parte– la agencia Standard & Poor’s (S&P) colocó a Grecia en "vigilancia negativa" debido, dice, a la "incertidumbre política" que abre la victoria de la coalición de izquierda. La medida está en consonancia con las advertencias casi extorsivas que en las semanas previas habían hecho los miembros de la troika a los votantes griegos, sobre las calamidades que produciría el triunfo de Syriza.
Todos ellos pasaron de inmediato de las palabras a los hechos. Si durante diciembre del año pasado los bancos griegos habían perdido 3000 millones de euros en depósitos, ahora perdieron 11 mil millones entre el 19 y el 23 de enero, en la semana previa a los comicios. Es un monto superior a la fuga de capitales registrada en mayo de 2012, en lo peor de la crisis. En noviembre, la banca griega tenía depósitos por 164 mil millones de euros, y han caído ahora por debajo de los 151 mil: una pérdida del 8,5 por ciento en apenas unos días.
El Citigroup, obviamente, ha hecho frente común con S&P. El estratega para Europa del Citi, José Luis Martínez Campusano, dijo que "Standard & Poor’s advierte la posibilidad de que Grecia tenga problemas de financiación y vincula la decisión de ponerla bajo vigilancia negativa con la incertidumbre sobre cómo terminarán las conversaciones con los acreedores", y añadió el dato decisivo desde su punto de vista: "Algunas de las medidas anunciadas por el nuevo gobierno son incompatibles con los planes de ajuste acordados".
En otras palabras: queda en tela de juicio el rescate de 2012 y, con él, el supuesto "rescate financiero" que le permite a Grecia acceder a fondos del BCE… para pagar deuda con más deuda. Por lo tanto, también se encuentra en riesgo la permanencia griega en la Eurozona, que le exige al gobierno de Syriza cumplir con los compromisos surgidos del rescate. Por el momento, los financistas griegos son pesimistas en ese punto, y la Bolsa de Atenas ha tenido derrumbes de hasta el 9% en un solo día. Y no sólo Atenas: también Wall Street empezó a operar a la baja apenas se conoció el triunfo de Tsipras.
En ese aspecto, la economía y las finanzas muestran su vínculo íntimo con la política: más allá del programa de Syriza, los griegos votaron contra el ajuste, contra la troika y contra los planes de austeridad. Los centros de poder del capital financiero temen, lógicamente, un peligrosísimo contagio europeo.
EL TIRA ¿Y AFLOJA? El lunes 26, inmediatamente después de que los electores griegos transformaran a Alexis Tsipras en primer ministro, las acciones bancarias se desmoronaron un 11% en unas pocas horas. Por lo menos dos de los grandes bancos griegos avisaron al BCE que pedirán un apoyo de liquidez de emergencia si las condiciones se deterioran en demasía.
Son todos elementos de presión con la vista puesta en el 28 de febrero, fecha límite para que Grecia obtenga una extensión del rescate. El jefe para Europa de Capital Economics, Jonathan Loynes, ya emitió una advertencia directa: el gobierno griego, dijo, debe hacer frente este año a fuertes vencimientos de la deuda, y "se quedará sin dinero rápidamente si no logra apoyo". Es decir, si no acata las condiciones de la troika.
El primer punto de conflicto en las negociaciones consiste en que Syriza quiere que se revise la política de presión impositiva y los recortes a los gastos de gobierno. La troika se niega terminantemente. Sin embargo, el gobierno de la izquierda griega podría encontrar algunos respaldos (con condiciones, claro está): Matteo Renzi, de Italia, y Francois Hollande, de Francia, han sido mucho más benévolos con ella que el resto de los gobernantes europeos.
