25 de diciembre de 2024

El modelo insostenible de Milei: El dólar vuela y las reservas se evaporan

El dólar blue tocó los $1.200, las reservas cayeron USD 316 millones en un solo día y la economía enfrenta presiones crecientes. Las políticas del gobierno profundizan la incertidumbre, con el mercado financiero como único beneficiario y los ciudadanos pagando el precio.



(Por Walter Onorato) La economía argentina vuelve a tambalear. En una jornada de alta tensión cambiaria, el dólar blue marcó un récord de $1.200, lo que representa un incremento de $40 en apenas 24 horas. Este movimiento desató nuevas alarmas, evidenciando no solo la fragilidad de la economía sino también el fracaso de las políticas impulsadas por el gobierno de Javier Milei para estabilizar el tipo de cambio.

El Banco Central, enfrentando una sangría diaria, tuvo que vender USD 179 millones en el mercado cambiario, el saldo negativo más alto desde agosto. Pero esta intervención, lejos de ser una solución, expone un problema mayor: el agotamiento de las reservas, que ahora se sitúan en USD 32.550 millones tras una caída acumulada de USD 316 millones.

El gobierno de Milei había prometido un cambio de rumbo económico, pero la realidad es que las tensiones cambiarias y la incertidumbre financiera están alcanzando niveles críticos. Mientras tanto, el dólar MEP y el contado con liquidación (CCL) también escalaron posiciones, cerrando en $1.162 y $1.169 respectivamente, y mostrando brechas que ya superan el 13%. 

Un modelo insostenible

Los economistas advierten que estas intervenciones masivas solo profundizan el deterioro de las cuentas externas. Según fuentes del mercado, el Banco Central llega a quemar un promedio de USD 200 millones por día, una cifra que, sumada a la incertidumbre sobre la política monetaria estadounidense y las devaluaciones del real brasileño, mantiene al peso argentino bajo presión constante.

Los intentos del equipo económico de Milei para contener esta crisis se asemejan a un parche temporal que no aborda las raíces del problema. La concentración en la estabilidad financiera, mientras se ignoran las demandas estructurales de la economía real, solo perpetúa un ciclo de devaluaciones abruptas y pérdida de poder adquisitivo.

La situación se complica aún más debido a factores externos. La incertidumbre en torno a la política monetaria de Estados Unidos, con posibles aumentos en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, podría generar una salida de capitales de mercados emergentes como Argentina, aumentando la presión sobre el peso. Además, las recientes devaluaciones del real brasileño, principal socio comercial del país, añaden un componente adicional de inestabilidad en el tipo de cambio.

Las políticas implementadas por el gobierno de Javier Milei han sido objeto de críticas por parte de expertos que consideran que estas intervenciones son soluciones temporales que no abordan las causas estructurales de la crisis económica. La falta de reformas profundas en sectores clave de la economía podría estar perpetuando un ciclo de devaluaciones abruptas, alta inflación y pérdida de poder adquisitivo para la población.

En este contexto, la confianza de los inversores y del público en general se ve erosionada, lo que podría derivar en una mayor dolarización de carteras y una presión adicional sobre las reservas internacionales. La sostenibilidad de las intervenciones del BCRA es cuestionable, especialmente si no se acompañan de políticas fiscales y monetarias coherentes que promuevan el crecimiento económico y la estabilidad a largo plazo.

Fuente: Ambito.com

 

El espejismo del mercado bursátil y el costo de las decisiones políticas

En un escenario donde los ciudadanos enfrentan la creciente incertidumbre, el gobierno insiste en destacar los buenos resultados del mercado bursátil como prueba de confianza en su gestión. El índice Merval registró una suba del 1,4% en pesos y acumula un impresionante aumento del 169% en lo que va del año. Sin embargo, este "optimismo" beneficia exclusivamente a una minoría especulativa, mientras la economía real sigue hundiéndose.

Las acciones líderes como BYMA, Metrogas y Edenor mostraron avances significativos, pero estos logros son insuficientes para compensar los efectos devastadores de la crisis cambiaria. Al mismo tiempo, el riesgo país permanece en 670 puntos, reflejando la desconfianza persistente en la economía argentina.

La prórroga del Banco Central para aceptar depósitos de dólares cara chica, aquellos billetes de menor denominación o anteriores a 1996, muestra un intento desesperado por captar capitales fuera del sistema formal. Sin embargo, estas medidas paliativas no resuelven el problema de fondo: la fuga de dólares y la falta de confianza en las instituciones.

