20 de abril de 2025

Con la deuda del Fondo se reanuda la bicicleta financiera

El mercado se frota las manos

El gobierno no parece preocupado y calcula que la apreciación del tipo de cambio seguirá avanzando en los próximos meses, al menos hasta las elecciones de medio término.

Federico Kucher

El gobierno terminó la semana pasada exultante. Los principales funcionarios del equipo económico e incluso el presidente Milei levantaron el perfil y prácticamente se presentaron como los redentores de la Argentina. El dólar oficial y los dólares financieros terminaron debajo de los 1200 pesos. Se trata de una cifra que se celebró como el regreso rotundo de la confianza de los inversores y una señal casi cósmica sobre un destino plagado de abundancias, prosperidad y fortuna para los argentinos.

Las afirmaciones del gobierno de los últimos días fueron esotéricas y llenas de sesgos de confirmación. ¿La Argentina realmente se encuentra a las puertas de un nuevo ciclo de crecimiento y desarrollo que permitirá acabar con el trauma de la inflación, impulsar la calidad de vida de la población y convertirla en una potencia en pocas décadas? Se mire por dónde se mire es verdaderamente difícil creer en ese relato.

La idea de que el superávit fiscal iba a ser un Santo Grial para resolver los problemas de la economía argentina quedó totalmente descartada. Sin reservas en el Banco Central no existen posibilidades de controlar los saltos de precios (como los que ocurrieron en marzo) y las expectativas de devaluación. El gobierno parece argumentar que ahora que llegaron nuevas divisas a las arcas de la autoridad monetaria cambia totalmente la ecuación. Pero en la práctica los problemas siguen igual de latentes.

No es necesario tener un doctorado en economía en Harvard o en alguna otra de las principales universidades de Estados Unidos para intuir que la estrategia del gobierno no parece encaminada a generar crecimiento ni desarrollo sostenido. Alcanza con mirar algunos de los últimos datos que publicó el Indec o incluso revisar el día a día de las noticias económicas.

Bicicleta

El último informe oficial de comercio exterior registró que en marzo las exportaciones bajaron 2,5 por ciento en forma interanual. En el mismo período, las importaciones aumentaron a un ritmo del 38,7 por ciento. Los portales se cansaron de publicar en los últimos días noticias sobre las demoras de más de cuatro horas y la fila de cinco kilómetros de autos argentinos intentando cruzar a Chile en el fin de semana largo para hacer turismo de compras.

El gobierno se encuentra obsesionado con alentar la apreciación cambiaria sin dólares genuinos. Y eso no cuadra. Los dólares que ingresaron la semana pasada a las reservas no son fruto de un shock exportador ni de inversiones productivas: son deuda. Llegan acompañados de intereses elevados y, más temprano que tarde, habrá que devolverlos.

Por un tiempo, los dólares de esta deuda pueden convencer a los inversores de acelerar la bicicleta financiera, jugar fichas a las tasas de interés en pesos y apostar a conseguir retornos extraordinarios en la Argentina (garantizados con los fondos de libre disponibilidad que envió el FMI).

Pero al final del camino estas apuestas son puramente especulativas. La naturaleza de la bicicleta financiera es que en algún momento se corta. Los inversores buscan hacerse de las ganancias y para ello tienen marcado a fuego que no pueden ser los últimos en irse de los pesos. Cuando esto ocurre, se llevan los dólares de las reservas y el país igual se queda con las deudas.

El gobierno no parece preocupado y calcula que la apreciación del tipo de cambio seguirá avanzando en los próximos meses, al menos hasta las elecciones de medio término. Se hacen oídos sordos del impacto que tendrá este nuevo ciclo de bicicleta financiera sobre la matriz productiva, con la producción de la industria que se vuelve inviable al igual que la creación de empleo.

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