Fuerte descontento entre jóvenes libertarios por las alianza de Karina Milei con la "casta política"
La interna en La Libertad Avanza evidencia un movimiento cada vez más distante de sus ideales fundacionales, con la hermana del presidente como figura clave de un oficialismo debilitado. Un movimiento que nació como una promesa de ruptura con el pasado político, se encuentra hoy atrapado en sus propias contradicciones.
(Por Nicolás Valdéz) En las filas libertarias, el descontento crece. La coalición que prometía un cambio radical frente a "la casta" política argentina ahora enfrenta acusaciones de traición desde sus propias bases. La figura de Karina Milei, hermana del presidente Javier Milei y autoproclamada estratega central del oficialismo, se ha convertido en el epicentro de las disputas internas, revelando un gobierno que depende más de los vínculos familiares que de una estructura política sólida.
Desde su llegada al poder, Javier Milei construyó un discurso sobre la eliminación de la "casta" política, una narrativa que prometía una revolución liberal sin precedentes. Sin embargo, las recientes negociaciones para incorporar nombres como Daniel Scioli, Carlos "Camau" Espínola y Soledad Acuña –todos con trayectorias largas en la política tradicional– han generado una ola de críticas desde el núcleo libertario.
Las bases, formadas en gran parte por jóvenes que abrazaron el purismo liberal, ven estas alianzas como un pacto con el enemigo. La fotografía en la Casa Rosada junto a dirigentes radicales, otrora denostados por Milei, y la incorporación de restos del PRO y el peronismo confirman un viraje hacia la "realpolitik", dejando atrás los principios fundacionales de La Libertad Avanza.
La estrategia detrás de estas movidas políticas parece provenir directamente de Karina Milei, quien en su rol de secretaria general de la Presidencia, controla buena parte del armado político del oficialismo. No obstante, esta centralización del poder ha despertado tensiones internas. "Para eso seguíamos con Iñaki y Maslatón", critican algunos militantes, haciendo referencia a figuras libertarias de la primera hora que fueron desplazadas en este nuevo esquema.
En este contexto de descontento, la figura de Karina Milei emerge como una posible candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires, con el objetivo de ocupar eventualmente la presidencia provisional del Senado. De concretarse, esto la colocaría en la línea de sucesión presidencial, una jugada que muchos interpretan como un intento de blindar al gobierno ante posibles crisis institucionales.
Sin embargo, este movimiento también implica un enfrentamiento directo con Victoria Villarruel, la actual vicepresidenta. Karina no solo se posiciona como la mano derecha del presidente, sino como su escudo político, manteniendo el triángulo de poder que incluye a Santiago Caputo, el jefe de "Las Fuerzas del Cielo". Sin este soporte, la administración Milei se muestra vulnerable y carente de liderazgos alternativos.
Las tensiones internas no son menores. La falta de cuadros nuevos y el reciclaje de dirigentes provenientes de partidos tradicionales generan descontento entre los jóvenes libertarios, quienes ven diluirse las promesas de renovación. Por otro lado, la dependencia de Milei hacia su hermana revela un gobierno personalista y centralizado, alejado de las estructuras democráticas que prometía instaurar.
El problema no radica únicamente en las figuras que podrían liderar el próximo turno electoral. También subyace una crisis de identidad política. La coalición que se erigía como un proyecto antisistema ahora parece consolidarse como una amalgama de intereses contradictorios, en la que las decisiones estratégicas se toman a puerta cerrada por un círculo reducido de familiares y allegados al presidente.
El panorama es desalentador para La Libertad Avanza. Sin figuras nuevas ni un proyecto claro, el oficialismo enfrenta una encrucijada: o traiciona sus principios fundacionales en pos de alianzas pragmáticas, o arriesga su estabilidad política en un intento de volver al purismo libertario.
La Libertad Avanza, que nació como una promesa de ruptura con el pasado político argentino, se encuentra hoy atrapada en sus propias contradicciones. El protagonismo de Karina Milei, el reciclaje de figuras de la "casta" y las disputas internas desnudan un movimiento que parece haber perdido el rumbo. En un contexto de creciente descontento social y político, el gobierno de Javier Milei enfrenta el desafío de recuperar la confianza de sus bases o resignarse a ser lo que prometió destruir.
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