Buque Británico navega en el Río de La Plata con bandera de Malvinas y Milei no dice ni hace nada
Un buque británico con bandera de Malvinas, el RRS Sir David Attenborough, navega en el Río de La Plata, y evidencia la inacción de la diplomacia argentina bajo el gobierno de Javier Milei. A pesar de las transgresiones y provocaciones a la soberanía nacional, el gobierno mantiene un silencio atronador.
(Por Osvaldo Peralta) La reciente presencia del buque británico RRS Sir David Attenborough en el Río de La Plata, portando la bandera de las Malvinas, es otro golpe a la soberanía argentina, una provocación que se suma a una serie de incursiones británicas en aguas nacionales que pasan inadvertidas —o más bien, toleradas— por la diplomacia argentina.
Este buque, cuyo recorrido a través del Atlántico lo llevó desde el Reino Unido hasta Montevideo, navega bajo una bandera de clara índole colonial. Este emblema, sin embargo, no ha motivado siquiera una protesta formal del gobierno de Javier Milei, reflejando una peligrosa mezcla de inacción y complacencia hacia las provocaciones británicas.
El Sir David Attenborough ha sido detectado navegando en cercanías de Montevideo, en un trayecto documentado a través de sistemas satelitales que confirman su destino final: las Islas Malvinas. Este rompehielos de última generación operado por la British Antarctic Survey, una entidad que combina investigaciones científicas con intereses estratégicos del Reino Unido, no solo infringe la soberanía de Argentina, sino que también refuerza la presencia británica en el Atlántico Sur.
El buque ya ha realizado viajes similares en años anteriores, desafiando continuamente las normativas de tránsito entre puertos argentinos y las islas usurpadas, en una clara burla a la soberanía argentina y a sus leyes marítimas. El problema se agrava al observar la postura pasiva del gobierno de Javier Milei, cuya política exterior parece dirigida más a favorecer el desmantelamiento de la Cancillería que a la defensa de los intereses nacionales.
La reciente asunción de Gerardo Werthein como canciller, tras la salida de Diana Mondino, se presenta como una mera figura de reemplazo dentro de una estructura diplomática cada vez más debilitada, sin compromiso ni capacidad para enfrentar desafíos como el que representa la presencia de este buque con bandera de Malvinas en aguas regionales. Específicamente, la política exterior del gobierno de Milei parece decidida a evitar cualquier confrontación, incluso en temas de soberanía, donde la defensa de los intereses nacionales debería ser una prioridad indiscutible.
El fantasma de la ocupación británica y la indiferencia gubernamental
Esta situación no es nueva ni aislada. El RRS Sir David Attenborough ya ha navegado en otras oportunidades en aguas argentinas y fue detectado en reiteradas ocasiones incumpliendo las normativas de tránsito impuestas por el Decreto 256/2010, que establece la necesidad de solicitar autorización previa para circular entre puertos argentinos y Malvinas, Georgias o Sandwich del Sur. Este decreto, firmado en su momento por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ha sido el único intento sólido de Argentina por establecer un marco legal que proteja su soberanía en estas aguas. Sin embargo, esta normativa ha sido sistemáticamente ignorada tanto por el Reino Unido como, más recientemente, por el propio gobierno argentino que, bajo la gestión de Milei, parece haber olvidado la defensa de la soberanía en estas regiones estratégicas.
La navegación de este buque con bandera ilegítima, que además infringe las regulaciones de tránsito establecidas por el Mercosur y la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR), deja en evidencia la vulnerabilidad de la diplomacia argentina. A pesar de que las normas internacionales son claras respecto al tránsito de embarcaciones con banderas no reconocidas, el gobierno argentino ha optado por la inacción, un silencio que solo puede interpretarse como una falta de compromiso en la defensa de los intereses nacionales. La situación actual invita a cuestionar seriamente si el gobierno de Javier Milei tiene alguna intención real de defender la soberanía argentina en el Atlántico Sur o si, por el contrario, ha decidido abrir las puertas a la ocupación simbólica y real que el Reino Unido sigue ejerciendo en esta región.
La doble moral de la “exploración científica”
El RRS Sir David Attenborough, presentado por el Reino Unido como un buque de investigación científica, es en realidad una plataforma multidisciplinaria con capacidades avanzadas en robótica marina y sistemas de monitoreo. Detrás de su fachada de investigación, este buque responde a los intereses estratégicos del Reino Unido en el Atlántico Sur. La avanzada tecnología del Attenborough, que incluye el famoso robot Boaty McBoatface, está diseñada para capturar datos desde el fondo del océano hasta el hielo antártico, información que no solo es valiosa para la investigación científica, sino también para el control territorial y la explotación de recursos en estas regiones. En resumen, este rompehielos es una herramienta de vigilancia estratégica que el Reino Unido despliega en aguas del Atlántico Sur y la Antártida, y que actúa en beneficio de sus intereses geopolíticos, sin ningún respeto por la soberanía argentina.
Es imposible ignorar que, a través de estos buques “científicos”, el Reino Unido asegura su presencia en la región, una presencia que fortalece su control sobre las Malvinas y asegura su capacidad de operación en aguas que, de acuerdo con el derecho internacional, pertenecen a Argentina. Y aunque el gobierno argentino tiene la capacidad de denunciar esta ocupación disfrazada de investigación, el gobierno de Javier Milei, en lugar de alzar la voz y reclamar, prefiere mirar hacia otro lado, permitiendo que estas embarcaciones naveguen impunemente.
La connivencia de Montevideo y la pasividad de Tierra del Fuego
Resulta notable que el buque se encuentre tan próximo al puerto de Montevideo, en lo que parece una estrategia planificada para utilizar el puerto uruguayo como punto de reabastecimiento y escala en su ruta hacia las Malvinas y la Antártida. El gobierno uruguayo, por su parte, parece no tener objeciones en facilitar su paso, reforzando la percepción de una connivencia regional que facilita la presencia británica en el Atlántico Sur. En este contexto, el gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, quien debería asumir un rol activo en la defensa de la soberanía en estas aguas, se muestra indiferente y dócil ante los intereses del gobierno nacional. La gestión de Milei no solo ha dejado a Tierra del Fuego sin apoyo para enfrentar estas situaciones, sino que ha transformado su gobierno en un simple espectador de los movimientos de embarcaciones extranjeras en su jurisdicción.
El paso del RRS Sir David Attenborough y la indiferencia de las autoridades argentinas no hacen más que agravar la vulnerabilidad territorial del país, permitiendo que las potencias extranjeras controlen, monitoreen y exploten estos territorios en disputa. Ante esta realidad, la falta de una política clara de protección de la soberanía argentina en el Atlántico Sur y el constante desinterés del gobierno actual no son sino una muestra más de la política de subordinación y entrega que Javier Milei ha implementado desde su llegada al poder.
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