6 de junio de 2024

Negociado a cielo abierto: La Ciudad no le cobrará canon al complejo Paseo Gigena propiedad del Ministro de Economía Luis Caputo

El megacomplejo ubicado en los bosques de Palermo, conocido por tener el metro cuadrado más caro de la Ciudad, ha sido eximido del pago del canon durante ocho años. Este beneficio recae sobre una empresa ligada a los influyentes Luis Caputo y Santiago Bausili, desatando una ola de críticas y sospechas de corrupción que involucran a altos funcionarios del larretismo.



(Por Walter Onorato - @WalterOnorato) En un nuevo capítulo del escándalo que sacude a la Ciudad de Buenos Aires, el gobierno porteño ha decidido no cobrar el canon durante ocho años a la concesionaria del Paseo Gigena, un emprendimiento multimillonario vinculado al ministro de Economía, Luis Toto Caputo, y al presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Esta medida ha levantado una polvareda de críticas y acusaciones de corrupción que involucran a prominentes figuras del macrismo, como el ex vicejefe de Gobierno Diego Santilli, el actual secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta, y el ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.

El Paseo Gigena, situado estratégicamente sobre las avenidas Libertador y Dorrego, frente al Hipódromo y en diagonal a la exclusiva cancha de Polo de Palermo, es uno de los proyectos inmobiliarios más ambiciosos y costosos de la Ciudad. Sin embargo, desde sus inicios ha estado plagado de irregularidades. El canon originalmente establecido era de un 7% de las ganancias estimadas, un porcentaje ya cuestionado por ser considerado bajo. Pero la situación se agravó cuando se supo que dicho canon sería condonado durante ocho años.

Caputo, conocido por su influencia en el ámbito económico y sus estrechos lazos con el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, presionó intensamente para que la Ciudad habilitara la explotación del Gigena. Este proyecto se vio complicado por la negativa de los concesionarios a realizar la obra estructural necesaria para evitar daños al caño maestro de Aysa que pasa por debajo del emprendimiento. En esta presión, Caputo contó con el apoyo del empresario libertario Pierpaolo Barbieri, quien planea trasladar las oficinas de su empresa Ualá al Paseo Gigena.

La polémica no termina ahí. Caputo, además de ser el principal promotor del proyecto, es el mismo funcionario que ha obstruido el pago de una deuda de más de 600 mil millones de pesos que la Nación tiene con la Ciudad por la Coparticipación. Su socio en el emprendimiento, Santiago Bausili, es el encargado de proporcionar los dólares necesarios para que los estados subnacionales puedan saldar sus deudas, lo que ha añadido una capa adicional de sospecha y desconfianza hacia el proyecto.

El costo del proyecto también ha sido un punto de controversia. La concesionaria, asociada a BSD Investments, una desarrolladora con fuertes vínculos con el macrismo, ha recibido gran parte del financiamiento a través de la consultora Anker, propiedad de Caputo y Bausili. Los fondos se obtuvieron mayoritariamente de inversores privados, pero el riesgo y los costos han recaído en gran parte sobre el Estado porteño.

La obra del Paseo Gigena, valuada en más de US$46 millones, se construyó sobre un terreno que pertenecía a la Ciudad, específicamente el antiguo estacionamiento del hipódromo. Sin embargo, el proyecto ha enfrentado múltiples problemas desde su concepción. Uno de los más graves es la ubicación de caños maestros de Aysa debajo del edificio, lo que ha impedido su inauguración debido al alto riesgo de daños estructurales y potenciales accidentes.

El gobierno porteño, encabezado por Jorge Macri, se ha visto obligado a financiar el corrimiento de estos caños con un costo de 3.019 millones de pesos, una cifra que supera con creces cualquier beneficio inmediato que la Ciudad pueda obtener del canon. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionar la verdadera rentabilidad del proyecto para la ciudadanía y ha generado un creciente descontento entre los vecinos y representantes de la Legislatura.

Álvaro García Resta, actual secretario de Desarrollo Urbano y uno de los principales promotores del proyecto, ha sido señalado por sus múltiples publicaciones y apariciones en redes sociales defendiendo el Paseo Gigena. Se le acusa de haber pagado a influencers para mejorar la percepción pública del proyecto, lo que ha incrementado las sospechas sobre posibles conflictos de interés y manejos turbios.

El escándalo del Paseo Gigena también ha revelado conexiones con figuras influyentes de la política porteña, como la familia de Coti Nosiglia. Aunque tanto Enrique Nosiglia como su hijo Santiago han negado cualquier relación directa con el proyecto, la presencia de Pablo Ludmer, presidente de BSD, en sociedades relacionadas con Santiago Nosiglia ha levantado sospechas sobre posibles influencias y acuerdos subterráneos.

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La administración de Jorge Macri, heredera de la gestión de Rodríguez Larreta, ha intentado justificar la continuidad del proyecto argumentando que el Paseo Gigena se convertirá en un activo valioso para la Ciudad en el futuro. Sin embargo, las críticas no cesan y los llamados a una investigación más profunda sobre las condiciones del acuerdo y las verdaderas intenciones detrás del proyecto se intensifican.

El Paseo Gigena, que debía ser una muestra de colaboración entre el sector privado y el gobierno para mejorar la infraestructura urbana, se ha convertido en un símbolo de la controversia y la desconfianza hacia los acuerdos público-privados en la Ciudad de Buenos Aires. Con cada nuevo detalle que sale a la luz, se refuerza la percepción de que este proyecto, lejos de beneficiar a la ciudadanía, podría estar diseñado para favorecer a un pequeño grupo de empresarios y funcionarios influyentes.

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