7 de abril de 2025

Kicillof decretó el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses y pide suspender las PASO

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, anunció que enviará un proyecto a la Legislatura para suspender las PASO por este año. 

El gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, anunció esta tarde el desdoblamiento de las elecciones legislativas y envió un proyecto a la Legislatura para suspender las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). El mandatario provincial argumentó que a partir de la decisión del gobierno nacional de cambiar el sistema de votación y pasar a la Boleta Única Electrónica (BUE), la elección en la provincia de Buenos Aires sería "muy larga" según los análisis y simulaciones que hicieron. 

"Yo no puedo convalidar esta situación. La única manera que todos puedan votar de manera simple es hacerla en los días diferentes", anunció y agregó que publicó un decreto para que las elecciones sean el próximo 7 de septiembre. 

🔴Axel Kicillof anunció que enviará un proyecto de ley para suspender las PASO en la provincia de Buenos Aires

También dedicó unas palabras a la crisis internacionales, producto de la aplicación de aranceles por parte del presidente de Estados Unidos Donald Trump y criticó al presidente Javier Milei por no tomar ninguna medida. "Nuestro pueblo la está pasando muy mal y el gobierno de Milei no da ninguna respuesta. No cuida nada o, peor, destruye lo que andaba bien", denunció.

"La única manera de asegurar que todos puedan votar de manera simple es hacerlo en dos días diferentes, por eso como gobernador a cargo de fijar la fecha de las elcciones firmé un decreto para que la elección provincial se realice el día 7 de septiembre con el objetivo de garantizar un proceso electoral ordenado, transparente y centrado en el derecho de los bonaerenses a elegir en condiciones claras", expresó Kicillof

El gobernador aseguró que la decisión de desdoblar las elecciones provinciales de las nacionales fue "pensada, debatida y necesaria". "No podemos imponer a nuestra gente una elección caótica", explicó. 

El Destape

Sincericidio: Milman confesó que borraron el teléfono tras el atentado a Cristina Kirchner

El diputado afirmó que le armaron la causa y que las acusaciones son ridículas. Las polémicas justificaciones a sus asesoras

El diputado del PRO Gerardo Milman, investigado por la Justicia por su posible participación en el intento de asesinato a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchneradmitió que su ex asesora Ivana Bohdziewicz eliminó la información de su celular en el marco de la investigación del atentado. En otro orden, el diputado se desligó de las acusaciones y afirmó que le inventaron esta causa y se comió "la curva a 1200 kilómetros por hora".

Las polémicas explicaciones de Milman

En este marco, en una reciente entrevista, Milman  admitió que borraron información de los teléfonos tras el atentado a Cristina Kirchner y lanzó una polémica explicación sobre por qué su ex asesora Ivana Bohdziewicz eliminó datos de su celular en el marco de la investigación del ataque contra Cristina Fernández de Kirchner. "Ivana borró el teléfono porque tenía información personal que hoy los jóvenes tienen", justificó al portal MDZ sobre el delito de su colaboradora. Mientras que respecto a su celular, señaló: "Mi teléfono no lo requería la justicia, por lo tanto si yo quería lo tiraba desde un noveno piso o al Riachuelo, o lo cambio. Yo hago lo que quiero con mi propiedad privada. No tengo nada y nadie me lo requiere".

❗️"Ivana borró el teléfono porque tenía información personal que hoy los jóvenes tienen" 🗣️Gerardo Milman explicó por qué su ex asesora Ivana Bohdziewicz eliminó la información de su celular en el marco de la investigación del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner.

Jaqueado por el rechazo de su pliego en el Senado

Manuel García-Mansilla renunció a la Corte Suprema

Sin margen de acción, el juez designado por decreto por Javier Milei decidió dejar su cargo. Su salida es el corolario del fallido intento del Presidente de moldear un máximo tribunal a su medida.

Jaqueado tras el rechazo de su pliego en el Senado y la cautelar del juez federal Alejo Ramos Padilla para impedirle decidir en los asuntos de la Corte Suprema, este lunes renunció Manuel García Mansilla, quien había jurado como juez del máximo tribunal el pasado 27 de febrero en un acto secreto, luego de ser designado en comisión por un decreto del presidente Javier Milei.

