Peligro especulación: la estrategia para cuidar los precios en América Latina
Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina, Ecuador, Venezuela y otros países de la zona han optado por pelear contra la suba de precios con medidas heterodoxas. Los casos según cada administración. Las medidas de Dilma de cara al Mundial de fútbol. Un recorrido por América del Sur para conocer cómo estos gobiernos cuidan el bolsillo de los consumidores. El ejemplo de Nueva York.
Por Juan Ignacio Agosto
Los precios preocupan a los consumidores en la región. Con características distintas según cada caso, los gobiernos de Sudamérica debieron tomar medidas para combatir la especulación y frenar una inflación que durante 2013 superó lo previsto en algunos casos.
A través del programa Precios Cuidados, el Ejecutivo nacional buscó contener la aceleración de los precios de los productos de primera necesidad de cara a las próximas negociaciones paritarias, pero el impacto de la devaluación de fines de enero, sumado al tradicional comportamiento del primer mes del año, generó incrementos que el gobierno debió salir a combatir metiéndose de lleno en el control de las cadenas de valor. Las reuniones con representantes de 38 sectores productivos derivaron en la ampliación del programa a todo el país y en nuevos acuerdos, principalmente con el sector de la construcción y los laboratorios.
"Es claro que las estrategias ortodoxas para solucionar los aumentos especulativos de precios son altamente ineficientes" opinó la economista de la Gran Makro Fernanda Vallejos en diálogo con INFOnews, y detalló: "Ya sea reducción del gasto público como de la base monetaria, generan contracciones económicas que sólo dan como resultado más desempleo e incluso pueden acelerar la inflación si los trabajadores no pierden poder de negociación. Es decir, a menos que el desempleo aumente y los salarios bajen, no hay posibilidades, dentro de la ortodoxia, de que los precios se estabilicen".
El de los medicamentos es un caso que se repite en otros países de la región. Bolivia y Colombia, con gobiernos de corte muy disímil, debieron acordar con los laboratorios para menguar el impacto de los aumentos en el bolsillo de los consumidores en una rama tan sensible.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos, cuyas medidas han sido tradicionalmente de carácter ortodoxo, anunció a fines del año pasado que 334 medicamentos (de los cuales cerca de un 20 por ciento se venden directamente en farmacias) se sumarían a la lista de precios regulados y, en promedio, con una reducción del 40%. En total, la nómina de medicamentos con precios controlados asciende a 546. Por caso, un tipo de insulina para personas con diabetes pasó de costar 75.500 pesos colombianos a 25.000. “La Superintendencia va a estar atenta para que los laboratorios, las EPS (NdeR: prepagas) o los distribuidores de medicamentos no vendan a precios superiores a los regulados, so pena de severas sanciones”, advirtió Santos al anunciar la medida.
En Bolivia, el gobierno de Evo Morales busca fijar topes máximos a los precios a través del proyecto de Ley de Responsabilidad de Manejo, Distribución, Expendio de Medicamentos y Establecimientos Farmacéuticos. Según el artículo 10 del proyecto, tanto el Estado como los sectores involucrados (profesionales en salud, importadores, laboratorios y cadenas de farmacias) tendrán la obligación de de fijar los precios máximos, con base en costos reales de materia prima y producto terminado.
“Con la norma buscamos que a ningún boliviano le falte un medicamento, que el control de los costos esté a cargo del Estado, a precios únicos, y que se acabe el monopolio de las farmacias”, sostuvo el diputado Edwin Tupa (MAS), uno de los impulsores de la ley.
Por su parte, el viceministro de Salud de ese país, Martín Maturano, explicó que los topes ya fueron consensuados con las farmacias privadas, los importadores y los laboratorios: “Los sectores acordaron tener una franja de costos de los medicamentos, es decir un precio mínimo y máximo, con el objetivo de que todos puedan acceder a los fármacos”.
Los precios en la región.
En cuanto a los alimentos, al caso emblemático de Venezuela se sumaron, en el último año y medio, Uruguay y Ecuador. En la república bolivariana los controles de precios existen desde los primeros tiempos de Hugo Chávez y alcanzan no solamente a alimentos sino a la industria textil y del calzado, los electrodomésticos, vehículos, artículos de cuidado personal y juguetes, entre otros. Existe un firme control del Estado para garantizar su cumplimiento.