Por el lado de la banca, el poderoso HSBC, que tiene en su poder una porción considerable de la deuda griega, dijo que deben rechazarse los "recortes directos" al plan de ajustes acordado en 2012, pero puede darse cierta flexibilidad a los objetivos de austeridad y de superávit primario que les fueron impuestos a Atenas. Se debe tener en cuenta que el año pasado Grecia tuvo un crecimiento menos que modesto después de cinco años de retroceso continuo, pero su producción se mantiene muy por debajo de la que tenía antes del comienzo de la crisis, en 2007.
También, como se dijo, está en juego la permanencia griega en el euro. El ya mencionado Loynes, de Capital Economics, dijo que el riesgo de que eso suceda "podría aumentar si se produce un estancamiento prolongado en las negociaciones entre Syriza y los prestamistas, algo que debilitaría el ya frágil sistema bancario griego". Se trata, sobre todo, de una presión política; seguramente, Loynes especula con el hecho de que las dos terceras partes de los griegos, según las encuestas, prefieren permanecer en el euro.
Como se ve, en este caso no se trata sólo de Elliot, Dart y los otros. Todos son buitres.
UN GOLPE A LA TROIKA. No en vano el BCE, la CEE y el FMI, contra toda su tradición, intervinieron directamente en las elecciones griegas con una convocatoria a no votar por Syriza. El del domingo 25 fue un plebiscito contra el ajuste y la "austeridad" que es política en toda Europa. Por lo tanto, puede marcar el comienzo de un cambio de rumbo en las relaciones de fuerzas continentales, donde las grandes movilizaciones anti-ajustes fueron derrotadas sistemáticamente durante los últimos cinco años (sobre todo en Grecia).
El triunfo de Syriza se produce en medio de un acentuamiento de la crisis europea, cuando el BCE lanza otro plan de rescate bancario amenazado por el fracaso aun antes de empezar, porque la devaluación del euro incrementa el principio de guerra comercial en curso. Ese plan abrió otro conato de crisis en la Eurozona, que enfrenta, por un lado, a Alemania y Holanda, y por el otro a todos los demás y a la cúpula del BCE. Los bancos de Europa sufren un déficit de medio billón de euros. Es la situación en la que se produce la victoria de Syriza.
Cronistas asustados calificaron a Syriza de "extrema izquierda" y hasta de "ultraizquierda". No hacía falta la alianza con la derecha nacionalista de Griegos Independientes, ANEL, para desmentirlo. Syriza no propone ninguna revolución socialista sino, por ejemplo, un "plan de supervivencia humanitaria" de 12 mil millones de euros. También ofrece llevar el salario mínimo de los actuales 450 euros a 750 (apenas por encima del nivel de indigencia), reconectar los servicios de gas y electricidad a quienes no pudieron pagarlos, suspender los desalojos, restablecer el acceso al sistema de salud pública y rebajar las tarifas del transporte público. Eso es todo. Que ese programa pueda ser calificado de "extrema izquierda" o de "ultraizquierda" (eso hizo en Buenos Aires el diario La Nación, por ejemplo) es muy ilustrativo del grado de barbarie por el cual se desbarranca la crisis.
Syriza quiere renegociar la deuda, no desconocerla, y anular una parte a todas luces ilegítima, para financiar los planes sociales que le permitirían, según calcula, al menos paliar la catástrofe humanitaria. Pero la condición buitre de los fondos de inversión y de la banca en general hace que la catástrofe humanitaria les resulte necesaria, porque es un fuerte elemento de presión para conseguir la privatización masiva de activos griegos, incluidas algunas de sus islas. La política de los fondos buitre es la política del Banco Central Europeo, de la Unión Europea y del Fondo Monetario. Esto es, de todo el capital financiero del cual los buitres como Elliot y Dart son sólo una parte especialmente concentrada.
