El FMI volvió a correr el arco y lleva al Gobierno hasta las cuerdas
El Fondo volvió a alabar los logros de Milei pero, otra vez, postergó la firma de un acuerdo, lo que ahoga a la gestión del ministro Luis Caputo. Cómo reacciona el Gobierno para mantener igual el dólar barato.
El Fondo Monetario Internacional decidió mantener abierta la negociación con el Gobierno de Javier Milei en una estrategia que busca exponer los desequilibrios macroeconómicos del frente externo para forzar a acelerar una apertura del mercado de capitales y dejar devaluar al peso, y obligó al ministro Luis Caputo a tomar una decisión que expone al sistema financiero argentina a un nuevo riesgo de descalce de monedas, como el que provocó la crisis del fin de la convertibilidad.
Apremiados por la necesidad de dólares para financiar la estabilidad cambiaria en un contexto de creciente desconfianza de los agentes financieros y mayor demanda de los importadores que perciben que puede estar cerca el salto cambiario, Caputo y su socio en la actividad privada, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, cedieron a la tentación de liberar de restricciones la posibilidad de otorgar créditos en dólares.
El FMI viene apoyando en declaraciones de sus autoridades, como la titular del organismo Kristalina Georgieva, la marcha del plan económico de Milei, pero no cambió su visión de las medidas que se deben tomar para acceder a nuevo financiamiento del organismo, plasmada en el informe de los técnicos a mitad del año pasado y que contó con el aval total del Directorio. El ministro Caputo buscó en cambio un acuerdo sobre la base del plan que lleva adelante, que facilita la fuga de capitales a un precio subvencionado por el Banco Central, a través de las intervenciones en los mercados financieros.
“Hoy recibí al Presidente Javier Milei en el FMI para hablar sobre el plan de estabilización y crecimiento de Argentina, que está dando resultados significativos”, dijo Georgieva el jueves en la red social “X” e inmediatamente aclaró: “Nuestros equipos siguen trabajando de manera constructiva en pos de un nuevo programa con el FMI”, pateando cualquier definición.
El Gobierno había dejado trascender, en medio del escándalo de estafa con la memecoin $LIBRA que involucra al presidente Milei, que en este viaje a Washington iba a haber novedades con el Fondo. Lo cierto es que no viajó Buasili, quien es el responsable junto a Caputo de firmar la Carta de Intención como se denomina al acuerdo. Caputo y Bausili estarán juntos la semana próxima en la reunión del G-20 en Sudáfrica, donde se dará otro capítulo de la negociación con el FMI, pero se trata de una cumbre desvalorizada por las ausencias de los estadounidenses. Los secretarios de Estado, Marco Rubio, y del Tesoro, Scott Bessent, anunciaron que no Irán.
La vista puesta en abril
Las miradas están puestas en la cumbre de abril, cuando se concrete la asamblea anual conjunta del FMI y el Banco Mundial en Washington. Inmediatamente necesitará el respaldo del Congreso, donde el oficialismo demostró tener capacidad de negociación no solo para bloquear vetos o investigaciones al Presidente sino para obtener las leyes que le interesa, como fue esta última semana la suspensión de las PASO.
El año pasado, el Gobierno permitió que se liquiden US$18.000 millones de las exportaciones para satisfacer la demanda en el mercado del contado con liquidación, utilizado para fugar en forma legal dólares del país: se compran en la bolsa porteña pero se acreditan en cuentas en el extranjero. Además, otros US$20.000 millones que las empresas obtuvieron de financiamiento bancario y con la colocación de Obligaciones Negociables y que vendieron en el mercado de cambios, el BCRA los utilizó para compensar la demanda de los importadores y para el pago de servicios de la deuda y con el saldo intervino en el mercado financiero para contener el dólar MEP, que adquieren fundamentalmente los ahorristas para atesoramiento.
El BCRA también emitió unos US$12.000 millones en deuda denominada Bopreal, que utilizó para compensar a importadores y empresas que querían girar dividendos, y tomó otros US$1.000 millones con un crédito REPO de cinco entidades financieras internacionales. Pero el atraso del dólar que es percibido por los agentes económicos hizo crecer la demanda, a la que se fue sumando la del turismo emisivo que solo en enero gastó unos US$865 millones con el denominado dólar tarjeta.
Ese crecimiento de la demanda se reflejó en la colocación récord de Obligaciones Negociables (ON) en enero, por US$2.019 millones, superando en más de US$200 millones el registro de 2017, durante la gestión de Mauricio Macri, el anterior volumen histórico. También en ese mes se incrementó en US$1.274 millones los créditos en dólares del sistema financiero, de tal manera que el sector privado volcó al mercado de cambio dólares financieros, que básicamente son los depósitos de los ahorristas, unos US$3.300 millones.
El negocio de las empresas es tomar el financiamiento en dólares, vender las divisas al mercado en el que interviene el BCRA, comprar con los pesos que obtienen un bono del Tesoro que emite el ministro Caputo y ganar una tasa en dólares que este mes superó 1,5% efectiva mensual y con la garantía de que el BCRA le va a permitir comprar de nuevo los dólares al valor oficial.
Cuando parecía que esa fuente de dólares se agotaba, en parte por la sangría de depósitos desde el pico del blanqueo que significó la pérdida de más de US$3.000 millones, el BCRA habilitó prestar dólares a empresas que no generan o no están de alguna manera vinculadas su facturación a la variación de la divisa.
La decisión del BCRA permite otorgar crédito en dólares siempre que el origen de los fondos sean líneas de crédito del exterior o fondos captados a través de Obligaciones Negociables emitidas por los bancos. Aunque se buscó mantener el principio de que los depósitos en dólares están encajados en el BCRA o prestados a empresas que exportan, la norma deja abierto un vaso comunicante entre depósitos en dólares y préstamos a empresas que facturan en pesos.
Las ON son compradas con dólares que están en los bancos, los que ahora serán prestados a una empresa que factura en pesos, que lo venderá en el mercado de cambios, donde los compra el BCRA que después los vende en el mercado financiero y pasa a integrar los depósitos. Ese rulo significa que parte de los depósitos en dólares de los ahorristas terminarán siendo prestados a empresas que tienen su facturación en pesos, generando el descalce de monedas como el que provocó la crisis en la salida de la convertibilidad, cuando los préstamos eran en dólares pero las familias y las empresas tenían ingresos en pesos.
El Destape
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