Escenas surrealistas e impacto social de la híper-recesión libertaria
Los juegos del hambre en la era Milei
Las alimenticias dan una explicación “psicológica” de un consumo grogui y en el Conurbano la crisis ya arrastra a Milei. Los bancos y Galperín pasaron de pelearse por financiar bienes durables a disputarse el gasto básico de las familias. Vuelve a preocupar la mercadería que se vence en las góndolas y las ventas mínimas se hacen con crédito en los barrios.
Empezó agosto y decretó que el año de la actividad está jugado. La economía tiene una reacción escasa o nula y la depresión económica es histórica, generando escenas surrealistas en las conductas de consumo, la situación en la calle y hasta en el comportamiento de las empresas. La híper-recesión libertaria, tal la descripción que utilizan para calificarla los economistas del PRO y el liberalismo, abrió en Argentina un contexto de "juegos del hambre", con postales y cifras pocas veces vistas. El arco va desde la preocupación empresaria por la fecha de vencimientos de productos, caídas récord en las ventas con precios aún estables, disputas de compañías por financiar con descuentos ridículos las ventas de la canasta básica y una cantidad de compras de montos de dinero muy mínimos con tarjetas de crédito. Esta situación, además, se ve de manera más elocuente en el Conurbano, donde la pandemia económica de Milei derrumba las ventas y ya se ve en las encuestas el pase de factura de la población provincial a las políticas del Ejecutivo.
En la primera semana del mes, los precios que venían dormidos se despertaron y, según la consultora LCG, duplicaron a los de la última semana de julio. En estos primeros siete días, aún con la inflación estabilizada en un 4 por ciento (9 puntos menor a la que dejó Sergio Massa), el consumo masivo sigue cayendo a dos dígitos altos, iguales o superiores a los julio: en algunos días se conocerán dos cifras fuertes en este sentido. Un derrumbe de casi 18 puntos del consumo en hipermercados y del 15 por ciento en almacenes.
Hace unas horas, un comerciante se sorprendió al ver que, a pesar de la caída en las ventas, el gigante Arcor pasó una lista de aumentos de entre 10 y 20 por ciento. Hacía tiempo que no aumentaba, pero todos se preguntan el por qué de la decisión. "Sólo Milei cree que los precios bajan", chicaneó un colega de otra alimenticia. La movida es rara, porque las empresas están seriamente preocupadas en el efecto que tiene la caída en las ventas sobre los stocks: hay tanta mercadería sin vender que los vencimientos apremian. Un empresario cervecero se quejó de que vende hasta 30 por ciento menos que el año pasado. Bebidas es el rubro con el derrumbe más grande y los vencimientos de los productos pasaron de estar en los 6 meses a sólo 2 meses. Como no hay rotación de mercadería, los precios de bebidas y las promociones de casi 2 x 1 son ridículamente bajos. Así y todo, no se vende.
Contó Fernando Savore, vicepresidente de la Federación de Almaceneros Bonaerenses, a Página I12, que "la gente viene a comprar y se ve que el dia 15 ya es fin de mes". Agregó el empresario que "en los últimos dos meses casi no hubo aumentos, pero la venta no sube, se cae. El flujo del dinero de las familias se va en impuestos, tarifas, en luz y gas. Y la suba del pasaje de colectivos va a ser mortal". En paralelo, Savore relató, con pesar, que hay gente que compra 7000 pesos y los paga con tarjeta de crédito. Un ticket de no más de dos o tres articulos.
En los grandes supermercados, ya son varios los que creen que es momento de que la crisis del consumo se explique más en términos psicológicos y de conducta humana que en base a las cifras, que no están dando cuenta del proceso actual. En una charla que tuvieron tres ceos del sector, coincidieron en que "las familias no gastan nada porque el Gobierno no otorga certezas del costo de vida en el corto plazo". Eso, argumentan, genera en la conciencia una posición conservadora. Como no saben cuánto más van a pagar de tarifas, por caso, no se arriesgan ni a comprar dos botellas de vino en vez de una. El ejemplo más elocuente de ello es que, con los electrodomésticos en esquemas de 12 cuotas sin interés, las ventas caen 50 por ciento, porque la nominalidad es enemiga del congelamiento de ingresos.
