Milei viajó por el sanguchito
Luis Bruchtein
Donald Trump necesita justificar el respaldo a Javier Milei, que necesita a su vez ese respaldo para llegar a las elecciones. Parte de la decadencia argentina se procesaba así en Washington y otra aquí, donde el enviado de la Casa Blanca, Barry Bennet, convenció a los gobernadores de Provincias Unidas y a la mayoría radical de sostener al gobierno.
Trump llegó agotado de su gira por Israel, donde pidió a la Justicia de ese país que se olvide de las causas por corrupción contra Benjamín Netanyahu y se arrogó el mérito por un triste acuerdo de paz tras haber repaldado el genocidio ejecutado a instancias de Netanyahu.
El presidente argentino, con su carpetita de apego bajo el brazo, no pudo ocultar su emoción cuando saludó a Trump en la puerta de la Casa Blanca. Lo miraba de reojo, nervioso, como si se sintiera bajo observación de una autoridad superior. Y se mostraba deseoso de agradar antes de levantar sus pulgares.
En Estados Unidos, Milei no es una figura respetada por todos. Su concierto en el Movistar Arena fue difundido por algunos medios locales y los más críticos lo trataron de “payaso” y otros de “poco serio”. Las críticas le han llovido tanto desde los demócratas como también de algunos republicanos que responsabilizan a Milei por la crisis financiera para la que pide el rescate.
Por eso, Trump necesita justificar la ayuda a un país cuya economía está mal gobernada, según la opinión más extendida a nivel internacional. Mostrar a un presidente argentino obsequioso, agradecido y hasta servicial, fue parte de esa explicación y parte de la necesidad de Milei de mostrar el respaldo de Estados Unidos para aquietar los mercados hasta el 26 de octubre. Fue una forma de mostrar que ayudan a un aliado dispuesto a todo para seguir las políticas norteamericanas.
Del saludo en la puerta, se fueron de cabeza a una extensa conferencia de prensa en la que Milei agradeció por todo, desde la ayuda a Argentina hasta por el papel de Trump en la tragedia palestina y su respaldo a Netanyahu. Pero el discurso del argentino no fue traducido al inglés porque nadie mostró demasiado interés.
Después habló Trump largamente, mientras Milei lo escuchaba embelesado sentadito del otro lado de la mesa y de espaldas a los periodistas que hacían las preguntas. Junto a Trump estaba el gabinete de Estados Unidos, inclusive Pete Hegseth, el jefe del Pentágono quien debió explicar los múltiples obstáculos que puso a los periodistas que cubren temas militares en ese país. Junto a Milei, en el otro lado de la mesa, estaba parte del gabinete argentino, que funcionó como espectador de la larga conferencia que concedió el norteamericano.
Trump se refirió a cuestiones de política interna de la Argentina. Dijo que si perdía Milei iba a ganar “una persona de extrema izquierda” y agregó que el apoyo sería a favor de Milei si gana las elecciones, pero que si las pierde, retirarían ese respaldo. Fue un discurso bizarro de campaña para la interna argentina formulado por el jefe de una potencia extranjera que ambiciona beneficios económicos extraordinarios como contrapartida de su respaldo ideológico a Milei.
Fue el mismo mensaje de Barry Bennet en Buenos Aires, a los radicales y otras fuerzas opoficialistas y en especial a los gobernadores que formaron Provincias Unidas, desde el cordobés Martín Llaryora, hasta el radical santafesino Maximiliano Pullaro. El guiño de Bennet coincidió con llamadas telefónicas del Ministerio del Interior, prometiendo respaldo financiero para después de las elecciones.
A partir de estas presiones, el senador José Mayans no pudo conseguir respaldo para evitar la privatización de la empresa nuclear estatal Núcleo Eléctrica Argentina SA, y se postergó la convocatoria de la secretaría general de la Presidencia Karina Milei y el ministro de Salud, Mario Lugones, por las coimas en la ANDIS.
La conferencia de prensa se extendió casi una hora y en general, el anuncio público sobre la Argentina quedó muy acotado a los resultados de las elecciones. Trump hizo un discurso de campaña electoral para una elección de medio término en la Argentina. Pero la entrega de la ayuda quedó tan referida al resultado electoral, que fue contraproducente. Fue una forma de dar a entender que lo más probable para la Casa Blanca, es que se produzca una derrota de su aliado, como ya le sucedió a Trump con el expresidente Mauricio Macri al que le facilitó un préstamo extraordinario del FMI para que gane y perdió por varias cabezas.
El saldo que dejó este encuentro fue bastante amargo para Milei. Entre los actores del mercado, quedó claro que si Milei no tiene un buen resultado en octubre, que se olvide de Estados Unidos. Previamente se habló de un acuerdo comercial del que no se dijo nada.
Pero el opoficialismo fue más servicial que el propio Milei, al acatar la exigencia de Washington y abandonar algunas de sus banderas, como el envío a las provincias del impuesto a las naftas o la intención de investigar los hechos de corrupción que involucran al gobierno. Como pidió el enviado de Estados Unidos, postergaron sus principios hasta después de las elecciones.
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