La Coalición de la Izquierda Radical se volvió menos radical según fue aproximándose al gobierno. Hace dos años, no más, aún proponía la anulación lisa y llana del memo de austeridad firmado con la troika; suspender los pagos de la deuda y someterla a una auditoría; el control público de los bancos y la supresión de la reforma laboral que hizo de Grecia un paraíso del trabajo en negro y los contratos basura. Ahora, en cambio, ya no propone salir de la OTAN y asegura que respetará el acuerdo de asistencia militar con Israel; esto último, seguramente, es una concesión a los rasgos xenófobos de sus aliados de ANEL, que siguen una línea de hostilidad a Turquía y, sobre todo ahora, cuando se han descubierto yacimientos gasíferos en aguas chipriotas en disputa.
Aun así, la troika ya anunció que dejará a Grecia sin asistencia financiera, e incluso fuera del plan de rescate que el BCE prevé para todos los miembros de la Eurozona. Seguramente, con esa postura de dureza quieren indicarle a Syriza que la reforma laboral y las privatizaciones no son materia de debate.
Según parece, la crisis política no hace más que empezar.
¿GIRO A MOSCÚ? El acuerdo de Syriza con ANEL, que sólo logró el 4,7% de los votos, resulta contradictorio y crítico en sí mismo y, paralelamente, parece indicar una intención política por parte del agrupamiento de Alexis Tsipras. Panos Kamenos, el jefe de ANEL, ex viceministro de Marina Mercante durante el gobierno de los conservadores de Nueva Democracia, será ahora ministro de Defensa. Se diluye así la propuesta inicial de Syriza de formar un gobierno de izquierda con el Partido Comunista, adversario acérrimo de la Coalición triunfante.
La designación de Kamenos es todo un dato, porque ANEL quiere romper con la Unión Europea, salir de la Eurozona y volver a la antigua moneda nacional, el dracma.
Ahora bien: muchos recuerdan el caso reciente de la quiebra de los bancos chipriotas. Esa banca fue rescatada por Rusia, no por la troika, debido a los fuertes intereses privados rusos que operaban en ella. Ahora bien, si Syriza comienza a girar hacia Putin, si se aleja de Bruselas para aproximarse a Moscú, entonces sí el PC podría acompañarlo.
UN ASUNTO ESTRATÉGICO. Los buitres acechan a la espera del derrumbe griego, pero algunos piensan que los escombros podrían caer sobre sus propias espaldas. La especulación de los buitres, en Grecia y en todas partes, se ha visto facilitada por el financiamiento, sobre todo en Europa y especialmente en Alemania, con tipos de interés negativos. Ese dinero gratis ha provocado una burbuja financiera, otra más, esta vez en el mercado de los títulos de deuda soberana. Grecia, un país de economía más pequeña que la Argentina, con solo el 2% de la población europea y muy escaso peso político en la UE, ha transformado sin embargo en un tembladeral a las grandes bolsas. La crisis política le da a Grecia una nueva dimensión, por el temor al efecto contagio y no sólo respecto de la deuda.
Y nuevamente, como en 2010 y 2012, en Grecia y en toda Europa se discuten las semejanzas y las diferencias con la crisis argentina. En principio, porque Tsipras y su Gabinete económico ya evalúan la posibilidad de establecer un "corralito" bancario para detener la sangría de depósitos, aunque posiblemente lleguen tarde; es decir, cuando en la línea de flotación del sistema bancario ya se haya abierto una vía de agua demasiado importante, lo cual, según algunos, podría forzar a Syriza a tornar a su plan original respecto del control estatal y popular de la banca (otro de los grandes temores: que la misma crisis política empuje a Syriza hacia la izquierda). Por ejemplo, el economista español José Carlos Díez, muy escuchado en su país y también  fuera de él, insospechado de guardar alguna simpatía hacia Syriza, dijo en una entrevista con el diario El País (28/1) que Europa, y especialmente Alemania, hará bien en no dejar que Grecia caiga: "Espero que el error de Lehman –por el derrumbe de la banca Lehman Brothers, la quinta del mundo, en 2008– sirva para no repetirlo con Grecia. Si Grecia sale del euro, el contagio a España sería inminente y volveríamos a destruir empleo y entrar en recesión". Como se ve, la de Grecia está muy lejos de ser una crisis nacional y por eso demanda la atención de las finanzas, de la prensa internacional e, incluso, de fenómenos políticos como el Podemos español, que tiene en Syriza su gran punto de referencia y amenaza con producir en su país un fenómeno electoral parecido.