La carta de renuncia de García-Mansilla

Corte Suprema de Justicia de la Nación

1
Buenos Aires, 7 de abril de 2025

Señor
Presidente de la Nación
Dr. Javier Gerardo Milei
S / D

De mi mayor consideración:
Me dirijo a Usted a fin de presentar la renuncia indeclinable al cargo de juez de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación para el que fui nombrado, en comisión, por
el decreto 137 del 26 de febrero de 2025.
Acepté ese nombramiento con la convicción de que la falta de integración de la
Corte Suprema era un grave problema institucional que requería una solución
urgente. Se habían generado dos vacantes en la Corte Suprema, que quedó
reducida a solo tres miembros desde el 29 de diciembre de 2024. Sin embargo,
una de las vacantes existentes a esa fecha tenía ya más de tres años. Es
francamente sorprendente que, a pesar de la importancia y del peso que tiene
cada juez en un tribunal con una integración tan reducida, se hubiera naturalizado
la existencia de una vacante sin cubrir durante un lapso tan prolongado. A esa
anomalía institucional se le había sumado una nueva vacante, que agravó aún más
la situación y que, incuestionablemente, requería también ser cubierta sin
dilaciones.
Existen quienes creen de manera errónea que la Corte Suprema puede funcionar
con solo tres jueces. Esto es, lisa y llanamente, un espejismo institucional que
puede causar un daño incluso mayor que el que ya ha causado la demora en
integrar el Tribunal. En primer lugar, porque el funcionamiento con conjueces dista
de ser el ideal. Se resuelven casos, sí, pero no en la cantidad y el ritmo que exige
la Corte. Tampoco con la coherencia técnica con que se lo puede hacer cuando
está integrada. A partir de la ilusión de creer que el Tribunal está funcionando con
cierta normalidad, se pierde de vista que eso es una mera apariencia y así se
acumulan problemas sin resolver. Con el correr de los meses la demora causada
por ese funcionamiento irregular afecta en concreto la actividad del Tribunal, y
fundamentalmente la vida de nuestros conciudadanos, que ven demorada la
resolución de las disputas que someten a su decisión. No es casualidad que, por

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este y otros motivos, al día de la fecha la Corte Suprema tenga unos 90.000
expedientes pendientes de resolución. En segundo lugar, la errónea creencia de
que el Tribunal puede funcionar de esta forma ayuda a sostener una actitud de
verdadera indolencia e indiferencia de algunos sectores de la política. Por sostener
esa creencia, se termina soslayando un problema institucional muy serio. Así es
como, en definitiva, se oculta una realidad innegable: la integración de la Corte
Suprema no admite más demoras. Es de carácter urgente.
Al momento de aceptar el nombramiento en comisión, consideré que debía asumir
la responsabilidad de colaborar con la inmediata solución a ese grave problema.
Mantener un tribunal incompleto, con un riesgo evidente de parálisis, habría sido
rehuir de lo que considero una obligación para cualquier abogado. Tampoco sería
sensato que, como ya se ha hecho, se siga demorando su integración. Suponer que
debía esperarse a que se configurara un escenario de parálisis del más alto
Tribunal de la Nación habría sido, a mi juicio, no solo una imprudencia evidente,
sino también una grave irresponsabilidad. No puede perderse de vista que si
alguno de los tres integrantes actuales tuviera algún impedimento, fuera
temporario o permanente, la Corte Suprema se vería imposibilitada de funcionar.
Es irrazonable, e innecesario, correr ese riesgo. Por eso, no se podía ni se puede
mantener hoy esta situación por mucho tiempo más. Por supuesto, podría haber
adoptado una posición cómoda y no asumir la responsabilidad que la situación
demandaba. Habría sido, sin dudas, el camino más fácil. Sin embargo, entendí que
lo correcto era eso, pese a las críticas injustas e interesadas que recibí de aquellos
que eligen cuestionar en lugar de involucrarse.
Valoré también que, en mi caso, el nombramiento en comisión era constitucional
ya que se ajustaba estrictamente a cada una de las condiciones de validez que
exige el art. 99, inc. 19, de la Constitución Nacional para que Usted pudiera ejercer
esa atribución.
En la audiencia pública del 28 de agosto de 2024 en la Comisión de Acuerdos del
Senado defendí la constitucionalidad de los nombramientos en comisión. En esa
misma oportunidad, al ser consultado por un artículo que publiqué a fines de 2015
en el que había expuesto algunas de las razones por las que considero que esos
nombramientos de carácter temporario son constitucionales, expliqué que existen
numerosos antecedentes en nuestra historia constitucional y que incluso hay
precedentes de nuestra Corte Suprema y del derecho comparado que tratan sobre
el tema. Después de dejar en claro y reafirmar mi opinión jurídica sobre la
cuestión, agregué que, a pesar de ello, ese tipo de medidas requerían también de

