No cierran los números: Por las promesas incumplidas de Milei crece la indignación en el campo
Mientras las retenciones se mantienen intactas, el sector agropecuario enfrenta una tormenta perfecta de precios internacionales bajos, alta carga fiscal y sequía. Las críticas al gobierno nacional crecen, acusándolo de incumplir sus compromisos y amenazar la supervivencia de los productores.
En el centro de la región productiva más importante de Argentina, la Mesa de Enlace de Córdoba señala que el campo atraviesa un “momento delicado”. La caída de los precios internacionales de los cereales, sumada a la persistencia de las retenciones y la ausencia de políticas efectivas por parte del gobierno de Javier Milei, ha llevado al agro a un estado de asfixia. Desde el corazón de la zona núcleo, los reclamos son unánimes: el impuesto a las exportaciones no solo es distorsivo, sino también discriminatorio y mortal para miles de productores.
En un reciente comunicado, las entidades que componen la Mesa de Enlace —Coninagro, Sociedad Rural, Federación Agraria y Cartez— criticaron con dureza al gobierno por no cumplir sus promesas de eliminar las retenciones. “El sector agropecuario lleva más de 20 años soportando un estado de ineficiencia, con gastos insostenibles y una presión fiscal incompatible con la producción. Las retenciones asfixian al sector”, advirtieron. Las críticas también apuntaron a la incapacidad del oficialismo para comprender que el campo es el motor económico del país.
Las contradicciones de Milei
El presidente Javier Milei, quien en su campaña prometió eliminar las retenciones de inmediato, ahora alega que su reducción está supeditada a la “macro”. Esta postura ha generado indignación en el agro, que siente que las palabras del mandatario son una afrenta directa a su supervivencia. “Supeditar su revisión a otros logros macroeconómicos es no darse cuenta de que el sector agropecuario impulsa al país hacia un crecimiento sostenible”, replicaron desde Córdoba.
La realidad en el campo es cruda y los actores del sector no ocultan su preocupación. Andrea Sarnari, presidenta de la Federación Agraria, describió un panorama desolador: “Sembramos con altos costos de insumos, arrendamientos elevados y precios internacionales deprimidos. Este contexto, sumado a una alta carga fiscal, nos deja números que no cierran”. Su testimonio refleja un sentimiento compartido por productores de todo el país que ven con desesperación cómo se estrecha el margen de maniobra para sostener la producción.
Desde las redes sociales, el titular de Coninagro, Lucas Magnano, fue más allá: “Los precios asfixian la producción. Sobran retenciones, impuestos y tasas. La quita de las retenciones ya no es un reclamo, es una necesidad”. Magnano también hizo énfasis en que las políticas actuales parecen desconocer el carácter estratégico del agro para el desarrollo económico. “Estamos hablando de un sector que genera dólares, empleo y arraigo en las regiones más vulnerables. Mantener estas cargas es condenar al país a un círculo vicioso de pobreza y exclusión”, sentenció en un video que rápidamente se viralizó entre los productores.
(Por Osvaldo Peralta) El malestar también se extiende a los pequeños productores, quienes enfrentan aún mayores dificultades. Desde Santa Fe, Juan Herrera, agricultor familiar, relató: “Estamos a merced del clima, los precios y las decisiones políticas. No podemos seguir esperando; necesitamos respuestas ahora”. Herrera destacó que las promesas de campaña se convirtieron en una cruel paradoja, donde las esperanzas de alivio fiscal dieron paso a una incertidumbre que amenaza con hacer inviable la actividad.
La tensión entre el campo y el gobierno de Milei sigue creciendo, con movilizaciones y reuniones que buscan presionar para que el Ejecutivo cumpla con las promesas que lo llevaron al poder. Mientras tanto, los productores miran al cielo esperando lluvias y a la Casa Rosada exigiendo decisiones concretas.
Una crisis anunciada
La situación en el campo se ve agravada por factores climáticos que no dan tregua a los productores. La sequía, que ya es considerada una de las más severas de la última década, ha impactado directamente en los cultivos de soja y maíz, dos pilares fundamentales del sector agroexportador argentino. Las pérdidas no se limitan solo a la cantidad de toneladas producidas, sino también a una notable disminución en la calidad de los granos, lo que afecta su cotización en los mercados internacionales. Según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, las lluvias no solo son insuficientes, sino que llegan tarde, complicando aún más el desarrollo de los cultivos y forzando a muchos productores a resignar hectáreas sembradas. Este deterioro ha llevado a un ajuste a la baja en las estimaciones de siembra, que ya acumulan un retroceso cercano al 10% en comparación con el año anterior.
