18 de octubre de 2024

Minería a cielo abierto: Gran Bretaña se queda con el litio argentino

El gobierno de Javier Milei acaba de firmar polémicos acuerdos con multinacionales para la explotación de litio y otros recursos naturales en zonas protegidas del país. Esta decisión, que responde a intereses económicos externos, ha generado el rechazo masivo de comunidades locales y organizaciones ambientales, que denuncian el avance de un modelo extractivista destructivo.

El gobierno de Javier Milei ha vuelto a generar controversia, esta vez al firmar una serie de acuerdos con empresas multinacionales para la explotación de litio y otros recursos naturales en territorios protegidos de la Argentina.

Con la promesa de una “lluvia de inversiones” y el supuesto desarrollo de las economías regionales, el mandatario continúa profundizando su alineamiento con los intereses del capital extranjero, sin medir las devastadoras consecuencias sociales y ecológicas que estas decisiones conllevan.

Estos acuerdos, que abren las puertas a la minería a cielo abierto en áreas previamente resguardadas por su alto valor ambiental, han encendido la alarma entre las comunidades afectadas, quienes denuncian una entrega del patrimonio nacional y un atentado contra la biodiversidad del país.

Organizaciones ambientales y movimientos sociales ya están organizando marchas y cortes en diversas provincias, exigiendo el cese de las operaciones y el respeto por los derechos territoriales de las comunidades originarias.

 

Gran Bretaña se queda con el litio argentino: El saqueo detrás del discurso de la soberanía

La entrega del litio argentino a manos extranjeras no es una coincidencia, es la consecuencia directa de políticas neoliberales que priorizan los intereses de las grandes corporaciones internacionales sobre el bienestar y la soberanía nacional.

En una nueva operación que parece calcada de los episodios más oscuros de nuestra historia reciente, la anglo-australiana Rio Tinto adquirió Arcadium Lithium, una de las empresas con mayor participación en la extracción del “oro blanco” en el país, por 6.700 millones de dólares.

Esta transacción, que consolida la posición de la multinacional en el mercado global del litio, representa un nuevo capítulo en la entrega de los recursos naturales argentinos, un proceso que ya se venía gestando durante el gobierno de Alberto Fernández, pero que con Javier Milei no solo se ha mantenido, sino que ha profundizado aún más.

 

El litio: pieza clave en la lucha por los recursos del futuro

El litio, vital para la producción de baterías de autos eléctricos y el almacenamiento de energía renovable, se ha convertido en el centro de una batalla geopolítica mundial. Argentina, con la cuarta reserva mundial de este mineral, debería estar en una posición de poder para negociar su explotación bajo condiciones favorables para el país.

Sin embargo, la realidad es completamente distinta. La política de entrega de recursos al extranjero ha sido, y sigue siendo, una constante en los últimos gobiernos, tanto de Alberto Fernández como de Javier Milei.

La reciente compra de Arcadium Lithium por parte de Rio Tinto fue celebrada por los mercados internacionales y las empresas del sector, pero para los argentinos representa una pérdida considerable de soberanía sobre nuestros recursos más valiosos. Arcadium opera dos de los cuatro proyectos más importantes de extracción de litio en Argentina: Olaroz, en Jujuy, y Fénix, en Catamarca.

Estos proyectos, fundamentales para el desarrollo económico y energético del país, ahora se encuentran bajo el control de una multinacional cuyo interés no es el desarrollo argentino, sino maximizar sus ganancias a costa de nuestros recursos naturales.

 

Milei y la perpetuación de la política de entrega

A pesar de la retórica de campaña de Javier Milei sobre el fin del "parasitismo estatal" y la necesidad de reformas económicas radicales, su gobierno ha seguido la misma línea de entrega de recursos que sus predecesores.

Una semana antes de que se anunciara la venta de Arcadium, una delegación argentina, encabezada por el Secretario de Minería, Luis Lucero, viajó a Londres para participar en el evento London Metal Exchange Week 2024.

Junto a Lucero, asistieron cinco gobernadores opositores que, a pesar de su aparente “diálogo” con el oficialismo, comparten una visión alineada con las multinacionales mineras.