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un análisis de los contextos en los que se toman para poder valorar su impacto en
las instituciones. Respondí que, en la hipotética situación de haber sido uno de los
jueces nombrados en comisión en 2015, no habría aceptado ese nombramiento
en comisión. Aclaré inmediatamente después que la valoración que hacía era a
partir de una mirada retrospectiva, esto es, a partir de información posterior que
me había permitido reflexionar sobre el impacto de un hecho concreto en el
pasado. Cualquier persona intelectualmente honesta sabe que, por un sinfín de
razones, la realidad de 2015 no es la misma que la de hoy en 2025.
A pesar de ello, en las últimas semanas hubo quienes me acusaron directamente
de haber pretendido engañar a los senadores presentes ese día. Es más, esa fue la
inverosímil excusa que utilizaron algunos senadores para pretender fundar su
rechazo a mi pliego por una supuesta falta de idoneidad moral. Mediante un
recorte intencionalmente tergiversado de lo que contesté en ese momento,
intentaron adjudicarme el haber dicho que jamás aceptaría un nombramiento en
comisión en la Corte Suprema, sin importar el contexto de ese nombramiento. Eso
es falso.
Nunca afirmé que no aceptaría en ningún caso, o bajo ningún punto de vista, un
nombramiento en comisión como juez de la Corte. Nunca asumí ante los
senadores presentes ese día un compromiso de no aceptar un nombramiento en
comisión, sin importar el contexto en que se diera. Basta ver la versión taquigráfica
completa de esa audiencia pública para comprobar de forma fehaciente lo que
digo (y no un video recortado y editado, preparado sin dudas para engañar). Lo
que sí hice en aquel momento fue dar una respuesta hipotética a una pregunta
que también lo era, respecto de hechos que sucedieron a fines de 2015. Aclaré
expresamente que esa respuesta la daba a partir de una reflexión posterior “con
el diario del lunes”. Dos veces dije que no habría aceptado un nombramiento en
comisión en un contexto como ese. Al final de mi respuesta, lo hice por tercera vez
y utilicé el tiempo verbal condicional simple (“no aceptaría un nombramiento en
comisión”) que lleva implícita la idea de que hay circunstancias que impiden el
cumplimiento de esa proposición1

(en este caso concreto, por ejemplo, que haya
circunstancias objetivas ―tales como las que hoy existen― que exigen asumir
responsabilidades institucionales ineludibles). Por eso aclaré, inmediatamente
después, “esto, con el diario del lunes”, frase que, de manera llamativa, ha sido
ocultada por quienes pretenden cuestionarme. Esa respuesta jamás puede
1
Véase el punto 23.15b de la Nueva Gramática de la Lengua Española, Real Academia Española,
https://www.rae.es/gram%C3%A1tica/sintaxis/el-condicional-simple-cantar%C3%ADa (última visita:
07/04/2025).

