15 de julio de 2025

Las dos caras de Bullrich y Sturzenegger

El editorial de Víctor Hugo: qué hay detrás del dato de inflación que festeja el Gobierno

En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana analizó la reacción de la gestión de Javier Milei al dato de inflación de junio y expuso, en una contundente comparación con el 2015, por qué esto esconde un armado mediático que se derrumba por su propio peso.

Con bombos y platillos el Gobierno de Javier Milei celeberó el dato de inflación de junio del 1,6 por ciento. Sin embargo, en 2015, datos todavía más bajos —del 1,4 por ciento, pero bajo la gestión de Cristina Kirchner— hacía, para los mismos que ahora festejan, un país absolutamente invivible. 

En su editorial, el periodista y conductor de La MañanaVíctor Hugo Morales, hizo un repaso histórico y explicó qué hay detrás de esta reacción exagerada del oficialismo cuando la economía cruje cada día un poco más.

El editorial de Víctor Hugo Morales

Si ustedes ponen “Bullrich inflación”, sale. Porque está sentada junto a Sturzenegger, muestra el numerito: 1,48 por ciento. Como una situación desbastadora. Lo presentaba como una barbaridad. ¡Qué atrocidad aquella! Esos eran los números de 2014 y 2015 en la Argentina con CFK y Kicillof como ministro.

Empecé a pensar del 2015, año de la gran estafa en la Argentina. Las corporaciones arremetían en el decisivo año de las elecciones que iban a cambiar el destino de millones de argentinos. Ese año lo hicieron.

Cada tapa, minuto, ejemplar de diario y zócalo hablaba de Nisman, que acababa de pegarse flor de tiro en el baño y acusaba a CFK. Bullrich hacía lo suyo a nombre del poder. Se venía la marcha vergonzosa del 18F, por Nisman, cantando el himno bajo la lluvia con cuanto servil quería jugar el bochorno de la denuncia de Clarín.

La democracia era perseguida como la reina en ajedrez cuando le dan jaque perpetuo. Así tenían al Gobierno. Era un ataque de la peor mentira inventada por la gente de Magnetto, y en ese marco Bullrich iba al Congreso con el cartelito de la inflación.

Da pena verla. Porque ahora dice, con los mismos números, qué grande caputo. Era siempre mejor a la que ahora elogia con tuits rimbombantes destinados a Caputo y Milei.

El cóctel del 2015 era explosivo. Es el año en el que todo cambió. Hablemos del verano del 2015. La presidenta asesina tenía una inflación insoportable del uno por ciento. Así no se podía vivir.

En el mundo decían cualquier cosa de Argentina. Esto decían. La mujer de Nisman –la Arroyo Salgado, que ahora mete presa a Alexia– echaba a la fiscal Fein. Clarín abría la puerta del departamento del suicidado fiscal. Aparecía un chino, ¿se acuerdan del chino?

Un pasadizo secreto y una banda de iraníes y venezolanos entrenados por Fidel Castro, –esto lo escribieron en la mafia de Clarín– que entraban al baño como el fantasmita Casper.

Bullrich se hacía fotografiar con el cartelito el mismo día en el que allanaban la casa de Lagomarsino. Sonreía Bullrich con la foto del número, de la inflación, y Clarín anunciaba la marcha heroica del 18F.

En marzo de ese fatídico 2015, Daniel Santoro aportó la cuenta de Máximo en el Caribe… Máximo y Garré tenían una fortuna de ochenta millones de dólares en una cuenta en un banco en una isla. Meses más tarde admitirán la mentira en un articulito de la página 28, después de las decenas de tapas.

Bullrich andaba ahora con el cartel de marzo y sonreía para la foto de una inflación inferior a la que ahora elogia a los gritos.

Aparecía Vandenbroele en marzo, en plena venganza contra Boudou por la estatización de las jubilaciones que tenían las AFJP. Era abril… Bullrich levantaba otro cartel.

Todavía le faltaban a ese año, 2015, año en el que mataron a la democracia los comandos mediáticos, la acusación a Kicillof por el sueldo inexistente en YPF y el triple crimen de la efedrina, que la mafia de Magnetto convirtiera a Aníbal Fernández en La Morsa y a mí me asociaba el diario al crimen con una foto de un presunto acusado.

Todavía estoy en el diario... si usted pone “efedrina Víctor Hugo y Zacarías en la puerta de la Rosada”, aparezco. El acusado no tenía nada que ver, la foto no era en la Casa Rosada sino en Cosquín, con una persona que me decía dónde debía estacionar el auto en la plaza Próspero Molina. Decían que era en la Casa Rosada.

La Morsa era otro, no era Aníbal Fernández, era otro. Kicillof había donado todos sus sueldos, la isla de Máximo no existía, y Nisman se había suicidado. Y con Scioli como candidato, el gobierno perdió por un punto.

Frente a toda esta mafia. Si sería feliz la gente aquel año, 2015, en el que Bullrich se mostraba feroz en las fotos con el cartelito de la inflación. Es por estas razones, y mil más, es que cada día me cuesta respetar los análisis políticos que no incluyan a esta mafia de la que Bullrich es apenas la “che piba” y nada más. 

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