Este viaje, cuyo objetivo era promover inversiones extranjeras en el sector minero argentino, culminó con la adquisición de Arcadium por parte de Rio Tinto, cerrando un ciclo de entreguismo que viene consolidándose desde la administración de Alberto Fernández.

No es casualidad que Lucero y los gobernadores de Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan y Mendoza —las provincias que forman la Mesa del Litio— hayan sido protagonistas de este evento.

Mientras en Bolivia y Chile el litio ha sido declarado un recurso estratégico bajo control estatal, en Argentina se lo cede a multinacionales sin ninguna estrategia nacional de aprovechamiento que beneficie a las futuras generaciones.

 

El saqueo de los recursos argentinos: Un patrón histórico

La historia de la explotación de los recursos naturales en Argentina está plagada de ejemplos de saqueo y devastación ambiental. Desde las tragedias provocadas por empresas como BHP y Lundin Mining en San Juan, hasta el desastre minero en Minas Gerais, Brasil, del que BHP fue responsable, las multinacionales han demostrado su falta de interés en el bienestar de las comunidades locales y del medio ambiente.

Sin embargo, las autoridades argentinas continúan alineándose con estos intereses foráneos, sin exigir las condiciones necesarias para asegurar el desarrollo sostenible y equitativo de los recursos naturales.

La megaminería se ha convertido en una política de Estado, no solo para las administraciones nacionales, sino también para los gobiernos provinciales, que ven en las multinacionales mineras una fuente rápida de ingresos, sin considerar las consecuencias a largo plazo para el país.

Esta actitud servil hacia los intereses extranjeros es, en gran medida, una traición a los principios de soberanía que deberían guiar nuestras políticas públicas.

 

Una entrega sin resistencia: Las consecuencias para la soberanía argentina

La entrega del litio a Rio Tinto es una afrenta directa a la soberanía argentina, un recurso clave para el futuro del país que ahora se encuentra bajo control extranjero.

El gobierno de Javier Milei, lejos de defender los intereses nacionales, ha facilitado este proceso de entrega, perpetuando una política de subordinación a las potencias extranjeras.

Mientras otros países de la región han implementado políticas para proteger sus recursos estratégicos, Argentina sigue siendo un botín fácil para las multinacionales.

Es especialmente significativo que esta operación ocurra en el contexto de un viaje oficial a Londres, la misma ciudad que alberga el gobierno que ocupa ilegalmente las Islas Malvinas.

Esta coincidencia es un recordatorio brutal de la hipocresía del discurso oficial: por un lado, se proclama la defensa de la soberanía en las islas del Atlántico Sur, mientras que por el otro, se entrega el litio argentino sin resistencia a las mismas potencias que se benefician de nuestra debilidad política y económica.

 

Un modelo extractivista en pleno auge

El litio, conocido como “el oro blanco”, es uno de los minerales más codiciados a nivel global, especialmente en el contexto de la transición hacia energías limpias y el auge de la electromovilidad.

Argentina, junto con Bolivia y Chile, forma parte del llamado “triángulo del litio”, que alberga alrededor del 60% de las reservas mundiales de este recurso. Este hecho no ha pasado desapercibido para las corporaciones multinacionales, que desde hace años presionan para asegurarse la explotación de estos minerales.

Sin embargo, lo que podría ser una oportunidad para el desarrollo económico sostenible de Argentina se ha transformado, bajo el gobierno de Milei, en una amenaza para el medio ambiente y la soberanía del país.

Lejos de promover un modelo que equilibre la explotación de recursos con la protección del entorno y los derechos de las comunidades locales, el gobierno ha optado por un modelo extractivista agresivo, con nulas garantías de respeto ambiental.

Las zonas protegidas donde se prevé la explotación minera son ecosistemas delicados, cuya biodiversidad ya se encuentra en riesgo debido al avance de la frontera agrícola y otras actividades extractivas.

En muchos casos, estas tierras son hogar de comunidades indígenas que han habitado estos territorios por siglos, y que ahora ven peligrar no solo sus medios de vida, sino también su cultura y su existencia misma.