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constituir afirmación de un compromiso futuro, y esas circunstancias que
destaqué no se volvieron a producir. No existen hoy, ni existieron al momento en
que se dictó el decreto 137/25.
No hace falta abundar en la comparación entre el contexto en que se dictó el
decreto 83/15 y el del decreto 137/25. Además del problema que advertí, causado
por años de demora en cubrir una de las vacantes en la Corte, agrego solo una
diferencia a modo ilustrativo: en diciembre de 2015, ni la ciudadanía ni el Senado
habían podido opinar y actuar de forma previa al dictado del decreto 83/15 y
escrutar como corresponde a los dos jueces nombrados en comisión. La situación
actual es diametralmente opuesta: el 20 de marzo de 2024, el Poder Ejecutivo
anunció la nominación de ambos candidatos para llenar las vacantes en la Corte
Suprema. En el marco del decreto 222/03, todos los ciudadanos del país pudieron
analizar los antecedentes de ambos candidatos, repasar su experiencia y
trayectoria profesional, formular objeciones de todo tipo, hacer preguntas y
cuestionar o apoyar de diversas formas a los candidatos. Esa participación se
repitió y se extendió luego durante el trámite en el Senado. Miles de personas
pudieron repasar esos antecedentes durante meses, firmar cartas de adhesión o
rechazo, presentar objeciones y formarse una opinión fundada sobre la idoneidad
de las personas propuestas.
Después de ese proceso de participación ciudadana, se siguieron puntillosamente
todos los trámites previstos en el Reglamento de la Cámara de Senadores de la
Nación hasta concretar las audiencias públicas con ambos candidatos. Cada
senador tuvo oportunidad de revisar los antecedentes académicos y profesionales,
de estudiar las adhesiones e impugnaciones, de reunirse en persona con los
candidatos si así lo deseaban, de formular preguntas en esas audiencias públicas e
incluso de analizar todas las presentaciones efectuadas por las diversas partes
interesadas. De esta forma, tuvieron tiempo más que suficiente para formarse un
juicio de valor sobre ambas nominaciones mucho antes de que se dictara el
decreto 137/25.
No había ningún otro trámite pendiente para que el Senado decidiera aprobar o
rechazar mi pliego. A pesar de ello, no solo se dejó que terminaran las sesiones
ordinarias de 2024 sin hacer nada concreto, sino que se hizo caso omiso al llamado
a sesiones extraordinarias en febrero de 2025. En mi caso, no hubo
pronunciamiento alguno del Senado, ni siquiera de la Comisión de Acuerdos. ¿Qué
más necesitaban analizar los senadores para tomar una determinación y aprobar
o rechazar el pliego? Nada. La responsabilidad institucional dictaba que debían

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pronunciarse de inmediato. La única razón por la que no lo hicieron fue,
lamentablemente, la mera especulación política.
Luego del nombramiento en comisión, todos los jueces de la Corte Suprema me
tomaron el juramento previsto en el art. 112 de la Constitución Nacional. Me
integré inmediatamente a los acuerdos del Tribunal y resolví junto con mis colegas
numerosas causas. La primera de ellas fue el rechazo al pedido de licencia
presentado por el Dr. Ariel Lijo. Recién ahí, una semana después de que
acompañara ese rechazo y ante de la posibilidad cierta de que interviniera en casos
de trascendencia pública, es que se activó una definición en la Comisión de
Acuerdos que derivó luego en la sesión del 3 de abril en la que se rechazó mi
nominación.
Es evidente que no hay una real consciencia de la dimensión del problema que
toda esta desidia institucional ha venido causando en los últimos años. La decisión
que Usted tomó con el decreto 137/25 rompía con ese círculo vicioso. Por eso la
acompañé, convencido de la estricta constitucionalidad de la medida y de que
había que dar un paso en esa dirección. Sin embargo, es indudable también que
hay una gran parte del sector político que acepta sin mayor cuestionamiento que
queden sin cubrir cargos de trascendencia, incluidas las vacantes en la Corte
Suprema. Basta ver lo que ocurre con la falta de nombramiento de un Procurador
General de la Nación definitivo -que se demora hace más de siete años-, del
Defensor del Pueblo -que está vacante hace más de 15 años-, o de la enorme
cantidad de vacantes que también existen en fiscalías, defensorías y los más de
trescientos cargos sin cubrir en juzgados de primera instancia y tribunales de
cámara a nivel federal. En el caso del poder judicial federal, esa situación de
verdadero vacío fue denunciada públicamente hace ya más de veinte años.
A eso hay que sumarle la incomodidad manifiesta de ciertos sectores con la
posibilidad de que existan jueces independientes, que no tengan contactos con la
política tradicional y que puedan tomar decisiones libres, ajustadas a derecho. La
inacción, la indolencia y el desprecio por la independencia del Poder Judicial, en
todos estos casos, es francamente escandalosa. Toda esta situación genera una
evidente falta de justicia que, entre otras cosas, es funcional al narcotráfico, a la
explotación y trata de personas, así como a la corrupción crónica que padecemos.
En definitiva, a todo aquello que nos condena de modo inexorable al fracaso y a la
miseria del subdesarrollo.