El Conurbano avisa
Como en todas las grandes crisis de la Argentina, lo primero que hay que mirar, según varios politólogos que hablaron con Página I12, es el termómetro del Conurbano Bonaerense, el corazón de la provincia de Buenos Aires y el núcleo central de votos. En su mejor performance, la que lo llevó a la Presidencia, Milei perdió por poco en esa zona. Hoy, la postal es desesperante.
Días atrás, el ministro de Economía de Axel Kicillof, Pablo López, mostró una serie de datos de consumo muy fuertes. Consignó el funcionario que "el consumo en supermercados de la PBA sigue en rojo. Las ventas acumuladas hasta mayo retrocedieron 9,8 por ciento anual". Precisó, además, que los volúmenes de ventas son incluso menores que en pandemia y durante la era Mauricio Macri. Es el mismo diagnóstico que manejan las empresas privadas. El malestar en la región es creciente, y es allí donde la imagen del Presidente es la más negativa del país.
Pero apareció un dato extra. Los jóvenes, uno de los núcleos que impulsaron al libertario, están muy disconformes y ven que sus padres no llegan a pagar gastos básicos y que la promesa de dolarizar y dar trabajo a los más chicos, no aparece. La consultora Circuitos, que conduce Pablo Romá, es una de las que mejor miden en el Área Metropolitana (AMBA). Esta semana publicaron dos informes, uno nacional en el que a Milei le va mal pero no tan mal; y otro del AMBA, donde definitivamente tiene problemas.
Encuestaron al segmento que va entre 16 y 24 años en Capital Federal y el GBA. Los datos muestran que casi 9 de cada 10 consideran que la situación económica del país es mala, regular o muy mala. En tanto que 7 de 10 tienen una imagen mala, regular o muy mala del presidente Milei.
Por otra parte, ante la pregunta de la consultora de a qué sector benefician las medidas económicas de Milei, 5 de 10 aseguraron que los más beneficiados son los grandes empresarios, y 6 de 10 que esas medidas perjudican a los trabajadores. El dato más fuerte es que 4 de 10 de los jovenes que contestaron esa encuesta, confesaron haber votado a Milei.
La guerra por un descuento en fideos
Dos viernes atrás, la empresa de Marcos Galperín, Mercado Pago, se tiró encima de la granada del derrumbe del consumo y ofreció en un hipermercado nacional grande una promoción salvaje. Descuento del 25 por ciento por ese medio de pago, sin tope y montado sobre las promociones que ya hacen los super. No fue casual: días antes, MODO, el Mercado Pago de los Bancos, había hecho lo propio. La postal de los supermercados, ese día, fue apocalíptica: gente comprando lo que podía, colas eternas y colapso de los medios de pago.
Un supermercadista de años en el sector, mientras la gente se mataba por un paquete de fideos con descuento, recordó ante sus pares una anécdota: "¿te acordas en 2014?, se peleaban los bancos por financiar la compra de electrodomésticos, autos, televisores, hoy Galperín se pelea con los bancos por hacer descuentos para que se vendan paquetes de polenta y alguna gaseosa". En esos descuentos, una parte la pone Galperín y otra, menor, los supermercados.
Lo curioso del asunto es que estas grandes baratas, antaño, se hacían para generar ventas incrementales, es decir, potenciar un consumo que ya crecía en lo básico. Hoy, se hacen para vaciar los galpones de mercadería que no se vende. De hecho, si bien los comercios que hicieron la promo ganaron mercado ante su competencia, en los días siguientes el consumo volvió a desplomarse y no compensó los niveles de ventas que venían teniendo, de manera muy magra en las semanas previas. Era lo que esperaban, por eso hicieron ofertas tan agresivas.
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