 

Rechazo masivo y movilización social

Ante la inminencia de estos proyectos mineros, diversas organizaciones ambientales y movimientos sociales han comenzado a articularse para resistir este nuevo embate extractivista. La organización Madres del Agua, uno de los colectivos más activos en la defensa del agua y los territorios, ha denunciado que las consecuencias de la minería a cielo abierto incluyen la contaminación de fuentes hídricas, el agotamiento de acuíferos y la destrucción irreparable del paisaje natural.

“Estamos ante una nueva colonización, pero esta vez no vienen con espadas, sino con maquinaria pesada y acuerdos firmados en despachos de Buenos Aires. Lo que está en juego no solo es el ambiente, sino nuestra soberanía y el futuro de las próximas generaciones”, sostuvo en un comunicado la Asamblea de Comunidades del Norte Argentino.

Además del impacto ambiental, estas comunidades advierten que las promesas de desarrollo económico para las regiones mineras suelen quedar en el aire. Los trabajos que generan estos proyectos son temporales, y en la mayoría de los casos, mal remunerados. Al finalizar la extracción, lo que queda es un paisaje devastado y comunidades empobrecidas, sin posibilidad de recuperación a corto plazo.

 

El litio: ¿beneficio o maldición?

La discusión sobre la explotación del litio en Argentina no es nueva, pero ha cobrado una intensidad particular bajo la administración de Milei. Los defensores de estos proyectos aseguran que la extracción de este mineral es crucial para posicionar a Argentina en el mercado global de tecnologías limpias, como las baterías para autos eléctricos. Sin embargo, lo que no mencionan es que el precio a pagar por esta “proyección global” es altísimo.

La minería de litio requiere grandes cantidades de agua, un recurso escaso en las regiones donde se extrae. Este hecho ha generado conflictos en países vecinos, como Chile, donde comunidades indígenas han sufrido las consecuencias de la sobreexplotación de sus acuíferos. En Argentina, las provincias de Jujuy, Catamarca y Salta son las más afectadas por estos proyectos, y ya han comenzado a sentir la presión por parte de las empresas mineras que buscan expandir sus operaciones.

“El gobierno de Milei está hipotecando el futuro del país por un puñado de dólares. Estos acuerdos con multinacionales nos condenan a ser una colonia extractiva, sin posibilidades de desarrollo propio y condenados a la miseria cuando se agoten nuestros recursos”, afirmó un representante de la Confederación Mapuche de Neuquén.

 

Un país al borde del colapso ambiental

La firma de estos acuerdos es solo la punta del iceberg de una política que prioriza el lucro a corto plazo por sobre cualquier consideración de bienestar social o ambiental. Los recortes presupuestarios en áreas clave, como la protección ambiental y la investigación científica, sumados a una estrategia extractivista desenfrenada, están llevando al país a una situación límite.

El gobierno de Milei, con su retórica de “libertad” y “crecimiento económico”, se alinea con los intereses de las corporaciones globales, sin prestar atención a las demandas de las comunidades locales ni a los efectos a largo plazo de sus decisiones. Las consecuencias de estas políticas serán pagadas por los sectores más vulnerables de la población, mientras las ganancias se concentran en unas pocas manos extranjeras.

Lo que está en juego no es solo la explotación de un recurso natural, sino la visión de qué tipo de país se quiere construir. Un país que defienda su soberanía, proteja su ambiente y priorice el bienestar de sus ciudadanos, o uno que siga el camino de la entrega, la contaminación y la destrucción.

 

Soberanía o sumisión

La venta de Arcadium Lithium a Rio Tinto es solo un ejemplo más de la constante entrega de los recursos estratégicos argentinos. El gobierno de Javier Milei, a pesar de sus promesas de cambio, ha seguido el mismo camino de sus predecesores, profundizando la dependencia de las multinacionales extranjeras. Si Argentina no toma medidas inmediatas para proteger sus recursos naturales y establecer políticas soberanas que beneficien al pueblo, seguiremos siendo un país rico en recursos, pero pobre en decisiones soberanas. La pregunta es: ¿cuánto más estamos dispuestos a entregar antes de que sea demasiado tarde?

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