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A partir de la misma convicción con la que asumí el nombramiento en comisión
con que Usted me honró, considero que, debido a la decisión tomada por el
Senado de la Nación de rechazar el pliego oportunamente enviado en el marco del
art. 99, inc. 4, de la Constitución Nacional, tengo que hacer todo lo que esté a mi
alcance para facilitar que se agilice el proceso para que se cubran de una buena
vez las vacantes que existen en la Corte Suprema. No desconozco que tanto el
artículo 99, inc. 19, de la Constitución Nacional, como, entre otros, la doctrina de
los precedentes “Dura” (Fallos: 163:309), “Lastra” (Fallos: 206:130), “Montero”
(Fallos: 241:151) y “Venini” (Fallos: 286:23), me permitirían continuar en el cargo
hasta el 30 de noviembre, o hasta la fecha en que finalicen las eventuales sesiones
de prórroga, o hasta que se nombre un reemplazo con acuerdo del Senado. Sin
embargo, estoy convencido que mi permanencia en el cargo no ayudaría a que los
responsables de integrar debidamente el Tribunal tomen consciencia de la
seriedad de este problema y actúen en consecuencia.
Tal vez este episodio y esta renuncia sirvan de advertencia para que se den cuenta
de una vez de que la integración de la Corte Suprema, y de todo el Poder Judicial
federal, es urgente y que deben dejarse de lado las mezquindades que parecen
haberse impuesto hace mucho tiempo. Resulta imperioso que se eviten en el
futuro las notorias demoras que se dieron en el Senado en el tratamiento de los
pliegos enviados por el Poder Ejecutivo. Los poderes políticos tienen una
responsabilidad institucional ineludible. La República Argentina necesita un Poder
Judicial fuerte e independiente y no uno que sea funcional a sus intereses
coyunturales, sean políticos o personales. Nuestro país debe estar por encima de
todo y de todos.
Empecé la carta como juez; la termino ahora como ciudadano. Creo que el proceso
de transformación que la República Argentina depende de una condición
indispensable para que tenga éxito, se consolide y se encarne en cada uno de los
argentinos: que exista un Poder Judicial recto, decente e independiente, integrado
por jueces que apliquen estrictamente el derecho vigente tal cual es y no tal como
les gustaría que fuera. El día que contemos con un Poder Judicial integrado en su
totalidad con jueces rectos, honestos, capaces e independientes y apegados a la
Constitución y a la ley, nuestro país tendrá una gran parte de su futuro asegurado.
Agradezco a aquellos colegas de la Corte Suprema que me acogieron como a un
par y me trataron con dignidad y respeto. Agradezco también a todo el personal
del Tribunal que todos los días trabaja con el orgullo de defender una de las
instituciones más importantes del país. No los voy a olvidar.

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A Usted le agradezco la oportunidad que me diera de poder servir a mis
conciudadanos. Aunque me hubiera gustado hacerlo por más tiempo y en otras
circunstancias, mi permanencia en el cargo no va a facilitar la integración de la
Corte Suprema, sino todo lo contrario: será una excusa más para distraer la
atención de aquellos que tienen que aportar una urgente solución a un problema
que ya es de larga data. Tenga la plena convicción que, durante el tiempo que me
tocó cumplir las funciones que me fueron encomendadas, honré el compromiso
de desempeñar mis obligaciones como juez, de forma independiente, recta e
imparcial, sin distinción de persona alguna, respetando siempre la Constitución
Nacional.
Que Dios lo ilumine y que el futuro de la República Argentina sea, finalmente, el
que todos nos merecemos.
Sin otro particular, saludo al Señor Presidente con distinguida consideración.


Otro fracaso para Milei

En las últimas horas, fuentes del Poder Judicial habían dejado trascender que el Gobierno nacional había presentado un per saltum -con la firma, entre otros, del procurador del Tesoro de la Nación, Santiago Castro Videla-, para que se suspendiera la medida cautelar dispuesta por Ramos Padilla. 

En el ámbito político y judicial hay quienes leyeron ese pedido como una maniobra desesperada de la administración ultraderechista para estirar la agonía, mientras que hay otros que sostuvieron que se trató de una estrategia para darle una salida más digna a García Mansilla y que su renuncia pareciera una decisión personal y no una respuesta a la cautelar de Ramos Padilla.

Las alarmas sobre el futuro del exdecano de la Universidad Austral en el máximo tribunal se terminaron de encender el viernes pasado, cuando después del cachetazo que recibió en el Senado, no se presentó a trabajar. Nadie lo vio por el despacho en el cuarto piso del Palacio de Justicia que hizo pintar a su gusto en cuanto asumió, como quien se proyecta por mucho tiempo en la Corte Suprema pese a estar designado en comisión. 

La noche anterior, después de la votación en el Senado que rechazó su pliego por 51 votos y de la medida cautelar del juez federal Alejo Ramos Padilla que le ordenó abstenerse de firmar fallos y decisiones administrativas, echó a rodar la versión de que les pediría opinión a sus compañeros de tribunal acerca de qué hacer. ¿Me quedo o me voy? No lo hizo por escrito. Pero al final tampoco se comunicó con los supremos. 

