23 de enero de 2020

La Justicia ordenó su traslado a un pabellón de presos comunes  
D’Alessio no se va a su casa y se queda en Ezeiza
Por Irina Hauser
“Mi cerebro está al límite”; “me puedo matar en cualquier momento”; “ya me dejaron una horca después que me presenté como arrepentido”; “el Servicio Penitenciario no respeta el régimen de visitas ni me dejan salir”, es parte de lo que le dijo Marcelo D’Alessio al juez federal Federico Villena en una audiencia por videoconferencia que se hizo a raíz de un habeas corpus que había presentado su esposa donde denunciaba que “está detenido en situación de tortura”. Intentaba conseguir, una vez más, cumplir su detención en su casa del country Saint Thomas con una tobillera electrónica. Y lo dijo en forma directa a los gritos: “Lo único que haría que cese la tortura es la (prisión) domiciliaria. ¿Usted me va a ayudar?”. A última hora del miércoles, Villena resolvió el traslado del falso abogado al Módulo 1 “b” del penal de Ezeiza, donde se encuentran alojados 49 presos comunes con buena conducta.
D’Alessio estaba en el Hospital Penitenciario, en una situación de aislamiento y monitoreo, con medidas de resguardo que ahora quedaron sin efecto. Habían intentado esta semana llevarlo a un pabellón con detenidos en causas de corrupción, pero se había resistido.
El acusado estrella de la causa de espionaje que tramita en Dolores ya había intentado convertirse en imputado colaborador como posible camino para que lo enviaran a su casa a cumplir la prisión preventiva, pero no lo consiguió porque el juez Alejo Ramos Padilla consideró que no había hecho ningún aporte novedoso ni sustancia. Esta semana había presentado dos habeas corpus. El primer planteo lo hizo el lunes ante Ramos Padilla, a cargo de la causa por la que está detenido, donde también habló de una situación de tortura que atribuye a su régimen de visitas acotado, con salidas limitadas al patio y contacto casi nulo con personas. Él había aceptado a los 90 días de su arresto que lo llevaran al Hospital Penitenciario vigilado, porque temía por su seguridad. Fue después de una negociación con el Servicio Penitenciario Federal (SPF) y la justicia.
El propio D’Alessio primero pedía que lo mandaran a un módulo de presos comunes pero el SPF lo descartó por la inconveniencia de que estuviera con otros detenidos a los que les pudo haber armado causas o con quienes tuviera alguna relación, pero también descartó el lugar donde están los presos comunes, donde algunos tienen antecedentes de violencia y había también acusados en casos de contrabando con los que podía tener lazos, ya que D’Alessio está implicado en extorsiones y armados en casos de delitos aduaneros. En cierto momento se pensó en mandarlo al pabellón de los presos por delitos de lesa humanidad, pero desde allí mandaron a decir algo sorprendente tratándose de genocidas: “No aceptamos a tipos que no tienen códigos”. Cuando Ramos Padilla le dio permiso para salir a caminar, se cruzó con los detenidos de lesa humanidad y se dijeron de todo. La cierto es que es un detenido demonizado en el penal.
Ramos Padilla accedió finalmente al pedido de traslado de D’Alessio en estos términos: “Teniendo especial consideración en lo manifestado por el referido letrado (en alusión al abogado de D’Alessio), ordénese a la subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial del Ministerio de Justicia que teniendo en consideración la condición criminológica del detenido en cuestión, se dispongan los medios necesarios tendientes a garantizar la seguridad del nombrado como así también que este sea alojado y/o Incorporado a un régimen que atienda de mejor modo las necesidades del detenido que fueran descriptas por su letrado”. Los jueces por lo general no especifican a qué pabellón o módulo envían a un detenido. Lo hace el SPF o se hace un acuerdo. Así fue que lo fueron a buscar a la medianoche, cuando le informaron que lo llevarían al IRIC, que es el sector específico para presos en causas de corrupción. La sigla IRIC alude al sistema de “Intervención para reducción del índice de corruptibilidad”, como se lo definió en tiempos del macrismo. Lo que sucedió fue que D’Alessio reaccionó muy mal, hizo un escándalo y se negó a ir allí, con el argumento de que es un lugar donde corre peligro o podría ser agredido. Mencionó específicamente a Lázaro Báez y Daniel Pérez Gadin, con el argumento de que ellos lo habrían acusado de armarle causas. Báez es uno de los detenidos que aparecieron en las escuchas de la causa “operativo Puf” con la que se intentó debilitar el expediente de Ramos Padilla.
Después de ese intento de traslado, la esposa de D’Alessio presentó un nuevo habeas corpus, esta vez ante el juez Villena, de Lomas de Zamora, que tiene jurisdicción sobre el penal de Ezeiza. Además de buscar conseguir la domiciliaria apunta a cuestionar a Ramos Padilla ante otro juez. En esta segunda presentación hay cierta contradicción con la primera, que pedía que lo saquen del hospital penitenciario. En la segunda pide frenar el traslado. “No solo no cesan las condiciones de tortura sino que ahora se está poniendo en riesgo la seguridad de D’Alessio”, dice la presentación.
El juez Villena decidió hacer una audiencia por videoconferencia con D’Alessio para escuchar los reclamos en primera persona. Le dijo, en esencia, que el SPF no había cumplido con el acuerdo para su detención en el Hospital Penitenciario y exhibió múltiples quejas. Finalmente el juez decidió el traslado al mismo lugar que meses atrás había pedido el propio imputado. Consideró que no se lo podía mantener contra su voluntad en una celda en el hospital, pero tampoco concederle la domiciliaria, que es algo que debe decidir el juez natural de su causa, que es Ramos Padilla.
Por la noche, los agentes le notificaron a D’Alessio la mudanza y fue llevado al nuevo lugar. Ya no tiene medidas de resguardo. Habrá que ver cómo funciona la convivencia, nadie lo sabe. De todos modos, seguro seguirá intentando que lo manden a su casa. 
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