A pesar de las evidentes diferencias en materia económica, también el gobierno de José Mujica debió implementar, en octubre de 2012, un congelamiento de precios para controlar la inflación que se había disparado en Uruguay. En septiembre de ese año, el Índice de Precios al Consumo (IPC) de ese país trepó 1,21% y acumuló un 6,67% en nueve meses, por encima del rango de entre 4 y 6 por ciento que había fijado como meta el gobierno. Ante esta situación, se acordó con los supermercados congelar hasta fin de año los precios, a excepción de la carne y la verdura, y rebajar un 10 por ciento los de 200 productos, desde arroz, fideos y galletitas hasta jabones, detergente y pañales.
También el gobierno de Rafael Correa en Ecuador, a pesar de tener una inflación baja por tener su economía dolarizada, confeccionó el año pasado una lista de 436 productos con precios máximos, ya que la subida de precios había superado las metas oficiales. El sector privado, como es costumbre, criticó con dureza la medida y Correa redobló la apuesta acusando a los empresarios de especuladores y de ser los responsables de los aumentos.
"Tanto en Argentina, como en Venezuela, Ecuador o Bolivia se están llevando adelante políticas inclusivas y redistributivas, con expansión del gasto público y centralidad del Estado, lo que genera tensiones con los poderes fácticos", evaluó Vallejos, y destacó que "las acciones especulativas son recurrentes a lo largo de la historia Latinoamericana y, en términos generales, involucran el conjunto de precios y tipo de cambio con un objetivo que trasciende la esfera económica para trasladarse a la política". "En presencia de un Estado neoliberal, como los de pasadas décadas, se aceptaría esa ganancia extraordinaria, pero los gobiernos latinoamericanos durante toda la última década se han puesto límites a la apropiación de las super-rentas por parte de estas élites político-económicas", subrayó.
Brasil y los efectos del mundial: la “inflación FIFA”
El furor por la Copa del Mundo, que se va a jugar entre el 12 de junio y el 13 de julio, generó una fuerte escalada de los precios de pasajes, alojamiento y servicios en las ciudades que serán sede del certamen, en especial en Río de Janeiro.
La disparada de los precios de los boletos aéreos de cabotaje en la fecha del mundial hizo que el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff amenazara a las aerolíneas nacionales (TAM, Gol, Azul y Avianca) con convocar a las aerolíneas de los países vecinos para competir con ellas y obligarlas a reducir los precios. Efectivamente, así sucedió: según un informe del diario Zero Hora, un ticket de avión entre Porto Alegre y Río de Janeiro llegó a costar en octubre de 2013 cerca de 750 dólares y ahora se lo consigue por 105.
Por otra parte, se amplió la oferta de vuelos. La Agencia Nacional de Aviación Civil autorizó que durante el Mundial las empresas podrán utilizar 1.973 vuelos más que los que poseen actualmente, por lo que ese incremento en la oferta derivó también en la baja de los precios. Así lo analizó Elis Rodrigues, de la alianza SkyTeam: “Para mí el mercado retrocedió ante el alza de precios, las empresas imaginaban una demanda que no ocurrió”.
En el caso del alojamiento, la Secretaría Nacional del Consumidor, dependiente del Ministerio de Justicia, pidió “transparencia” a los hoteles que habían incrementado los precios “de manera abusiva”, según la apreciación de la titular de esa dependencia oficial, Juliana Pereira. Los hoteles deberán publicar en internet los precios por noche, que además, por decisión de Rousseff, no podrán superar los de la temporada alta en cada ciudad, o los de Año Nuevo y Carnaval en el caso de Río.
Pero no fue la única decisión que tomo la mandataria. También dio impulso al hospedaje alternativo en casas particulares a precios muy accesibles, denominado en Brasil “cama y café” (conocido tradicionalmente como “bed and breakfast”), para así incrementar la oferta y forzar a los empresarios hoteleros a bajar los precios para poder competir. Las viviendas deben cumplir con mínimos requisitos y ser avaladas por las autoridades de cada ciudad. Una noche de hospedaje de este tipo se consigue desde 50 dólares, la mitad que un hostel en temporada alta.
El negocio también llegó a las favelas, emblema del “turismo alternativo” que practican algunos viajeros. En Rocinha, la más grande de Río, se puede llegar a pagar hasta 150 dólares la noche durante el mes que durará el Mundial, y en avisos clasificados se ofrecen casas por hasta 12 mil dólares mensuales.
“La causa principal fue la especulación inmobiliaria, especialmente en Rio de Janeiro. Los precios de los departamentos, de los terrenos, subieron en niveles exorbitantes y ello arrastró obviamente a los alquileres y se introdujo en parte en los costos de comercialización”, explicó aINFOnews el economista Eduardo Crespo, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. “En esa especulación jugaron varios factores: la extensión del crédito, la ‘recuperación’ de ciertas zonas urbanas mediante la llamada ‘pacificación’ de las favelas, hecho que valorizó la propiedad en muchos lugares, y sobre todo la compra especulativa anticipada de propiedades por motivo del mundial y los juegos olímpicos”, agregó.