El único miembro de la Corte en hacer pública su opinión sobre la situación de García Mansilla fue el supremo Ricardo Lorenzetti, cuando dijo que "es una decisión personal que él estará evaluando" y que la Corte judicialmente no tiene nada "para opinar" al respecto. 

"Yo nunca aceptaría ser designado por decreto, lo dije infinidad de oportunidades, y creo que hay que ser coherentes", remarcó Lorenzetti, quien recordó además que aquella fue su posición cuando el expresidente Mauricio Macri nombró por decreto a sus actuales colegas Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, quienes al final -tras un gran revuelo- obtuvieron acuerdo del Senado. 

El breve paso de García Mansilla por la Corte Suprema

García Mansilla juró como juez nombrado por Milei por decreto, en comisión, en un acto secreto en la Corte el 27 de febrero último al mediodía. Esperaba el aviso, dice el relato instalado en Tribunales, en el bar Petit Colón de la esquina de Libertad y Lavalle. La noticia llegó a algunos medios mientras el acontecimiento ocurría solo en presencia de los supremos, de secretarios y del viceministerio de Justicia, Sebastián Amerio. El ministro Mariano Cúneo Libarona no había sido invitado. El constitucionalista Gil Domínguez hizo notar después de un pedido de acceso a la información que se omitieron actos administrativos básicos como pedirle que suspenda la matrícula de abogado (lo hizo por su cuenta) y que presente la lista de sus clientes, para excusarse.

La primera decisión de la que participó García Mansilla en la Corte fue rechazarle la licencia como juez federal al otro nombrado con la misma metodología, Ariel Lijo, cuyo pliego tampoco tuvo aprobación del Senado. Desde su desembarco, según el sistema de consulta de sentencias de acceso público, firmó 214 fallos y más de 30 resoluciones administrativas. En el tribunal estiman que se vienen planteos de nulidad sobre las sentencias que suscribió. También fue recusado, no solo por Cristina Fernández de Kirchner en la causa "Vialidad" -quien señaló que no puede, nombrado por Milei y en comisión, ser un juez imparcial- sino, por ejemplo, por la Fundación Mujeres por Mujeres en una causa donde un grupo de ciudadanos salteños piden que se declare la inconstitucionalidad de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Es harto conocida la posición antiaborto del juez en comisión.

Al tomarle juramento en el tribunal no fue tema de preocupación que García Mansilla hubiera mentido ante el Senado al decir tres veces en la audiencia pública que no aceptaría un nombramiento en comisión. Esto sí fue un argumento en el Senado, así como la falta de mujeres en el tribunal, algo que incluso fue planteado por la Red de Mujeres para la Justicia en un per saltum ante la propia Corte, que reclama paridad de género, y que está en el radar de los cortesanos. A ellos, más allá de los arriesgados movimientos que asumen, no se les escapan detalles: al final de la acordada sobre la licencia de Lijo tomaron un recaudo a futuro, ya que aclararon que no estaban emitiendo "juicio alguno sobre la validez y el alcance del decreto n° 137/2025", el de los nombramientos en comisión.

Quien adelantó un análisis fue Ramos Padilla al dictar una medida cautelar en un amparo donde varias organizaciones (CEPIS, Poder Ciudadano, ACIJ, INECIP, CELS) pidieron la inconstitucionalidad de los nombramientos por decreto. Señaló que "evadir los consensos políticos compromete la estructura del sistema democrático y republicano, eliminando la función de control" del "Senado y poniendo en riesgo los principios de división de poderes e independencia judicial".

Entre el fárrago de decisiones que García Mansilla firmó en este tiempo, se tomó el trabajo de hacer votos propios. En uno criticó con particular ahínco a la Corte de los tiempos de Néstor Kirchner al dejar sin efecto (en consonancia con el resto) un fallo que validaba la aplicación del convenio 173 de la Organización Internacional del Trabajo, en defensa de los trabajadores, que había aprobado el Congreso. El nuevo reproche para revertir la jurisprudencia era que no había pasado por el Ejecutivo. También firmó el sobreseimiento del juez marplatense Pedro Hooft, implicado en la desaparición de abogados laboralistas en La Noche de las Corbatas, y suscribió el rechazo a avalar como travesticidio el crimen de la activista trans Diana Sacayán

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