Ahora, también Syriza (en verdad, sobre todo Syriza) está en una crisis. Si su gobierno acata las condiciones del rescate, debe renunciar al 80% de sus propuestas electorales y entrar con su electorado en un conflicto de consecuencias impredecibles. En el otro extremo, tendrá que abandonar la Eurozona y se verá expelido de la Unión Europea. Un camino intermedio podría consistir en buscar el respaldo de Hollande y de Renzi en el Consejo Europeo contra la postura dura de Angela Merkel. La mano que París y Roma podrían darle a Tsipras sería la de aprobar un plan de estímulo fiscal y presionar para que se abra una nueva mesa de reestructuración de la deuda griega. Tsipras podría tener cartón lleno en ese camino si consigue que Mariano Rajoy, por propia conveniencia, se aleje de Merkel y se sume a la posición de Hollande y Renzi. No obstante, el gran obstáculo para lograr ese objetivo lo tiene Syriza en sus propios aliados, en una derecha ultraconservadora, xenófoba, homofóbica y antieuropea que ha recibido ahora los elogios del Frente Nacional francés de Marine Le Pen. Hollande no puede respaldar a un gobierno elogiado por la ultraderecha francesa, le resulta políticamente imposible.
Se trata de un desastre que muchos analistas previeron hace mucho, más precisamente cuando Grecia dejó el dracma e ingresó en el euro con un parque industrial demasiado pobre, sin respaldo para compartir moneda con potencias como Alemania o Francia, o aun con Italia y España. Comenzó entonces, alentado por el BCE, los bancos europeos y los fondos de inversión  (los buitres) un proceso de endeudamiento que tomó ritmo de vértigo, como si nunca fuera a llegar el momento de pagar. Todo ese proceso se dio mientras gobernaba la derecha conservadora que perdió las elecciones del domingo. Gobernó, incluso, con mayoría absoluta en las dos cámaras durante dos períodos legislativos, en cogobierno con los socialistas de Pasok. Una porción de la enorme masa de capitales sobrantes en el mundo encontró colocación en el sobreendeudamiento griego.
En un punto parecen coincidir todos: la deuda griega, equivalente al 177% de su PIB, es técnicamente impagable. En cualquier caso habrá que aplicar una quita y por eso se relamen los buitres como Elliot y Dart, que no la aceptarán e irán a tribunales para reclamar el 100% de sus créditos, al tiempo que, por supuesto, correrán a comprar los nuevos bonos de la deuda reestructurada (buitres de buitres). De modo que, paradójicamente, a los buitres les conviene que Syriza tenga éxito en su propósito de reestructurar la deuda. Syriza, al mismo tiempo, tendrá su fuerte frente interno. No habrá Plan Marshall para Grecia porque los tiempos son muy otros. Tsipras prometió devolverle al salario mínimo el nivel que tenía en 2007, y aun así los ingresos de los trabajadores se mantendrán apenas por encima del nivel de indigencia. Pero esa medida, que parece elemental, hace que muchos recuerden que en 2007 Grecia tenía un déficit del 7% del PIB (3% era el máximo permitido por la CEE para permanecer en el euro). La balanza comercial registraba entonces un rojo del 15% del PIB y la deuda pública ya tocaba el 107% del producto.
En otras palabras: el cumplimiento de compromisos electorales básicos es para Syriza, en sí mismo, una crisis, porque exige transitar por caminos imprevistos.
Mientras tanto, los buitres esperan. «

tendencias hacia la disolución

Cuando la deuda de un país entra en bancarrota, fondos financieros de distintas características (conocidos con el nombre genérico de "buitres") comienzan a operar. 
