18 de agosto de 2024

Los DDHH no se negocian: Los diputados peronistas que colaboraron con su ausencia a no expulsar a los libertarios que visitaron a los genocidas en Ezeiza

El reciente escándalo en la Cámara de Diputados, donde se buscaba expulsar a los legisladores de La Libertad Avanza que visitaron a genocidas detenidos en Ezeiza, revela la fragilidad del compromiso democrático en Argentina. El fracaso de la iniciativa, obstaculizada por la falta de quórum y la alianza tácita entre distintos sectores políticos, plantea serias dudas sobre la capacidad del gobierno de Javier Milei para sostener los principios fundamentales de justicia y memoria.



(Por Walter Onorato - @WalterOnorato) El 11 de julio de 2024, seis diputados del bloque libertario La Libertad Avanza, del presidente Javier Milei, protagonizaron uno de los episodios más escandalosos de la política argentina reciente: una visita al penal de Ezeiza para reunirse con algunos de los genocidas más infames del país, condenados por crímenes de lesa humanidad. Entre ellos, el tristemente célebre Alfredo Astiz, conocido como el "Ángel de la Muerte".

Este acto de insólita y provocadora solidaridad con los verdugos de la última dictadura militar desencadenó un aluvión de críticas y pedidos de sanción en la Cámara de Diputados. La diputada Gisela Marziotta, de Unión por la Patria, lideró la iniciativa para expulsar a los seis legisladores, argumentando que su comportamiento representaba una ofensa imperdonable a la memoria de los 30,000 desaparecidos y a las luchas incansables de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. 

La fallida moción de expulsión: Complicidad y encubrimiento

El miércoles 14 de agosto de 2024, en una sesión marcada por la tensión y el descontento, el Congreso argentino se convirtió en el escenario de una vergonzosa derrota para quienes aún creemos en la justicia y la memoria. A pesar del contundente discurso de Marziotta, que subrayó la responsabilidad histórica y moral de los legisladores de actuar en defensa de los derechos humanos, la moción fue rechazada con 121 votos negativos frente a 102 positivos. El resultado fue un mazazo para las esperanzas de una respuesta institucional firme ante semejante atropello.

La negativa fue impulsada por un bloque monolítico de La Libertad Avanza, respaldado por el PRO y sectores clave de la UCR, en una demostración de que las alianzas políticas pueden estar por encima de cualquier consideración ética. Es particularmente perturbador el rol de la Unión Cívica Radical, un partido históricamente asociado con la defensa de los derechos humanos, que ahora se encuentra apoyando, directa o indirectamente, a quienes simpatizan con los genocidas.

El resultado de la votación no solo fue ajustado, sino también sintomático de un sistema político que parece dispuesto a sacrificar principios fundamentales en nombre de la conveniencia política. La diputada libertaria Rocío Bonacci, una de las que participaron en la visita a Ezeiza, votó a favor de la moción en un gesto de autocrítica que, aunque loable, no fue suficiente para revertir el resultado.

La irresponsabilidad que causó dolor en los militantes fue la ausencia de los diputados del bloque Unión por la Patria para votar de manera ejemplar y en coherencia con los principios que tanta veces se dijo defender. El periodista Dante Lopez Foresi publicó desde su cuenta de X, ex twitter, la lista de diputados de dicho bloque que por estar ausentes impidieron la votación, y así sancionar a los por genocidas: Ellos son Emiliano Estrada (Salta), Fernanda Avila (Catamarca), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Leila Chaer (Jujuy), Gabriela Estévez (Córdoba), Tomás Ledesma (Entre Ríos), Roberto Mirabella (Santa Fe), Sebastián Nóblega (Catamarca), Agustina Propato (Buenos Aires), Guillermo Snopek (Jujuy) y Zabala Chacur (San Luis). El mismo periodista aclaró que desde el mismo despacho de la diputada Gabriela Estevez informaron que "está atravesando una situación delicada con la salud de su hijo, y por eso estuvo ausente en esta sesión. Creo que está totalmente justificada su ausencia. Por mi parte, le envío un abrazo y toda la fuerza del mundo."

 

La maniobra de la dilación: El juego sucio del oficialismo y la oposición

Más allá de la votación en sí, lo que quedó en evidencia es la estrategia deliberada de dilación por parte de distintos sectores del Congreso. Desde el comienzo de la sesión, se palpaba la intención de relegar el debate sobre las sanciones a los libertarios al final de la jornada, con la esperanza de que el quórum se desmoronara antes de abordar el tema. Esta táctica, liderada por el oficialismo de La Libertad Avanza y apoyada por aliados como el PRO y la UCR, logró su cometido: evitar que el escándalo de Ezeiza se convirtiera en el tema principal del día.

El intento de Nicolás del Caño, diputado del Frente de Izquierda, de modificar el orden del día para discutir el tema desde el inicio, fue rápidamente rechazado. Del Caño advirtió con razón que postergar el debate podía interpretarse como un manto de impunidad, pero sus palabras cayeron en oídos sordos. La votación terminó con 113 negativos, 112 afirmativos y cuatro abstenciones, un reflejo de la profunda división que atraviesa al Congreso y de la falta de voluntad para enfrentar de manera decidida a los responsables de este escándalo. 

Un Congreso impotente: El fracaso de la democracia

El fracaso para obtener quórum al final de la sesión, cuando se intentó nuevamente tratar la moción de sanción, fue la culminación de una jornada que dejó al descubierto la impotencia del Congreso argentino para actuar en defensa de los principios más básicos de la democracia. Este desenlace no solo constituye una victoria para los libertarios y sus aliados, sino también un golpe a la credibilidad de las instituciones democráticas en su conjunto.

El episodio de Ezeiza y la posterior evasión del Congreso plantean interrogantes serios sobre el futuro de Argentina bajo el gobierno de Javier Milei. Si el país sigue por este camino, donde los responsables de los crímenes más atroces de la historia reciente son tratados con indulgencia y complicidad, la promesa de una democracia plena y justa parece cada vez más lejana.

En un contexto donde las instituciones parecen ceder ante las presiones de los sectores más reaccionarios, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué tipo de país queremos construir? La respuesta, si no queremos repetir los errores del pasado, debe ser clara y contundente. Todo es negociable, menos los derechos humanos, ese es el límite infranqueable aunque algunos de nuestros diputados parecen no saberlo. No hay lugar para la ambigüedad cuando se trata de este tema. Por la memoria, la verdad y la justicia.

EN ORSAI

Es una mancha que nunca se sacaran de encima.

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