Esto no solo sucede en Río. Por citar un ejemplo, en internet hay avisos por hasta 30 mil dólares por un mes de alquiler en una casa en San Pablo, cerca del estadio Itaquerao del club Corinthians, donde se jugará el partido inaugural entre Brasil y Croacia, el 12 de junio.
Pero la especulación con los precios no se limitó solamente a pasajes y alojamiento. Loscomercios también aprovecharon para subir los precios, porque saben que podrían llegar a salvar el año solamente durante el mes de la Copa del Mundo. Este verano en Río, donde más se notó el incremento, se podía llegar a pagar 10 reales (más de 4 dólares) por un jugo de naranja.
Sin embargo, según Crespo se trata de un hecho puntual derivado del furor por el certamen deportivo y "nada indica que en 2014 vaya ocurrir una disparada" de precios generalizada. "La política brasileña contra la inflación es el inflation targeting, que en la práctica en Brasil funciona fijando una tasa de interés que aprecia el tipo de cambio y por esa vía amortigua las presiones inflacionarias", sostuvo, y agregó: "Tampoco creo que vaya a haber un acuerdo de precios. Lo que sí puede decirse es que Brasil suele controlar (aunque el retraso sistemático no es la norma) ciertos precios claves a través de sus bancos y empresas públicas".
Una propuesta “surreal” para boicotear los precios altos
Al igual que la campaña del #7FYoNoCompro en Argentina, en Brasil se organizaron vía Facebook para boicotear los aumentos injustificados. A partir de una foto de un menú que ofrecía un sandwich de jamón y queso a 20 reales (más de 8 dólares) que se volvió viral en las redes sociales, se desató una rebelión virtual contra los precios abusivos.
La foto la subió la periodista carioca Andrea Cals, que a partir de eso creó la página “Río $Surreal – No pague”, donde miles de usuarios comenzaron a compartir imágenes de menúes y carteles de comercios con precios exorbitantes. La página, que también incluye consejos para ahorrar, se hizo tan popular que se replicó en otras ciudades de Brasil. En diálogo con BBC Mundo, Cals señaló: "La repercusión es porque hablamos de la cosa correcta en el lugar correcto, porque todo el mundo está shockeado con estos valores".
Incluso llegaron a poner sus propias "reglas" de consumo. Por ejemplo, no pagar por los tradicionales almuerzos buffet más de 45 reales (US$ 17) por kilo. Es que en un año, el kilo pasó de 40 reales a 60 en promedio, un 50% más caro con una inflación anual de menos del 6%.
"La propuesta y modelo de la página brasileña en Facebook puede ser muy útil en la actual Argentina de especuladores y oportunistas post devaluación. Si bien los empresarios son libres para practicar sus márgenes, nada como la presión popular para colocar los hechos en su lugar", opinó el economista Carlos Sprei, del Instituto del Desarrollo Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento, en una columna publicada el pasado domingo en Miradas al Sur.
Precios "cuidados" en Nueva York
El crudo invierno que se vive en los Estados Unidos suele ser la época en que algunos comerciantes aprovechan para remarcar precios, una práctica prohibida en el estado de Nueva York. A principios de febrero, en respuesta al estado de emergencia declarado por el gobernador Andrew Cuomo ante las tormentas invernales, el Fiscal General de Nueva York, Eric Schneiderman, emitió una carta abierta de advertencia a los proveedores contra la especulación e inflación con precios de bienes y servicios necesarios.
La Ley General de Negocios prohíbe los aumentos en los costos de los artículos de primera necesidad (como alimentos, agua, gas, generadores, baterías y linternas) y servicios (como la poda de árboles, limpieza de nieve, reparaciones de emergencia) durante los desastres naturales. "Mientras otra tormenta invernal trae severas condiciones a todo nuestro estado, mi oficina está vigilante y someterá a aquellas personas que pudieran utilizar este tiempo para estafar a los neoyorquinos. Si una empresa está pensando en especular con los precios, debe saber que podemos y vamos a hacer cumplir la ley ", advirtió Schneiderman. "Y le pedimos a cualquiera que vea aumentos desproporcionados de los costos de bienes y servicios informar a mi oficina inmediatamente", añadió. Incluso hay una página web y un número de teléfono donde los neoyorquinos pueden realizar las quejas y denuncias por manipulación de precios.
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