Al acecho de las quiebras, compran la deuda de países insolventes cuando han perdido casi todo su valor. Eso ocurrió en la Argentina luego de la crisis de 2001/2002.
También ocurrió en España. En 2011, el Banco de España dispuso la recapitalización de las cajas, que representaban casi la mitad del total del sistema financiero del país. Sin embargo, los capitales dispuestos a acudir a ese "rescate" reclamaron que las acciones les fueran traspasadas a un precio muy inferior al que pretendían los accionistas. El resultado fue la quiebra de varias cajas.
Hasta ahora ha sido imposible organizar un sistema de deuda pública de la Unión Europea. Esto es, la sustitución de las deudas nacionales por un título único, continental. Se oponen los países más endeudados, porque deberían sumar más deuda a la que ya tienen; y los menos endeudados, que tendrían que cargar con débitos ajenos. Una deuda única implica la constitución de un Estado único, y eso es lo que se ha manifestado imposible.
En cambio, se manifiestan con fuerza las tendencias contrarias al Estado único: las tendencias a la disolución de los Estados nacionales, como ocurrió recientemente (y aún ocurre) con las tendencias independentistas, o por lo menos autonómicas, de Cataluña. Con menos sonoridad, empieza a ocurrir un fenómeno similar con las comunas italianas y los länder alemanes. Se trata de regiones fuertemente hipotecadas, porque las operaciones "derivadas" (propias de buitres) ejecutadas por los bancos han devorado los ingresos de la población.
Del otro lado del océano, en los Estados Unidos, las deudas municipales acumulan un par de billones de dólares, de modo que varios Estados han modificado sus sistemas de pensiones y anulado el derecho de los trabajadores a un convenio colectivo. Hace unos meses, un editorial de The Economist propuso que la edad jubilatoria debe llevarse por lo menos a los 70 años.
Cosas de la crisis, que en Grecia encuentra un punto de inflexión en la política antes que en la economía.

la hormiga y los elefantes

Desde el primer "rescate" griego, en 2010, Atenas recibió créditos por algo más de 200 mil millones de euros, que debían ser utilizados… para pagar la deuda anterior. 
Esto es: se salió de la quiebra por el mismo método que había llevado a la quiebra anterior.
Mario Blejer, ex presidente del Banco Central argentino y miembro del directorio del Banco de Inglaterra, advirtió hace casi cuatro años que "la situación (griega) se asemeja a una pirámide o esquema Ponzi. Algunos de los tenedores originales de los bonos son pagados con préstamos oficiales que también financian los déficit primarios" (Financial Times, 6/may/2011).
Se trata, como se ve, de una bicicleta que rueda con dinero público y, por lo tanto, exige emisión monetaria. 
Pero, claro está, Grecia no puede emitir porque no tiene moneda propia. 
Por eso Atenas necesita un rescate detrás del otro, que conduce, según advierten varios analistas, a un inevitable derrumbe del Estado para que todo vuelva a empezar.
En aquella época, el Financial Times informaba de una reunión secreta (sus supuestos participantes lo desmintieron) en la que se habría indicado que la reestructuración de la deuda griega resultaba inviable, y que podría provocar una corrida general contra la banca europea. 
De ahí los temores actuales por la posibilidad de que Syriza declare el default.
Otros recuerdan que la banca de Europa tiene un déficit de casi medio billón de euros, y que aún conserva títulos incobrables por más de un billón de dólares. Reestructurar otra vez la deuda griega podría asestar un golpe importante a esa banca. Un pequeño país pone en situación de riesgo a todo el sistema financiero europeo, cosa que no podría ocurrir, obviamente, sin una debilidad estructural de ese mismo sistema.
Por otra parte, lo que vale para Grecia puede valer también para gigantes, incluidos Japón y los Estados Unidos, los dos países más endeudados del mundo y también los más "apalancados": deudores de quienes compraron deuda con deuda.
Tiempo argentino

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