El partido del vicepresidente de Brasil aprovecha la crisis política
Publicado el 7 de Junio de 2011El PMDB, aliado clave del oficialismo, negocia mayores cuotas de poder a cambio de apoyar a Dilma en momentos en que la oposición encontró una veta para desgastar su gestión. El jefe de Gabinete, centro de un escándalo.
El presunto enriquecimiento por tráfico de influencias del jefe de Gabinete brasileño Antonio Palocci no sólo ocasionó la primera crisis en el gobierno de Dilma Rousseff. También se reveló un póquer político tanto de los defensores como de los detractores del funcionario. De un lado está el oficialista PMDB, que negocia más resortes de poder a cambio de su apoyo. Del otro, los medios opositores, cuya cobertura del caso está lejos de la “benevolencia” con la que trataron negocios poco claros de familiares de José Serra, ex candidato a presidente.
Frente al “caso Palocci”, el PMDB se mostró fiel a sus propios intereses. En público, el ex presidente y actual titular del Senado José Sarney defendió al funcionario: “Ya dio todas las informaciones que tenía para dar.” En privado, Michel Temer, que se alzó con la vicepresidencia de la mano de Dilma, negocia abrir el grifo de nombramientos para acabar con la política del “cuentagotas”.
No es que haya obtenido pocas porciones de la torta, es voraz. Nunca antes en su historia el PMDB manejó tantos hilos del Ejecutivo. Tiene seis ministerios. Entre ellos, Agricultura, Minas y Energía, y Seguridad Social. En el segundo gobierno de Lula, manejó un presupuesto de 251 mil millones de reales (655.110 millones de pesos). Gobierna cinco estados (Río de Janeiro, por caso). Cuenta con 19 senadores y 79 diputados, además de la jefatura del Senado.
El PMBD busca hacer de la crisis una oportunidad para desbaratar el “juego duro” que encabezaba Palocci dosificando la entrega de puestos estatales según el grado de fidelidad parlamentaria al gobierno. Cuando el PMDB votó el Código Florestal junto a la agroindustria, eximiéndola de multas millonarias por desforestar la Amazonia y contrariando sus propias promesas electorales, Dilma reaccionó: “No hay dos gobiernos, hay uno”.
La bomba mediática estalló tres semanas más tarde, cuando la corporación mediática publicaba datos que sembraban cada vez más dudas sobre el crecimiento del patrimonio de Palocci. Pasó de tener 375 mil reales (975 mil pesos) a 7,5 millones (19,5 millones) en cuatro años.
Debilitado el jefe de Gabinete y ante las presiones parlamentarias –incluido un sector del PT–, Dilma “se vio compelida a ajustar prematuramente sus planes. Ordenó destrabar los pedidos de nombramiento del PMDB”, consignó Folha. El mismo diario informó la inminente –y no confirmada– reunión entre la mandataria y Lula para buscar “apoyo” frente al “desgaste” de su autoridad.
La línea editorial que exhiben ante Palocci O Globo y Veja, además de Folha, dista de la que regía sus coberturas en el “caso Verónica Serra”, hija de José Serra, el derrotado candidato presidencial del PSDB. Esta próspera empresaria fue convertida en una “víctima estelar” por la filtración de su declaración impositiva, supuestamente por parte de “monjes negros” de la Receita Federal (la AFIP brasileña).
Con el foco puesto en determinar desde cuán cerca de Lula había partido la filtración –cuando Dilma peleaba el ballottage– nada se dijo sobre contenidos pocos claros de esa declaración. Para el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, “la prensa y los adversarios del gobierno tienen ahora una actitud distinta a la dispensada a la hija de Serra”.
Aunque no exime a Palocci de su responsabilidad ética y legal, la secretaría de Finanzas de San Pablo –Estado gobernado por el PSDB– viene eludiendo de dar cuentas sobre su papel en el caso. El cientista político Fabio Wanderley Reis dio pistas sobre los intereses en juego: “La oposición, que estaba sin rumbo y sin discurso, no entregará fácilmente un presente”, como el de Antonio Palocci.
Frente al “caso Palocci”, el PMDB se mostró fiel a sus propios intereses. En público, el ex presidente y actual titular del Senado José Sarney defendió al funcionario: “Ya dio todas las informaciones que tenía para dar.” En privado, Michel Temer, que se alzó con la vicepresidencia de la mano de Dilma, negocia abrir el grifo de nombramientos para acabar con la política del “cuentagotas”.
No es que haya obtenido pocas porciones de la torta, es voraz. Nunca antes en su historia el PMDB manejó tantos hilos del Ejecutivo. Tiene seis ministerios. Entre ellos, Agricultura, Minas y Energía, y Seguridad Social. En el segundo gobierno de Lula, manejó un presupuesto de 251 mil millones de reales (655.110 millones de pesos). Gobierna cinco estados (Río de Janeiro, por caso). Cuenta con 19 senadores y 79 diputados, además de la jefatura del Senado.
El PMBD busca hacer de la crisis una oportunidad para desbaratar el “juego duro” que encabezaba Palocci dosificando la entrega de puestos estatales según el grado de fidelidad parlamentaria al gobierno. Cuando el PMDB votó el Código Florestal junto a la agroindustria, eximiéndola de multas millonarias por desforestar la Amazonia y contrariando sus propias promesas electorales, Dilma reaccionó: “No hay dos gobiernos, hay uno”.
La bomba mediática estalló tres semanas más tarde, cuando la corporación mediática publicaba datos que sembraban cada vez más dudas sobre el crecimiento del patrimonio de Palocci. Pasó de tener 375 mil reales (975 mil pesos) a 7,5 millones (19,5 millones) en cuatro años.
Debilitado el jefe de Gabinete y ante las presiones parlamentarias –incluido un sector del PT–, Dilma “se vio compelida a ajustar prematuramente sus planes. Ordenó destrabar los pedidos de nombramiento del PMDB”, consignó Folha. El mismo diario informó la inminente –y no confirmada– reunión entre la mandataria y Lula para buscar “apoyo” frente al “desgaste” de su autoridad.
La línea editorial que exhiben ante Palocci O Globo y Veja, además de Folha, dista de la que regía sus coberturas en el “caso Verónica Serra”, hija de José Serra, el derrotado candidato presidencial del PSDB. Esta próspera empresaria fue convertida en una “víctima estelar” por la filtración de su declaración impositiva, supuestamente por parte de “monjes negros” de la Receita Federal (la AFIP brasileña).
Con el foco puesto en determinar desde cuán cerca de Lula había partido la filtración –cuando Dilma peleaba el ballottage– nada se dijo sobre contenidos pocos claros de esa declaración. Para el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, “la prensa y los adversarios del gobierno tienen ahora una actitud distinta a la dispensada a la hija de Serra”.
Aunque no exime a Palocci de su responsabilidad ética y legal, la secretaría de Finanzas de San Pablo –Estado gobernado por el PSDB– viene eludiendo de dar cuentas sobre su papel en el caso. El cientista político Fabio Wanderley Reis dio pistas sobre los intereses en juego: “La oposición, que estaba sin rumbo y sin discurso, no entregará fácilmente un presente”, como el de Antonio Palocci.
Tiempo argentino
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Este es el efecto Cobos ,esta visto que tambien exportamos malas ideas.
Si hay problemas con personas , eso es trabajo para la justicia y no para la política, separemos los tantos de una vez por todas.
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