El panorama se agrava con las declaraciones de economistas afines al oficialismo, como Domingo Cavallo y Miguel Kiguel, que ya anticipan una nueva devaluación para los primeros meses de 2025. Este diagnóstico no solo pone en jaque a los argentinos, sino que también evidencia la falta de una estrategia coherente para enfrentar la volatilidad cambiaria. 

¿El fin del efecto riqueza?

El llamado "efecto riqueza" que Milei atribuye al dinamismo del crédito y al consumo de bienes dolarizados, como inmuebles y automóviles, parece haber llegado a su fin. Este espejismo de prosperidad es insostenible en un contexto de creciente desigualdad y pobreza estructural.

El deterioro del "carry trade", que hasta ahora había ofrecido cierto alivio a los inversores, es otra señal de que el modelo económico se encuentra en un callejón sin salida. Según un informe de la consultora 1816, la rentabilidad negativa de las operaciones en pesos durante el último mes marca un punto de inflexión en la confianza del mercado.

En los últimos meses, la economía argentina experimentó un fenómeno conocido como "efecto riqueza", impulsado por la estabilidad del dólar financiero y una expansión del crédito que alentó el consumo de bienes durables y dolarizados, como automóviles e inmuebles. Este aparente auge fue presentado por el gobierno de Javier Milei como una señal de recuperación económica y fortalecimiento del poder adquisitivo.

Sin embargo, este espejismo de prosperidad comienza a desvanecerse. El "efecto riqueza" se sustentó en una combinación de salarios en pesos que, aunque perdieron poder de compra en el mercado interno debido a la inflación, ganaron valor medidos en dólares financieros. Esta situación incentivó la demanda de bienes durables y viajes al exterior, generando una sensación de bonanza económica.

No obstante, este modelo presenta serias debilidades. La estabilidad del dólar financiero fue mantenida artificialmente mediante intervenciones del Banco Central, que llegó a vender un promedio de 200 millones de dólares diarios para contener la cotización. Esta política de intervención masiva no solo agotó las reservas internacionales, sino que también incrementó la presión sobre el peso argentino, especialmente en un contexto de devaluación del real brasileño y expectativas de aumento de tasas de interés en Estados Unidos.

Además, la expansión del crédito en pesos, destinada a fomentar el consumo, generó un aumento en la demanda de bienes durables e inmuebles. Según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), en los últimos cuatro meses se evidenció un repunte en las ventas de automóviles, con incrementos interanuales de hasta el 27,7% en agosto. Sin embargo, este crecimiento se basa en un endeudamiento que, en un contexto de alta inflación y depreciación monetaria, resulta insostenible a largo plazo.

Este cambio en las expectativas del mercado refleja una pérdida de confianza en la sostenibilidad del modelo económico actual. La dependencia de intervenciones cambiarias y expansión crediticia para generar un "efecto riqueza" temporal no aborda las problemáticas estructurales de la economía argentina, como la inflación persistente, la falta de inversión productiva y la creciente desigualdad.

La reciente negociación del gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un nuevo acuerdo financiero, que busca obtener fondos frescos para fortalecer las reservas del Banco Central y levantar las restricciones en el mercado de divisas, es una muestra de la fragilidad del modelo actual. Aunque el FMI ha elogiado algunas medidas económicas de Milei, la dependencia de financiamiento externo y la falta de reformas estructurales ponen en duda la viabilidad de una recuperación económica sostenida.

En este contexto, es fundamental replantear las políticas económicas actuales y enfocarse en soluciones de largo plazo que promuevan el desarrollo productivo, la estabilidad macroeconómica y la reducción de la desigualdad. Continuar con medidas que generan un "efecto riqueza" efímero, sin atender las raíces de los problemas económicos, solo perpetuará ciclos de crisis y recuperación superficial, sin lograr una mejora real en la calidad de vida de la población.

La crisis cambiaria es solo la punta del iceberg de un modelo económico que prioriza el beneficio de los especuladores sobre el bienestar de la mayoría. Con reservas que se desvanecen y un tipo de cambio cada vez más inestable, las promesas de Javier Milei parecen más una ilusión que una solución. Mientras tanto, el costo de esta política recae sobre los ciudadanos comunes, quienes enfrentan un futuro incierto marcado por la precariedad y la desconfianza.

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