A este panorama desolador se suma el desplome de los precios internacionales, que han caído un 16% respecto al promedio de los últimos cinco años, acentuando la presión sobre los márgenes de rentabilidad. Este fenómeno, originado en parte por una sobreoferta global y una menor demanda de grandes compradores como China, está dejando al descubierto las debilidades estructurales de un sistema agrícola que no logra adaptarse rápidamente a los cambios en el mercado internacional.
El consultor agrícola Pablo Adreani advirtió con crudeza sobre las consecuencias económicas y sociales de no implementar medidas inmediatas. Según explicó en declaraciones radiales, si el gobierno no elimina las retenciones antes de abril, el sector sojero, que representa una de las principales fuentes de divisas del país, podría enfrentar un colapso. “No es fácil cosechar soja a 260 dólares y perder dinero”, sentenció, subrayando que actualmente el 80% de los productores ya opera en números rojos. Esto no solo pone en riesgo a las grandes explotaciones, sino que afecta de manera desproporcionada a los pequeños y medianos productores, quienes cuentan con menor capacidad financiera para afrontar pérdidas prolongadas.
Adreani destacó que el efecto no se limitaría al ámbito agropecuario: una crisis de rentabilidad masiva podría desencadenar un efecto dominó, impactando en toda la cadena de valor, desde el transporte hasta las industrias derivadas, lo que profundizaría aún más la recesión económica en las zonas rurales y afectaría la generación de empleo en las comunidades del interior.
El escenario, según los analistas, es claro: la combinación de sequía, bajos precios internacionales y políticas fiscales que limitan la rentabilidad configuran una tormenta perfecta para el agro. La falta de acción del gobierno, en un contexto donde cada decisión cuenta, podría acelerar la crisis y empujar al país a una pérdida irreversible de competitividad en los mercados globales.
Despidos y un futuro incierto
Mientras las entidades agropecuarias claman por cambios urgentes, las consecuencias sociales de la crisis económica ya se sienten con fuerza en las regiones productivas. Un ejemplo concreto es el frigorífico Euro, ubicado en Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe, que esta semana despidió a más de 70 operarios utilizando un frío mensaje de WhatsApp como única notificación. Este hecho, que a primera vista podría parecer aislado, es en realidad un símbolo inquietante del impacto que atraviesan las economías regionales, donde cada cierre o ajuste empresarial desencadena un efecto en cadena en las comunidades locales.
La Confederación de Asociaciones Rurales de Argentina (CRA) ha señalado con preocupación que las retenciones agropecuarias representan una significativa transferencia de recursos desde el interior del país hacia el Estado nacional, intensificando el debilitamiento de las economías regionales. Este drenaje financiero no solo afecta la rentabilidad de los productores, sino que también socava el tejido económico de ciudades y pueblos que dependen de la actividad agroindustrial.
En paralelo, los productores advierten sobre un posible “efecto dominó” en el sector, donde el deterioro financiero de los actores primarios podría arrastrar a empresas proveedoras de insumos, comercios y servicios conexos, acelerando el cierre de establecimientos y el aumento del desempleo. La incertidumbre no solo golpea a las pequeñas economías familiares, sino que también mina la capacidad de inversión y la confianza necesaria para sostener la producción en un contexto de crisis estructural.
Este panorama sombrío pone de relieve la urgente necesidad de medidas que no solo alivien las cargas impositivas, sino que además fomenten el desarrollo sostenible y equitativo de las regiones más afectadas. Sin una respuesta coordinada y efectiva, el interior productivo corre el riesgo de convertirse en un epicentro de desintegración económica y social.
El campo argentino está en pie de lucha. La Mesa de Enlace de Córdoba exigió medidas concretas: una revisión inmediata de los derechos de exportación y políticas agropecuarias a largo plazo. “Es hora de encender la esperanza de quienes tanto trabajan, invierten y arriesgan cada campaña en Argentina”, concluye el comunicado. Si el gobierno de Milei no toma medidas urgentes, podría enfrentarse a un conflicto agrario de magnitudes históricas, con consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad en su conjunto.
EN ORSAI
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