Rousseff podría perder a otro ministro en la lucha por el poder
Publicado el 10 de Junio de 2011Los aliados de la presidenta, el PT y el PMDB, están detrás de la renuncia de Luiz Sérgio, encargado de las relaciones entre el Parlamento y el Ejecutivo. Quieren nombrar a alguien que favorezca una “mayor apertura” de la presidenta.
Brasil sigue sumido en una disputa no disimulada. A tres días de la salida del gobierno del otrora poderoso Antonio Palocci, ahora la batalla es por la cuota de poder que tendrá el Congreso en el futuro diseño de políticas. Sincronizados, el PT y el PMDB, las fuerzas que más parlamentarios aportan a la coalición oficialista, terminaron de empujar al desfiladero al ministro de Relaciones Institucionales Luiz Sérgio, que habría presentado su renuncia. Buscan colocar en su lugar al artífice de “una mayor apertura” por parte de Dilma Rousseff. La presidenta brasileña, en tanto, no oculta su decepción con su propio partido, el PT. En las próximas horas decidiría si acepta o no otro cambio, el segundo, en sus colaboradores electos.
Según el diario O Estado de São Paulo, Sérgio avisó ayer a Dilma que no seguiría en su cargo, responsable en lo formal de la articulación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Quien manejaba en los hechos los complejos hilos parlamentarios, en los que suelen tener más peso los intereses territoriales que los partidarios, era Palocci. Sérgio era considerado apenas un “muchacho” que tomaba nota de los requerimientos. Sus acciones cayeron en baja luego de que el gobierno, en pleno torniquete fiscal para contener la inflación, desoyó pedidos para no recortar asignaciones presupuestarias.
El aviso, tanto de los medios hegemónicos como de algunos líderes parlamentarios, había sido claro: Sérgio sale de la mano de Palocci. No por nada legisladores oficialistas barajaron remplazantes de manera ostensible. Ayer, los popes del “petismo” en Diputados buscaron unificar su discurso y consensuar un nombre para presentar a Dilma. Uno de los que participó en esos encuentros fue Cândido Vaccarezza, quien pese a desmentir los rumores, sigue sonando como sucesor de Sérgio.
Ni unificación ni consenso. De acuerdo con Folha de São Paulo, el PT está dividido. Están los que quieren que Relaciones Institucionales quede bajo la órbita del partido –el reparto de ministerios suele hacerse según el peso legislativo de cada fuerza dentro del interbloque– y los que desean cederlo a un aliado para evitar más desgastes con Dilma. Claro que el término “aliado” excluye en esta ocasión al PMDB, que también ambiciona desembarcar en el organismo, aunque no alardea por los pasillos.
Pero la presidenta no observa callada esas veleidades. “Jamás vamos a quedar inmovilizados frente a los embates. Sabemos frenarlos y gobernar al mismo tiempo”, enfatizó. Fue una respuesta que apuntó al establishment, que venía acusándola de haberse paralizado ante la primera crisis. Y de estar a merced de la “tutela” de Lula. Otra declaración presidencial buscó dejar en claro quién manda: “Así como estoy triste por la salida de un compañero de lucha, estoy satisfecha por la solución que encontré para asegurar la continuidad del trabajo.” El autoelogio fue por la designación de la senadora Gleisi Hoffmann como jefa de Gabinete, a la que considera leal.
Los gestos de Dilma fueron tan contundentes como sus palabras. En el raid de cónclaves que mantuvo con miembros de los bloques legislativos aliados, la presidenta dio a dirigentes del PMDB el afecto y la calidez que retaceó a hombres del PT. Medios como Veja, Folha y Jornal do Brasil hicieron lecturas similares. Pese a algunas defecciones parlamentarias de los “peemedebistas”, Dilma reconoce que tienen la llave para destrabar otros proyectos estratégicos que esperan en el Congreso. Esto no significa que vaya a entregarles el ministerio. El PMDB dijo que no propondrá nombres, pero por lo bajo presiona para avanzar un casillero.
Además, la mandataria mastica bronca por el ostensible desgaste que le propinó el PT. “Es fundamental colocar un punto final en esta disputa en nombre de la unidad de la bancada y del gobierno.”La declaración de paz de Paulo Teixeira, líder “petista” en Diputados, no explica cómo se llegó tan peligrosamente lejos en apenas seis meses, tiempo que Dilma lleva al frente del gobierno.
Según el diario O Estado de São Paulo, Sérgio avisó ayer a Dilma que no seguiría en su cargo, responsable en lo formal de la articulación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo. Quien manejaba en los hechos los complejos hilos parlamentarios, en los que suelen tener más peso los intereses territoriales que los partidarios, era Palocci. Sérgio era considerado apenas un “muchacho” que tomaba nota de los requerimientos. Sus acciones cayeron en baja luego de que el gobierno, en pleno torniquete fiscal para contener la inflación, desoyó pedidos para no recortar asignaciones presupuestarias.
El aviso, tanto de los medios hegemónicos como de algunos líderes parlamentarios, había sido claro: Sérgio sale de la mano de Palocci. No por nada legisladores oficialistas barajaron remplazantes de manera ostensible. Ayer, los popes del “petismo” en Diputados buscaron unificar su discurso y consensuar un nombre para presentar a Dilma. Uno de los que participó en esos encuentros fue Cândido Vaccarezza, quien pese a desmentir los rumores, sigue sonando como sucesor de Sérgio.
Ni unificación ni consenso. De acuerdo con Folha de São Paulo, el PT está dividido. Están los que quieren que Relaciones Institucionales quede bajo la órbita del partido –el reparto de ministerios suele hacerse según el peso legislativo de cada fuerza dentro del interbloque– y los que desean cederlo a un aliado para evitar más desgastes con Dilma. Claro que el término “aliado” excluye en esta ocasión al PMDB, que también ambiciona desembarcar en el organismo, aunque no alardea por los pasillos.
Pero la presidenta no observa callada esas veleidades. “Jamás vamos a quedar inmovilizados frente a los embates. Sabemos frenarlos y gobernar al mismo tiempo”, enfatizó. Fue una respuesta que apuntó al establishment, que venía acusándola de haberse paralizado ante la primera crisis. Y de estar a merced de la “tutela” de Lula. Otra declaración presidencial buscó dejar en claro quién manda: “Así como estoy triste por la salida de un compañero de lucha, estoy satisfecha por la solución que encontré para asegurar la continuidad del trabajo.” El autoelogio fue por la designación de la senadora Gleisi Hoffmann como jefa de Gabinete, a la que considera leal.
Los gestos de Dilma fueron tan contundentes como sus palabras. En el raid de cónclaves que mantuvo con miembros de los bloques legislativos aliados, la presidenta dio a dirigentes del PMDB el afecto y la calidez que retaceó a hombres del PT. Medios como Veja, Folha y Jornal do Brasil hicieron lecturas similares. Pese a algunas defecciones parlamentarias de los “peemedebistas”, Dilma reconoce que tienen la llave para destrabar otros proyectos estratégicos que esperan en el Congreso. Esto no significa que vaya a entregarles el ministerio. El PMDB dijo que no propondrá nombres, pero por lo bajo presiona para avanzar un casillero.
Además, la mandataria mastica bronca por el ostensible desgaste que le propinó el PT. “Es fundamental colocar un punto final en esta disputa en nombre de la unidad de la bancada y del gobierno.”La declaración de paz de Paulo Teixeira, líder “petista” en Diputados, no explica cómo se llegó tan peligrosamente lejos en apenas seis meses, tiempo que Dilma lleva al frente del gobierno.
Tiempo argentino
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